Paco Arango, director de cine y presidente de la Fundación Aladina

“España está en el ‘top 5’ de países solidarios. Somos mucho mejor de lo que decimos”

Paco Arango es el director, guionista y productor de Lo que de verdad importa, la película que arrasa con lo superfluo, y también en taquilla. El presidente de la Fundación Aladina es un genio que hace realidad deseos de niños con cáncer, y de sus familias. Desde hace 17 años

Arango y Batman. Su perro "actúa" en Lo que de verdad importa

Del Very Important People (VIPS), a Lo que de verdad importa. La película. Y la vida. Arango es el genio de la Fundación Aladina. De su lámpara maravillosa han salido una UCI de ensueño y un centro de trasplantes de cine. Por resumir. Tiene 1.000 niños y 400 se le han muerto. Lleva 17 años acompañando en directo a los pequeños con cáncer. Su vocación es hacerles la vida agradable por amor. Al arte y a cada uno. Hizo Maktub. Y ahora ha vuelto a remover las butacas sociales, poniendo al espectador entre la espada de su rutina y la pared de los cimientos que importan. Arango es un niño que hace magia en pantalla gigante para tocar los corazones. Sin empalagos. Con eficacia. A medio camino entre Frank Capra y Walt Disney. Su fe mueve montañas. Unos ponen la mano. Otros ponen su cara bonita. Él proyecta su cine con alma y, después, llega el tsunami. Porque la gente es buena más allá de lo que digan los telediarios.

Sábado, hora del aperitivo. La primavera asoma la pata.

Entre el Retiro y el Museo del Prado. Usted está aquí. Paco Arango viene de la calle y nos invita a su casa. Blanco. Vistas. Cine. Arte. Niños.

-          Vais a conocer a uno de los protagonistas de Lo que de verdad importa.

Y Batman asoma en el recibidor. Es un perro listo al que Arango mima y habla en inglés. Batman también es del Madrid.

En el sofá de ver la pantalla grande conversamos con un genio. Paco Arango son canas, ojos azules abiertos y sonrisa empática. Aunque cualquiera que conozca su vida entiende que la procesión más feliz va por dentro. Carne. Hueso. Sangre. Sudor. Lágrimas. Empuje. Valentía. Audacia. Ideas. Proyectos. Ilusiones. Corazón. Alegría.

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El jefe de Maktub ha vuelto a la cartelera con una película-fenómeno: Lo que de verdad importa. Viento fresco. Comedia. Tragedia. Comedia. Alma. Cine español de otro costal.

Entramos en sala.

Buena música. Paciencia para leer doce folios. Modo avión. Luces. Cámaras. Reacción.

Enhorabuena. Ha traído usted alma al cine español.

Sí. Es la primera película española cien por cien benéfica, aunque está rodada en inglés porque se verá también en otros países. La acogida en España era muy importante, ya que era su partida de puerto, y la verdad es que es una película que gusta y, a la vez, hace el bien. Eso es poner alma en el cine, sí.

¿Cuáles son los objetivos económicos de Lo que de verdad importa?

Recaudar lo máximo posible. Mi productora no recupera un solo euro de la película. Todo lo que dé, que será mucho, va para los niños. Los objetivos los marca el público. En la primera semana de su estreno ya habíamos recaudado cerca de 400.000 euros para los niños con cáncer. Se dice pronto. Espero que dure mucho tiempo en cartelera para seguir sumando ayuda. Se estrena también en México, Italia, Reino Unido, Francia, y en Estados Unidos, que es la apuesta gorda.

¿Y los objetivos de sensibilización social?

