EN PAUSE CON CRISTINA PARDO, periodista

“La corrupción es una de las cosas que vertebra España”

Cristina Pardo acaba de estrenar la segunda entrega de Malas Compañías, con dos dosis monográficas sobre la corrupción en Cataluña. Periodista de La Sexta a pie de Génova y Moncloa, e informadora con estilo propio en Al rojo vivo. Ya ha dado la campanada mediática. Y este año, además, retransmitirá las uvas más verdes desde la Puerta del Sol

Cristina Pardo tira de la manta en los platós de La Sexta. Tras Malas Compañías, los corruptos tienen ahora más frío.
Cristina Pardo tira de la manta en los platós de La Sexta. Tras Malas Compañías, los corruptos tienen ahora más frío.

Ferreras hace escuela y Cristina Pardo es una alumna aventajada. De él, y de Antonio Herrero, José María García y Jordi Évole. Un mix lleno de complementos circunstanciales que la convierten en periodista sui generis. Trabajadora. Sonriente. La dama del zasca desmelena el flequillo de sus análisis políticos siguiendo al PP sin desalientos. Con permiso de la vicepresidenta. Nació en la COPE y ahora está en mil frentes Al rojo vivo. Quiso ser la butanito del periodismo deportivo, pero le tocó dar gas a la información política. Con puño de acero. Con ironía navarra. Después de un año intenso en el circo de Puigdemont, acaba de estrenar Malas Compañías: la corrupción catalana en tres dimensiones. Para cerrar un 2017 laboralmente taquicárdico, dará las campanadas de La Sexta con Iñaki López. Si se comen las uvas con ellos, se atragantan. Seguro.

 

Dudo que Cristina Pardo crea en las hadas. Pero, si Walt Disney descongelara su creatividad, igual la convertía en la Campanilla de La Sexta. Yo me entiendo.

Fue el viernes pasado. El negro. Amanecemos en San Sebastián de los Reyes al rojo vivo. La saetera mayor del reino catódico busca un hueco en el parking, y viene pizpireta al ring pacífico de esta conversación. Estos días es blanco de entrevistas, porque sí, porque acaba de estrenar la segunda temporada de Malas Compañías, porque dará las uvas de La Sexta, porque sube como el champán. Y porque Pardo las lía serenamente pardas. Cada vez más.

Pardo ha sido la de Duracell de la información catalana en estos meses eternos de histeria estelada. Un final de año agotador, pero se le ve disfrutando el momento. En modo play total, pero sin que la prisa del directo le impida contemplar el bosque.

Que me gustaría hacerle una foto con un puño de boxeo. Caen flashes en el plató del Olimpo de Ferreras mientras tiramos de la manta.

Pasillos largos. Cafetería llena. Luces. Cámaras. Trepidación.

En veinte minutos de sosiego, sin teleprompter, 54 preguntas en riguroso directo. Metralleta de respuestas con balas de gomaespuma.

Medio hada hipster, medio dama de hierro en el país de ¿Yo corrupto? ¡Por nunca, jamás!

¡Puños fuera!

¿Es usted la cara del agotador carrusel informativo del espectáculo Puigdemont?

 

No. No soy la cara de nada. Aquí hay mucha gente trabajando durante bastantes horas. En todo caso soy la cruz… Por la jornada laboral…

¿Entiende mejor ahora Cataluña?

Sí. Seguramente, sí. Todos, espero.

¿Entendemos mejor los ciudadanos el trabajo de La Sexta?

Lo respaldan más, porque la ven cada vez más. No sé si eso es entender el trabajo de La Sexta, pero sí es un premio para los que trabajamos en esta televisión.

¿Entiende mejor Roures qué debe ser La Sexta?

No conozco a Roures. No es mi jefe… Pero supongo que Roures tuvo mucho que ver en el inicio de La Sexta. O sea, que es posible que ya tuviera una idea clara de lo que llegaríamos a ser cuando arrancamos…

Cristina Pardo empezó en la COPE. Quiso ser la José María García del nuevo periodismo deportivo. Aunque el partido no ha acabado, de momento hace periodismo político en el país de los goles de la corrupción por la escuadra. ¿Mejor así?

