Defensa enseña a los corresponsales de guerra que, en caso de resultar apresados, el budismo es una buena técnica para controlar el dolor

Recientemente el Ministerio de Defensa ha celebrado las III Jornadas de Corresponsales de Guerra. Los periodistas aprendieron técnicas de supervivencia como rehenes, algunas pintorescas: la práctica del budismo es una buena forma de controlar el dolor en caso de resultar apresado en un conflicto.

Recientemente el Ministerio de Defensa ha celebrado las III Jornadas de Corresponsales de Guerra. Los periodistas aprendieron técnicas de supervivencia como rehenes, algunas pintorescas: la práctica del budismo es una buena forma de controlar el dolor en caso de resultar apresado en un conflicto. Desempeñar labores informativas en un conflicto armado tiene grandes peligros. Ser capturado por una de las facciones en guerra es uno de ellos. Aprender a sobrevivir como rehén es importante durante los días que dure el cautiverio. Así lo explican los militares españoles en una sesión del curso que tuvo una duración de 2 horas. Los asistentes, una treintena de profesionales del mundo de la comunicación, pudieron escuchar en la sesión de “supervivencia como rehén” -impartida por el capitán y psicólogo José M. García-Rodrigo de Vivanco de la Dirección de Sanidad del Ejército de Tierra- que el budismo enseña las cuatro verdades excelentes del sufrimiento: “la verdad santa del sufrimiento, de la causa del sufrimiento, de la supresión del sufrimiento y la verdad santa como camino para la supresión del sufrimiento”. Se trata de una técnica que ayuda a resistir el dolor en caso de que los captores recurran a la tortura. Además, los periodistas fueron aleccionados acerca de otras técnicas para resistir al dolor como la hipnosis —para desconectar del mundo exterior y concentrarse en experiencias mentales, sensoriales y fisiológicas agradables-, el “bio-feed-back” —que consiste en regular las funciones corporales para conseguir modificarlas y que ayuda, por ejemplo, a controlar los procesos fisiológicos que se consideran de control involuntario-, y el entrenamiento cognitivo —con mensajes positivos del tipo: “voy a superarlo” o “el dolor no podrá conmigo”-. Ante la tortura, el psicólogo militar explica cómo sugerir y no ser persuadido. También que cuando el último recurso disponible implica facilitar información a los captores, hay que “mentir sin que lo parezca”. Y para ello, los periodistas aprendieron a detectar los “fallos de la mentira”. Durante la sesión teórica se hizo un recorrido por los diferentes tipos de dolor, la fisiología y la psicología del mismo; el aprendizaje para controlar las emociones y las alteraciones de éstas; el comportamiento corporal frente al encierro, las estrategias básicas para resistir al “lavado de cerebro” y la forma de practicarlo para un mejor conocimiento de la materia. La parte práctica consistía en introducir la mano en una nevera con hielos y comprobar la resistencia al dolor -en este caso provocado por las bajas temperaturas- antes y después de utilizar las técnicas de control enseñadas. El curso para corresponsales de guerra fue organizado por el Departamento de Comunicación del Ejército de Tierra y dirigido por el Departamento de Misiones de Paz de la Escuela de Guerra del Ejército. Los periodistas recibieron también conocimientos de prevención sanitaria en zona de conflictos, autoprotección para dichos escenarios, prácticas de localización de minas antipersona, procedimientos ante ataques NBQ -químico-bacteriológicos-, comunicación pública de operaciones, prácticas de conducción todoterreno, recuperación de vehículos y técnicas de orientación GPS.

 

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