Lo primero es concienciar a la gente de que los campamentos para niños con cáncer que organiza la fundación de Paul Newman hacen el bien de verdad. La curación del cuerpo de un niño depende de la Medicina, pero el daño psicológico que provoca la enfermedad lo sana mejor este tipo de actividades lúdicas donde se juntan muchos niños, de diferentes países de Europa, en un solo campamento. Une a los niños que sufren lo mismo. Van sin sus padres, lo cual es importante. Los médicos dicen que esto es tan relevante como la propia quimioterapia. Los padres dicen que les devolvemos a sus hijos como eran antes de tener la enfermedad. La causa de la película es conseguir más fondos para enviar a más niños a esta actividad estupenda.

¿Cómo ve usted en España la relación entre palabras bonitas y hechos concretos, en el ámbito de la preocupación social por los que más lo necesitan?

Hay de todo. Lamentablemente, ha habido mentiras importantes en nuestra sociedad, como el caso Nadia, y eso hace un daño tremendo. En mi fundación damos una relevancia prioritaria a la auditoría, para que no haya problemas. Pero, luego, hay gente muy buena que se desvive por los demás. Hay una familia española, que nadie conoce, que utilizó su yate para acoger a las personas que naufragaban en pateras. Debemos tener cuidado para no crucificar, porque eso se nos da muy bien, y hay personas muy buenas por ahí.

¿Paco Arango es más eficaz socialmente que un 15M?

Pues mi próxima película tiene que ver con el 15M... Se llama Once por ciento. España es un país con un gran corazón, y yo le he dado una gran excusa para mostrarlo.

Utilizando el lenguaje de los promotores del 15M, usted pudo ser “casta” pero decidió arremangarse. Y lleva 17 años. Claramente, esto no es un “pronto”…

No. No es un pronto… Yo tenía la necesidad de devolver la suerte que había tenido en la vida. Yo no escogí a los niños con cáncer, lo hicieron ellos. Y me robaron mi vida, y ya no hay vuelta atrás. Lo que hago es casi vocacional. No tengo familia, pero sí tengo a 10.000 niños. Y son míos.

Usted nació en una familia que le ofrecía un futuro laboral y económico garantizado, y decidió dejar eso y apostar por la gente. La gente que sufre…

Sí. Gran parte de mi provocación fue entender que yo tuve suerte y otros no. Eso generó la sencilla reacción de querer devolver lo que yo había recibido con lo más preciado que tenemos: nuestro tiempo. Me ha hecho muy feliz, porque he hecho mucho bien y he combatido el terrible enemigo del cáncer infantil.

¿Usted no nació para ser un yupi más?

Pues no… Me han llamado de todo, y seguramente hay quien piense lo que quiera… Pero no. Yo he sido muy apasionado en todo lo que he hecho: primero, la música; después, la televisión; y ahora, en lo que más me gusta: el cine. Trabajo como un loco. Me desvivo por los niños. Y tengo mi ego más o menos encerrado en el armario, pero de repente sale y me pide salir a bailar…

¿Quién es Paco Arango ahora, después de 17 años muriendo y resucitando entre niños con cáncer?

Una persona mucho mejor de lo que era antes. Me doy cuenta de lo que es importante en la vida. ¡Ahora me fijo en los árboles y les saco fotos! Y no es una metáfora, es una realidad que me sirve para entender que estoy siendo capaz de levantar la mirada. Soy una persona con problemas, como todos, pero muy consciente de ser un afortunado.

En Lo que de verdad importa hay un curandero especial. ¿Alec y Paco Arango son personajes paralelos?

Yo siempre he querido tener el don de curar. Por eso reflejé en el guión que el protagonista es un tipo que recibe ese talento y, manda narices, ¡no lo quiere! Muchas veces he llorado de impotencia al salir de la habitación de un niño enfermo… ¡Si yo tuviese el don de curar! Existe una similitud entre Alec y yo. Es verdad que hay una niña adolescente que le cambia el chip. A mí me cambiaron el chip. No era mal tipo pero, sin duda, me han puesto las cosas en su sitio.

En la película, Abigail es una adolescente con cáncer más madura que muchas mujeres y muchos hombres maduros. ¿Abigail es una idealización o un resumen de las virtudes de muchas niñas enfermas con las que usted ha coincidido?