Yo de deportes no sabía nada. Me gustaba mucho García, y por eso quería hacer información deportiva, pero la vida profesional me fue llevando por otros caminos. Claramente ha sido mejor para los aficionados al deporte… De todas formas, si me hubieran dado esa oportunidad o no me hubiera quedado otro remedio, habría intentado ser, no sé si la mejor, pero, al menos, la más trabajadora.

¿Qué poso deja cubrir la información política del PP en estos años intensos?

Poso, poco… Cuanto más conoces de cerca a los partidos, más descreído te vuelves.

Dicen –desde hace años- que el PP tiene un problema de comunicación. ¿Se agrava? ¿Se cura?

Los problemas de comunicación del PP no se han agravado. De hecho, pienso que la nueva dirección del PP, por una cuestión generacional, también en la manera de entender la política, ha hecho que la comunicación del partido sea mejor, aunque tampoco es que sea óptima… En Moncloa, sin embargo, la mejoría no se ha notado todavía…

La vicepresidenta no le da la vez en las ruedas de prensa del Consejo de Ministros. Pero a Rajoy –parece- le cae simpática. ¿Es usted parte de la tensión que se traen entre el presidente y Soraya Sáenz de Santamaría?

No creo que sea tan importante como para ser ingrediente de esa hipotética tensión no resuelta entre los dos… Sí confirmo que he preguntado más veces a Rajoy que a la vicepresidenta. Es un dato.

¿Cree usted que, si el PP pierde las próximas elecciones generales, vivirá lo que ha sufrido Pedro Sánchez en un PSOE menguante?

Sí. Quizás con menos tensiones internas, o menos evidentes, porque en el PP hay mucha cultura de aparato. Ahora mismo, es inconcebible que las bases vayan en contra del sistema; pero sí auguro tensiones importantes llegado el caso.

¿Usted cree que Rajoy optará a la reelección? ¿Ve algún sustituto pacífico en el PP?

Rajoy, si pudiera, no se iría de allí ni con agua caliente. Su posible sustituto deben verlo en el PP. Yo pienso que, si hubiera que relevar a Rajoy de hoy para mañana, la persona que más posibilidades tiene es Feijóo. Pero, de aquí a entonces puede pasar de todo. De entrada, todavía tienen que echar a Rajoy, y eso no es tarea fácil.

¿La crisis catalana habrá hecho pensar a Rajoy que su tiempo ha terminado?

¡No! Para nada… Si seguimos la trayectoria de Rajoy, veremos que hay cosas importantes de las que él presume habitualmente, y una de ellas es la sangre fría con la que encaró las presiones por el rescate. Con el paso del tiempo –ya hay atisbos- Rajoy presumirá de la sangre fría que tuvo para aplicar el artículo 155. No sabemos qué consecuencias tendrá esa medida, pero, en cualquier caso, no creo que estas decisiones difíciles hagan flaquear a Rajoy. Todo lo contrario.

¿Qué tiene Rajoy que debería tener Pablo Iglesias?

Entre otras cosas, la experiencia.

¿A usted le ha decepcionado Podemos?

El hecho de cubrir la información política te hace cada vez más descreída con la propia política, y mirar las cosas con más distancia. Yo no sufro por ningún partido político. Me dedico a analizar, como puedo, lo que pasa. Los partidos no me generan ningún tipo de sentimiento.

¿Y percibe un cierto desencanto en la sociedad con los de Iglesias desde aquel 15-M?

Puede ser, no lo sé. Como periodista, sí he constatado una evolución. Por ejemplo: ahora mismo en Podemos hay comportamientos que hemos visto ya en los partidos tradicionales, a pesar de las promesas de que ellos nunca serían lo mismo. Es evidente que a un dirigente político le gusta más gobernar con disciplina, pero Pablo Iglesias, al principio, decía que su modelo era exclusivamente asambleario. Y no. Es lo que hay…

¿Podemos ha intentado abusar de La Sexta en beneficio propio?

