La única salida de Zapatero

Zapatero debe de dimitir por muchas razones, y llevarse con él a aquéllos que le han respaldado y protegido durante los últimos años.

Un país no se destruye por acciones puntuales: la acumulación de errores propiciada por una nefasta gestión de los recursos y una pésima dirección política, la errática y en muchas ocasiones absurda dirección económica, la lentitud e ineptitud a la hora de atajar los problemas, los despilfarros a cuenta de la caja del estado, la ubicación en los cargos de alta responsabilidad de políticos sin formación ni capacidad, el excesivo, ilógico e injustificable gasto público, la pasividad y permisividad de los rectores sindicales, la nula aportación de las fuerzas políticas de la oposición, la falta de credibilidad del mercado español, el debilitamiento irreversible de muchos factores fundamentales para el desarrollo, etc.

Todos son elementos que han necesitado tiempo para producirse, que han precisado de la colaboración de los que, con nuestros votos, alcanzaron el poder.

Ellos, los miembros de la casta política. Ellos, asentados en la incompetencia. Ellos, que han consentido y promovido nuestra ruina. Ellos, desde gobierno y oposición, son culpables y deben marcharse y dejar de manipularnos. Con el jefe a la cabeza, con el soberbio e incapaz José Luis Rodríguez Zapatero al frente, tendrían que dimitir y dejarnos a los españoles la opción de intentar elegir nuevos rectores.

Porque si las caras y los nombres se repiten incidiríamos en nuestra equivocación. No podemos consentir que sean los mismos. Los mismos que no han respetado las promesas que les llevaron al poder, los mismos que no han sabido o no han querido guiar las riendas del país, los mismos que han abusado de su posición buscando exclusivamente el beneficio propio, los mismos que han traicionado voluntades y principios para perpetuarse en el cargo, los mismos que han hundido miserablemente las economías familiares situando la clase media en los umbrales de la miseria, los mismos que nos mienten, nos manipulan y nos roban, los mismos que han generado desesperación y paro. Políticos de medio pelo, malos profesionales.

Zapatero debe dimitir si conoce el significado de las palabras responsabilidad, honradez y vergüenza. No porque ni izquierda ni derecha confíen en él, no porque haya situado a España en los niveles más bajos de competitividad que se recuerdan, no porque haya perdido el control económico del país, fiscalizado ahora por los socios de la Unión, no porque nadie nos respete a nivel internacional, no porque haya destruido mejoras sociales que tanto habían costado conseguir, no porque haya traicionado ideas y principios, no porque los sindicatos, antes pasivos, hayan decidido plantarle cara. No.

Debe dimitir porque esa es la única manera de que la esperanza vuelva, porque no hay otro camino para lograr la recuperación que librarse de los obstáculos, y él es el principal, porque ya no tiene capacidad de colaborar con los españoles en la recuperación, y mucho menos guiar la misma, porque ya no le quieren ni los suyos, porque va a acabar con todo y con todos, porque no hay otro remedio, porque ya no sirve. En resumen, porque está muerto, porque es un cadáver político que apesta y está pudriendo aquello que toca.

 

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