Es un resumen. Los niños con cáncer son así.

Cada año se diagnostican en España cerca de 1.400 nuevos casos de niños con cáncer. ¿El Sistema Nacional de Salud está preparado?

Estamos combatiendo bien la enfermedad, aunque la Medicina debe seguir progresando. Lamentablemente, la quimioterapia invade todo el cuerpo, y el futuro debe orientarse a los tratamientos menos invasivos, centrados en la parte afectada.

Hay dos dramas importantes: en España, la desgravación fiscal a una ONG es muy baja, comparada con otros países. Desde la Fundación Aladina acabamos de inaugurar en diciembre la nueva UCI del Hospital Niño Jesús, de Madrid: 1,5 millones de euros. Habría sido mucho más fácil recaudar ese dinero con más incentivos fiscales; y no me quejo, porque hay multitud de gente que ha arrimado el hombro. El otro drama es mundial: la investigación en el ámbito del cáncer infantil es una décima parte de toda la investigación oncológica que se realiza entre adultos. ¿Por qué? Por un tema puramente de réditos económicos. Estamos metiendo a niños quimios probadas en adultos, y eso es una salvajada.


Usted es un particular que ayuda a los centros sanitarios públicos a mejorar sus infraestructuras y ofrecer mejores servicios. Este tipo de colaboración es poco habitual. Somos más de reivindicar la excelencia de lo público sin arrimar el hombro y pagando lo menos posible…

Los centros públicos son los que necesitan nuestra ayuda… En el Hospital del Niño Jesús, de Madrid, hemos hecho el Centro de Trasplantes Maktub, la UCI y más cosas; y en el 12 de Octubre hemos llevado a cabo la expansión del Banco de Leche… Estamos inyectando dinero donde hace falta. Si no hay recursos suficientes, debemos superar esos obstáculos con nuestra colaboración, claro que sí.

Es todo un cambio de mentalidad por parte de la sociedad civil…

Sí. Es un cambio. ¿Por qué una ONG tiene que ayudar a un centro dependiente del sistema sanitario público? Pues porque, lamentablemente, no hay dinero para todo lo que se tiene que hacer. Avanzaríamos mucho si los ciudadanos nos decidiéramos a mejorar nuestra sociedad, sin dejarlo todo en la exclusiva responsabilidad de los estados. Sin duda.

El cáncer aumenta en España más de lo previsto. Las estimaciones que los oncólogos habían hecho para 2020 se vieron superadas en 2015. ¿Sirve para algo ser una sociedad individualista a la hora de afrontar en los hogares esta enfermedad, más tarde o más temprano?

Una de las cosas que más me sorprendió de Tailandia fue la rueda del budismo que leí en un templo: “Naces, vives, enfermas, y te mueres”… ¡Lo venden fatal! Aquí nadie se quiere morir. El mensaje es: preocúpate más de estar vivo, porque, más tarde o más temprano, y pido último, de aquí nos vamos todos.

No se trata de vivir con miedo, pero ¿qué nos ayudaría a estar preparados, si el cáncer llama a nuestra puerta?

Hay muchas cosas que se pueden hacer para prevenir la enfermedad antes de que llame a la puerta como, por ejemplo, cuidar bien la alimentación. Y si el cáncer nos visita: actitud positiva. Es muy importante.

Lo que de verdad importa enseña a volcarse para llenar de optimismo los años de vida de una persona con cáncer. Y enseña también a decidirse a vivir haciendo la vida agradable a los demás. ¿Al final es eso lo que de verdad importa?

Yo creo que sí. Lo que de verdad importa es entender y asumir que la vida es un regalo, y que todos podemos intentar hacer algo para mejorar el mundo que vivimos. No hace falta que el objetivo sean los niños con cáncer. Los demás están más cerca: un amigo, un vecino, un vagabundo, o cualquier persona próxima que te necesite. Lo que de verdad importa es vivir intentando hacer más fácil la vida a los demás. Así, como que el sol entra por la ventana y ya no se ve todo tan oscuro. Lo veo en miles de personas a mi alrededor.

