Vox alcanza poder político en Castilla-León, y ahora toca crear y creer

El presidente Sánchez deja claro que esta no es buena noticia, los populares europeos ponen el grito en el cielo y los de Abascal a por todas.

Juan García-Gallardo
Juan García-Gallardo
Si a la cúpula del socialismo le ha caído indigesta la incorporación de VOX al gobierno de Castilla-León, esto quiere decir que es una gran victoria para la formación de Abascal. Por consiguiente, llegó la hora de la verdad, no se pueden permitir ni un resbalón en lo más llano. Es una de las exigencias, seguir cumpliendo firmemente con sus postulados, no defraudar y hacer realidad lo prometido.

La sensibilidad pública, empresarial, trabajadora y política, estará escrupulosamente vigilante y dispuesta a derribar 'mitos'. Comienza su puesta en escena, toca la delicada moqueta de crear y creer, y se expone a los arreones de sus detractores. El cólera de los opositores al proyecto de cambio de VOX irá desapareciendo conforme las ideas se conviertan en realidades en beneficio de la sociedad.

Eso sí, siempre quedará el rencor y la repugnancia política de los que vieron el sillón cerca y de los que lo pierden ahora. El socialismo y Ciudadanos, e incluso los populares, hubieran preferido otros acuerdos, pero la aritmética que se desprende de los electores, no les dejaron margen de maniobra.

No en balde se trata de políticas antagonistas, enfrentadas desde las antípodas. Las declaraciones de Pedro Sánchez, María Jesús Montero y Adriana Lastra mostraron inquina en sus palabras contra el co-gobierno formado por PP y VOX en esta comunidad autónoma. 

El presidente Sánchez ve la paja en ojo ajeno, pero no atisba la viga en el suyo. Dice que viene la derecha de Franco, pero bendice a sus socios de gobierno; populismo irreverente, separatismo que odia a España y pro-etarras manchados de sangre.

Algo o mucho, sin duda, ofrece Juan García-Gallardo, para incluso enrabietar a los líderes populares europeos, que se han sentido enojados por el pacto in extremis con VOX, mientras el presidente popular (en funciones), el gallego Alberto Núñez Feijóo, ha espantado pájaros de vuelo raso y se ha librado de estorbos incómodos. Es decir, no aclara nada.

Por primera vez el partido de 'la extrema necesidad' entra a formar parte del poder desde un gobierno democrático, por lo que levanta expectativas y los críticos, sobre todo los de tufillo de izquierdas, van con ojo avizor afilando cuchillos de guerra. Sin embargo, todo apunta a mejorar en Castilla-León, imposible dejar peor a sectores como la agricultura y la ganadería, o despoblar aún más a sus aldeas y ciudades.

Analistas televisivos, convertidos en politólogos y estrategas de postín, se preguntan si pasará como con aquella incógnita que supuso la incorporación de Unidas-Podemos al Gobierno 'Monclovita' de Sánchez, que al paso del tiempo exclusivamente mostraron sus íntimos propósitos y particulares intereses. La zaga continúa, mientras la dinastía será claro exponente de un fracaso que llegó con bombo y platillo.

Los podemitas desde la coalición social-comunista, demostraron en poco tiempo, que una cosa es predicar y otra es dar trigo. Las incisivas palabras de Pablo Iglesias se le atragantaron a la primera de cambio, después de advertir que; 'el cielo se gana por asalto', porque en la práctica diaria, que es tozuda, demostró que se alcanza el éxito con sacrificios, pundonor y trabajo, además por consenso y  consentimiento de otros. Qué el esfuerzo y la verdad se ve en el movimiento, y la velocidad comienza desde el primer paso.

Una abrupta decepción comunista a propios y extraños. Una cosa es tomar la Puerta del Sol, chocar cacerolas, incendiar contenedores o asaltar iglesias, y otra es enfrentarse al tajo, a la disciplina democrática y a la exigente lealtad desde el servicio público. Al votante no le sirvió que solo prosperaran la camarilla de siempre a la antigua usanza, es decir; poltronas, asesores, despilfarro, corrupción y red clientelar, versión socialista.

La actitud de VOX es otra, transmite esperanza, y además irrumpe con predisposición e interés por demostrar sus capacidades de gestión. Es cierto que no hay capacidad humana, ni presupuesto a manejar, para que en 90 días la castiza región Castellana Leonesa gire estrepitosamente para solucionar sus inquietudes y necesidades. El tiempo dará o quitará razones. Andalucía le pisa los talones y las generales están a la vuelta de la esquina, aunque a muchos se nos hará eterno.

 

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