¡No! La Sexta siempre ha dado las mismas oportunidades a todos los partidos políticos. Podemos y Ciudadanos siempre decían que sí, y otros nunca aprovechaban el guante. Esos mismos ahora se han dado cuenta de que salir en La Sexta, si lo haces bien y estás preparado, tiene más ventajas que inconvenientes.

¿A cuántos de Podemos, además de a Espinar, ha mandado a La Tuerka?

Creo que solo a Espinar, porque ha sido el único que se ha quejado de manera reiterada de mis preguntas. Pero bueno, mandaría a La Tuerka, o a dónde fuera a las personas que te conceden una entrevista y después se quejan de las preguntas. Los temas no los deciden ellos. Ellos eligen las cuestiones que plantean en el Senado, pero no las que les planteamos en La Sexta.

¿Cómo ve a Albert Rivera una periodista apostada en Génova?

Durante un tiempo, en el PP decían que Albert Rivera habría sido el recambio perfecto de Rajoy, pero ahora son socios de pura conveniencia. Entre el PP y Ciudadanos no existe ni mucha comprensión ni una particular empatía. En estos momentos, es probable que en Génova a Rivera le vean, cada vez más, como un peligro.

De 1 a 10: Cuánto cree Cristina Pardo en…

… los partidos políticos:

Un 4,9.

… la política:

En la política bien hecha sí creo, porque condiciona la vida de todos. Pero, claro… A la teoría de la política como servicio a la sociedad la puntúo con un ocho.

… la objetividad periodística:

No creo en la objetividad periodística, pero sí en la honestidad de la profesión. Un tres.

… Dios:

Cero.

Cristina Pardo

¿El periodismo español está dando la talla en estos momentos de tensión con historia?

¿Quién es el periodismo español? Habrá periodistas que estén dando la talla, y otros que no. Allá cada uno. Lo mejor es que el espectador, el lector, o el oyente pueden elegir lo que les ofrece más confianza.

La Sexta lleva tiempo haciendo lo que TVE aparcó en su día: actualidad al pie, especiales bien hechos… ¿La pública pierde un tren, o incumple sus esencias?

Me parece que desaprovecha una oportunidad… ¡Con la cantidad de medios que tiene! Si pusieran todas esas posibilidades al servicio de la información… Ellos sabrán… Yo me alegro de que La Sextahaya ocupado ese espacio.

Telemadrid ha iniciado una etapa nueva y está recibiendo buenas críticas. ¿Esta es la línea para no tener que invertir sin fondo en televisiones autonómicas que hacen más publicidad institucional que otra cosa?

Me parecen estupendos esos intentos de hacer una televisión pública mejor, como los que se aprecian en Telemadrid. Hay gente allí que lo hace muy bien. Pienso que las televisiones autonómicas, en algún momento, y esto te lo reconocen muchos de sus trabajadores, han querido convertirse en televisiones nacionales. A veces pretenden destinar el mismo dinero a hablar del conflicto en Irak que a cubrir las cosas del barrio. Eso es un error. Es probable que el que quiera saber qué pasa en Irak no elija una tele pequeña. Pero, vamos, que yo no tengo ni idea de gestión de televisiones…

¿TV3 se lo tiene que mirar?

Todos nos lo tenemos que mirar. Seguro…

¿Lo de Podemos y El País es un divorcio a palos?

No sé. ¿Alguna vez estuvieron casados?

¿Y lo de Prisa y La Sexta?

Yo sigo trabajando en la Cadena SER… No sé yo hasta qué punto ese divorcio ha sido completo…

Pardo ha compartido redacción con grandes figuras del periodismo español. Qué ha aprendido usted de gente como:

Antonio Herrero:

Estuve muy poco tiempo con él, pero consiguió que me interesara de verdad la información política.

José María García:

No aprendería nunca lo suficiente de él. Me parece un genio.