Y a usted, como persona, ¿qué es lo que de verdad le importa?

Ser generoso al devolver lo que he recibido, combatir al máximo enemigo que conozco, que es el cáncer infantil, cuyas mayores armas son la desesperación y la decepción. En esa batalla cuerpo a cuerpo ya tengo el cinturón azul, y mi propósito es acabar con el negro dándole una buena patada donde se merece.

¿Qué no le importa nada?

¡Tantas cosas! No me importa nada el poder. Y me gustaría que no me importara nada el éxito, aunque, lamentablemente, estoy en una industria en la que el éxito es parte del asunto. No me importa nada la gente que no tiene ninguna empatía por un camarero de un restaurante, por ejemplo.

¿Qué cree que de verdad le importa a la gente que parece que importa?

Todos merecemos una segunda oportunidad. Así lo muestro en la película. Yo era antes muy rápido al juzgar a la gente. Cuando ahora conozco a alguien un poco insoportable, intento ver qué hay detrás, qué ha pasado… Yo no sé qué le importa a la gente que parece que importa. Pero sí sé lo que les puede importar.

¿Hacer el mundo más humano es una utopía o una obligación?

Es una obligación. Y no creo que sea una utopía, porque la gran mentira es pensar que el mundo sólo será más humano cuando se arregle todo a la vez. Ayudar a mejorar una sola cosa hace que el mundo sea mejor.

El cine es otra de sus formas de ayudar. ¿Contagia esa solidaridad en el mundo de las alfombras rojas alejadas?

Veremos si la novedad de ser una película cien por cien benéfica anima a otros. Muchos actores tienen sus propias causas, y colaboran con acciones sociales importantes, pero es un mundo de tanto glamour que podría utilizarse para ayudar de manera mucho más potente. Yo lo estoy intentando, y espero que haya más locos que se contagien. 

La película empieza a sonar, y algunos países han pedido proyectarla. El hecho de que esté tan ligada a Paul Newman ayuda mucho, porque él era el Cristiano Ronaldo o el Messi de los actores. Tiene mucha popularidad. Llevamos dos semanas y ya se ha montado un pollo de mucho cuidado…

Lo que de verdad importa incluye un homenaje a Paul Newman. ¿El mejor Paul Newman es el que no sale en las películas?

No le quepa la menor duda. Nadie sabe que este señor puso en marcha una línea de comidas que ya ha generado 540 millones de dólares entregados directamente a los niños con cáncer. Era un ángel. Conocía con detalle mi trabajo en Aladina, y me invitó a formar parte de su fundación. La gente que más admiro son los que van por ahí, calladitos, haciendo el bien.

¿Los actores españoles se mojan por su causa?

Sí. Tengo grandes amigos actores que me ayudan bastante.

¿Su amigo José Coronado estará molesto con que el estreno de Lo que de verdad importa y el de su Es por tu bien hayan coincidido en cartelera?

Más bien soy yo el que está molesto, porque la película de Coronado nos va a arrear… Pero José nos ayuda muchísimo a la Fundación Aladina. Tiene un gran corazón. Es un tipo muy humilde y es un ejemplo.

Usted encontró una lámpara maravillosa: entender que había tenido suerte y tener la posibilidad de volcarse hacia los pequeños que más sufren. Los cuentos se hacen realidad, pero sin magia. Con tiempo, con dedicación, y con lágrimas. ¿Merece la pena ese Walt Disney sin efectos especiales?

Sí, la verdad es que todo esto tiene mucho que ver con los cuentos. El cine es la mayor sesión de hipnosis que existe. Estás en silencio durante hora y media. Si la película es buena, bajas la guardia, y te llega un mensaje directo al corazón. Las grandes películas que yo conozco no han sido de notorios efectos especiales, sino de historias y de personajes llenos de empatía que me han robado el corazón. Ese es el Walt Disney que intento provocar.

Decía usted que el cine puede ser la sesión de hipnosis más contundente. Digo yo: para bien, y para mal…

Sí… Sí, sí. Yo no puedo ver películas de una cierta índole, porque me afectan. Soy muy niño. A mi padre le encanta el cine duro. Yo, cuando le acompaño, siempre digo que es la última de este estilo que veo en mi vida. El cine es el arte personificado, y debe haber de todo: yo escogí el dócil, el amable, y el gentil. Pero admiro a la gente que toca otros géneros.

Maktub. Lo que de verdad importa. ¿Arango es un Frank Capra contemporáneo?

Me encantaría pensarlo. Tengo dos películas más, y van por ese camino. Creo que con el cine puedo hacer el bien. Lo he visto. Lo he hecho. Y si no hago la tercera en esta misma línea, sería estúpido por mi parte.

¿Un cine contemporáneo con más capras sería una buena medicina para las sociedades nihilistas?

Totalmente. Vivimos en una cultura donde la lectura ha pasado a segundo plano. El cine tiene música, te toca, te llega, te educa… ¡Impregna a la gente joven! Hacen falta buenas películas de este estilo. Si, además, están ligadas a una causa benéfica, mejor que mejor.

Usted quiere que los que vean Lo que de verdad importa entiendan que detrás hay un mensaje de fe. Porque usted es un ejemplo de que la fe mueve montañas…

He tenido la suerte de tener fe desde muy pequeño. Siempre digo que creo en Harry Potter… Mis vivencias me han dado más seguridad. He perdido a 400 niños a pie de cama, pero también he visto milagros; nadie flotando, por ahora, pero sí milagros en forma de amor y de muchas cosas que me llevan a saber que, inequívocamente, hay algo más, y que ese algo más está muy relacionado con el amor.

Y además de creer en Harry Potter, cree usted en más cosas. En esta sala de estar hay, por lo menos, cuatro imágenes de la Virgen…

A la Virgen, y especialmente a la de Guadalupe, siendo yo también de raíces mexicanas, le tengo un especial cariño. La imagen de una madre es mucho más amable para cuando haces algo mal y tienes que hablar con el jefe… Yo hago muchas cosas mal. Intento mejorar, pero ahí está siempre la mamá diciendo: “Tranquilo”.


¿Usted piensa en ganarse el cielo?

No sé si me lo voy a ganar, pero creo que me van a colar… Habrá un niño que, cuando me estén regañando, abrirá la puerta detrás y me dirá: “Pasa por aquí, que te cuelo”.

¿Cómo se asimila tanto dolor y tanta esperanza, cuando se vive con niños que mueren y niños que lo consiguen?

Es muy difícil. Al principio entré en una especie de shock, porque no era capaz de compaginar mi vida cotidiana con perder un niño; pero me di cuenta de que ambas realidades eran importantes y necesarias, y yo tenía que llegar cargado de vida a los hospitales. Cada niño que he conocido me ha robado un trozo de corazón. No lo voy a recuperar, pero es lo mejor de mí.

¿Poner el corazón en las personas que sufren es una apuesta arriesgada?

Sí, pero eso es el amor. Cuando uno se enamora, se tira al vacío sin alas. Es la única manera de querer. A los voluntarios de Aladina les digo que la responsabilidad de los médicos es protegerse del dolor, y la nuestra, la de llorar como un familiar más. Si no hacemos eso, lo estamos haciendo muy mal, porque llorar vamos a llorar.

La familia se ha convertido en un “engendro” ideológico en el debate público, aunque después todos en nuestras casas sabemos lo que de verdad importa. Cuando se ve a un niño enfermo, ¿se está en disposición de convertir a la familia en una institución sagrada, mejor ajena de los políticos?