Luis Herrero:

El buen ambiente en el trabajo.

Federico Jiménez Losantos:

Lo que no me gustaría hacer.

Antonio García Ferreras:

Todo, especialmente, el premio del esfuerzo.

Ana Pastor:

La tenacidad en la entrevista.

Jordi Évole:

Nada es imposible.

Me sale sólo una mujer en este top 7… No sé si ha habido alguna más destacada cerca de su trayectoria profesional…

No. Ahora estoy con Javier del Pino y con Pablo Motos, de los que también aprendo mucho, obviamente, pero esos siete elegidos me parecen un buen recorrido.

Mujer y televisión: ¿Hemos superado ya la barrera superficial de la estética por encima de la capacitación profesional?

No del todo.

¿Caducan antes las mujeres en el mundo de la tele, o la naturalidad y el share rompen cualquier estereotipo?

Me gustaría que la naturalidad se llevara la palma, pero todavía queda algún reparo. Hay quien piensa, todavía, que el que está en casa no quiere ver en pantalla a una señora arrugada y con colgajos, cuando, a lo mejor, está diciendo cosas muy interesantes. Ojalá llegue un momento en el que haya profesionales mayores –señoras y señores- en la televisión. Me parecerá estupendo, y lo defenderé siempre. Incluso señoras mayores con colgajos y con un cuerpo rechoncho, como muchos otros.

¿En su casa –La Sexta- percibe que este tema es prioritario en el diseño de las redacciones y las parrillas?

No. Yo mido 1,50, me considero normal, tengo un cuerpo para ir tirando, sin aspavientos, y desde luego le puedo asegurar que no me falta trabajo.

¿La Sexta es pionera en potenciar la marca personal de sus periodistas? Pastor, Ferreras, Évole, Mendizábal, Pardo…

No sé si lo potencia La Sexta, o es que esta televisión ha dado oportunidad de que sus profesionales tengan cierta libertad al contar las cosas y aplicar así su sello personal. Si La Sexta hubiera decidido hacer unos informativos de sujeto-verbo-predicado, monocordes, probablemente, ninguno de sus periodistas habría resaltado. El mérito de La Sexta es haber dado mucha libertad para hacer unos informativos en los que cada uno es cada uno.

En La casa de papel, Antena 3, usted actúa en ficción siendo Cristina Pardo. ¿Pardo es un personaje?

No… No lo sé… Yo creo que no… Lo de La casa de papel fue algo excepcional que hice con mucho gusto, porque la serie está muy bien, y porque uno de sus guionistas había trabajado con nosotros en Al rojo vivo: Javi Gómez. A todo lo que me pide Gómez, la respuesta es ¡sí!

¿Se arrepiente alguna vez de ser Pardo, sin tapujos, en directo?

No me suelo arrepentir de ser Pardo. Llevo con mucho orgullo el apellido paterno...

Cristina Pardo

¿Sus zascas son un género periodístico, o un exceso de carácter?

Son lo que hay… Carácter tengo, la verdad... Son respuestas que me salen espontáneas. Antes de pronunciarme, nunca pienso en triangular. Van sobre la marcha. Y algunos, sí, se me escapan.

Presenta Malas Compañías, una especie de Gran Hermano de la corrupción política. ¿Da para muchos más capítulos de los que nos imaginamos?

Pufff… Pues, fíjese, yo creo que la corrupción es una de las cosas que vertebra este país. Lamentablemente, da para más capítulos. De momento llevamos dos, y habrá más.

Primero, Valencia. Ahora, Cataluña. ¿Después, Madrid?

Habrá más…

¿Le presionan los corruptos y los amigos de los corruptos para que no meta el dedo en más llagas?

¡No!

Un periodista que llora porque le presionan, ¿está listo para ejercer la profesión?

Sí. Se puede llorar al sufrir presiones, claro, pero pienso que debemos sobrevivir y sobreponernos a eso. Pero llorar, por supuesto. Todos lloramos de rabia, de decepción, de incomprensión, de cansancio…

Si buscamos en Google, “Cristina Pardo” aparece ya por delante de “Cristina Pedroche”, y “Pardo, Cristina”, por encima de “Pardo Bazán”. ¿En la cumbre hace frío?