Yo creo que sí. Hay ciertas cosas que nos reubican a todos. Una enfermedad nos quita todas las tonterías, y más si el que sufre es un niño. La familia es el núcleo más importante de la sociedad. No debe estar ligada sólo a lo que dice la religión católica. Es una necesidad social basada en los valores humanos más importantes: el amor, la consideración, y la humanidad.

Usted, en su cine, y en sus ideas, va un poco a contracorriente de lo que bulle en su sector…

Joe…

…Pero a la vez se le quiere…

Sí. Yo lo que hago lo hago de corazón. Cuando haces algo para los demás, y específicamente para niños, la gente entiende que detrás debe haber un buen tipo. Me tomo la libertad de hablar de mi fe y de cosas que algunos amigos cercanos me han recomendado no exponer. Cuanto más me quieran, más voy a poder hablar de los temas que considero importantes. Tiene que haber de todo en la cocina. Si yo soy kétchup, pues a ponérselo a la hamburguesa… Cuanto más, mejor.

¿A quién le habría gustado especialmente que viera Lo que de verdad importa?

Charlie Chaplin, Paul Newman y muchos niños, pero, en especial, tres: Guzmán, Gabri y Almudena. Son tres niños que ya no están conmigo.

Usted cree en los milagros, y sin embargo no es un ultraconservador...

No. No lo soy…

…Rompe usted esos tópicos inflexibles que miran las religiones con recelo…

Lamentablemente, el franquismo hizo mucho daño en la religión, y algunos han cometido tantas burradas… Soy católico, pero pienso que estamos hablando del mismo Dios en todas las religiones. Toda religión que esté basada en el amor es maravillosa, porque habla de algo más allá de esta simple vida. Se puede hacer mucho bien pensando que hay algo después. Y yo voy a intentar hablar de eso.

¿Ha experimentado el apoyo de las instituciones públicas españolas?

He tenido la suerte de que el ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, vino a la premiere de la película; y la ministra de Sanidad iba a venir, pero no pudo por un problema serio. Nos están ayudando. La gente se está concienciando y hay apoyo general, pero el único dinero que obtuve fue de Canadá, y por eso me fui allí a rodar.

He visto que grandes empresas apoyan su película. ¿Ha tocado usted muchos corazones de la verdadera responsabilidad social corporativa?

Sin duda. Iberdrola, Bankia, Telefónica, AXA y otras empresas están ayudando. Se están dando cuenta de que también ellos se pueden empapar del bien que estamos haciendo. Al respaldar una película benéfica, tú te puedes beneficiar del buen karma, para ti y para tu empresa, porque todos necesitamos algún tipo de perdón.

¿Qué apoyo ha echado en falta, de momento?

El económico. Yo no recupero un duro de esto. Me lo he echado solito sobre mis hombros. Estoy un poco loco…

Dígale a Montoro qué es lo que de verdad importa para que el sistema fiscal español favorezca las donaciones…

Lo que de verdad importa es que incrementemos la desgravación fiscal y nos acerquemos a la realidad que vive Estados Unidos. Si una persona pública dona su dinero, no tiene por qué tributar más impuestos. Se le tiene que incentivar más. Estamos muy lejos de una política fiscal adecuada, y es un tema que urge. ¡Urge, señor Montoro!

¿La gente que hace cosas buenas en España tiene eco en los grandes medios de comunicación?

Algunos sí y otros no. Lo que está claro es que los malos tienen mucho eco, porque, lamentablemente, como en todos los países, aquí también hay mucha gente que hace el mal. En España hay mucha gente buena. Creo que la filantropía en Estados Unidos está más organizada, pero estoy seguro de que España está en el top 5 de los países más solidarios. Somos un país mucho mejor de lo que decimos.

Concreto: ¿Hay un Bertín Osborne en casa de Paco Arango? ¿Un Hormiguero sobre Lo que de verdad importa? ¿Un Salvados contra el cáncer Infantil? ¿Las televisiones apoyan las grandes causas sociales o prefieren las polémicas? Usted conoce bien el sector…

No me dieron un Hormiguero, pero lo comprendo, porque la audiencia lo mueve todo. Ahora sí pienso que podemos tener un hueco en El Hormiguero, porque esto ha sido un boom sensacional. Cuando hice Maktub, todo el mundo pensó que tendríamos éxito en taquilla y, sin embargo, el éxito vino después. Como dijo mi portero, “me bajé tu película y me encantó”… En algunos medios se han volcado. Por ejemplo, en Los 40 Principales han sido muy generosos. Nos ha apoyado gente grande y gente pequeñita. Poco a poco…

¿Para cuándo una serie de televisión que nos anime a ser más humanos y menos cínicos?

Espero que pronto, porque hay grandes series americanas que están haciendo esto. Hay una, por ejemplo, que se llama This is us, que va en la línea de Love actually. Yo estuve metido en el mundo de la tele con Aladina, pero es que el cine no tiene ni color. ¡El cine es el gran capítulo!

No se ve entonces volviendo a sus raíces y haciendo series made in Spain

Me encanta el cine español, pero tenemos un problema serio: el castellano no viaja bien. Si mi película la hubiera grabado en castellano, no la podría poner en México. A menos que seas Amenábar o Almodóvar, es difícil que tus películas se vean fuera. Si haces algo en inglés, puedes pescar en todo el mundo, y yo soy bilingüe. Muy a mi pesar, voy a rodar en inglés, y una serie en inglés para aquí, como que no…

Fundador de Aladina. Pida tres deseos para Lo que de verdad importa y lo que comporta.

Primero: que se mantenga mucho tiempo en cartelera en España, porque vamos a hacer mucho bien aquí. Eso depende del público.

Segundo: que se vea también en muchos países, porque esta película es mundial.

Tercero: concienciar a todo el mundo de que el cáncer infantil necesita mucha ayuda, y no sólo económica.

REBOBINANDO

Hace 17 años que Paco Arango es Paco Arango. Yo me entiendo.

El hijo del fundador de Vips tenía una vida resuelta y prefirió una vida que mereciera la pena.

Hace 17 años, mientras Arango estaba tras las cámaras de Aladina, una alfombra mágica le llevó de un tirón ante los niños con cáncer. Se apeó del oropel, frotó la lámpara y entendió que su vida podía ser maravillosa.

Los primeros 37 años de Arango no fueron malos. Pero los 17 siguientes han sido mejores. En 2005 se lió el turbante a la cabeza y puso en marcha la Fundación Aladina. Desde entonces, casi todos los días de estos 17 años Paco ha ido a ver a sus niños. Y una Nochevieja. Y otra Nochevieja. Postergando el esmoquin de las fiestas por las uvas con sabor a UCI del Niño Jesús.

En 2011 conquistó el humanismo casi descatalogado del cine español con Maktub. Si no la ha visto, corra. De aquella película vinieron muchas tempestades interiores, y un buen cheque regalo para remodelar por completo la Unidad de Trasplantes de Médula del Niño Jesús.

Ahora ha rodado un cheque en blanco que se titula Lo que de verdad importa. Si no la ha visto, vuele. Todos los euros de la taquilla se convertirán en el oro de vacaciones libres para niños que tienen cáncer pero quieren vida.

Ante personas así caben dos opciones: o pensar que la vida debe ser maravillosa, o decidirse a que lo sea.

Inundaciones. Hambre. Pobreza. Muerte. Maldad. Corrupción. Gente que pasa. Gente-bofetón. Individualismo. Nihilismo. Soledad. Gente sin casa. Casas sin gente. Enfermedad. Niños que se van para siempre. Cáncer en tres dimensiones. Sí. Eso es parte del marco. Pero basta un Aladdín-en-vaqueros para transformar ese escenario de la vida misma en lo que de verdad importa. Y si es más de uno: locura. Sana locura. Arango está loco de atar.