En la cumbre… No tengo ni idea, porque a mí esas cosas me dan mucho pudor y mucho reparo. Lo que tengo claro es que un día estás por encima de Pardo Bazán, y otro día no se acuerda de ti ni Rita. Me alegro de que a la gente le suscite algún interés, pero, vamos, mucha tranquilidad…

Para usted es importante que sus padres no se avergüencen de su trabajo... ¿Hay padres que seguramente se avergüencen de lo que sus hijos hacen en la tele?

No, pero para mí es importante que mis padres sean felices y estén orgullosos de lo que hago. Mi manera de trabajar tiene eso muy presente. No sé cómo vivirán el trabajo de sus hijos en la tele otros padres, pero yo conozco bien a los míos, y me encanta que estén contentos con mi trabajo.

Cristina Pardo se bautizó en el periodismo redactando el tiempo… ¿Qué ha aprendido de la profesión en este tiempo?

Que hay que trabajar mucho, y que el esfuerzo tiene recompensa.

Usted e Iñaki López presentarán las campanadas de La Sexta: ¿Uvas de la ira? ¿Uvas de la suerte?

¡Uvas de la suerte! Iñaki López es uno de los tíos más divertidos que conozco. Con él ahora serán las campanadas, y mañana, lo que se tercie. Con Iñaki, al fin del mundo, porque es genial.

Si Pardo se arrancara con un monólogo de fin de año desde Sol, ¿cómo empezarían esas palabras para despedir este 2017 de vértigo?

Saben aquel que diu

¿Espera usted un 2018 al rojo vivo?

Seguro. Al rojo vivo tiene contenidos de sobra todos los días, y un director-presentador con carrete hasta el próximo siglo como nadie duda, así que…

Por cierto: hablando de nocheviejas: ¿Está usted lista para ser parodiada ya por José Mota?

Cuando empezaron a aparecer las primeras parodias de Ferreras, le dije a Antonio que, en mi opinión, había alcanzado la cima. Creo que es la leche que eso te pase, porque significa que eres una persona reconocible y reconocida. No hay mayor chollo que reírte de ti misma y que alguien te facilite esa posibilidad.

REBOBINANDO

Los periodistas siempre enseñan. Algunos, incluso, sin dar lecciones. Trabajan, se les lee, se les oye, se les observa. De su forma de contar, se aprende. De su forma de estar, se aprende. Y perderse esas lecciones amables de aprendizaje ordinario es un pecado profesional para los periodistas que aspiran a ser mejores.

De esta conversación con Cristina yo me he ido apuntando al margen unas consideraciones. Como notas mentales, no para emular, pero sí para sacar petróleo de donde se pueda. Dicen así:

Aprovecha el talento de los buenos periodistas con los que ha coincidido. Es lista. Le saca partido a las oportunidades. Disfruta de su trabajo. Se le ve en la cara. Curra sin descanso. Es consciente de que los trenes se aprovechan hasta el final. Natural y equilibrada en la gestión de su marca personal y la marca de La Sexta. Reconoce sin mohines sus virtudes y sus defectos. Porque los directos, como el algodón, no engañan. Tiene los tacones en el suelo. No habla mal de nadie. Ni de Soraya… No habla exclusivamente bien de nadie. Y no es neutra, claro. Responde personalmente a los mails de sus colegas, aunque no les conozca de nada. Es mi caso. Eso se valora mucho en el mercado de las personas que, además, rozan las coyunturas de la fama. Y una actitud fundamental para los que trabajan en serio: sabe reírse de sí misma, y José Mota lo sabe.

Cristina está en lo alto de la parra a punto de dar las felices uvas nuevas. No se atraganten. Aunque lo parezca, ni muerde, ni pica.

Mi brindis es que Pardo casi acaba de empezar. Ding. Dong

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