Periodistas españoles en Ucrania están trabajando sin cascos ni chalecos

Muchos son freelance y no pueden pagar el alto precio de las prendas de protección. Los medios en España están empezando a reducir el espacio que dedican a la guerra

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“No hay protección. Hay equipos que se están marchando”. Así denuncia Sara Rincón, periodista, la situación de muchos de los informadores españoles que están trabajando en Ucrania para cubrir la guerra.

Explica que, aunque su propia posición es buena, dado que trabaja en Quality Media, una productora independiente que da servicio a medios como La Sexta y el canal mexicano Televisa, Rincón relata que hay periodistas, principalmente freelance, que “no cuentan con equipos de protección” con los que trabajar.

El problema es el alto coste de artículos como los cascos y los chalecos antibala necesarios para operar en una zona de guerra. Sera está trabajando en la frontera y admite que “cambia mucho el discurso” cuando ves que las bombas “pasan cerca” de ti.

Desplazados sobre el terreno

La denuncia de Sara Rincón tiene fundamento. Según datos publicados el 11 de marzo por Reporteros Sin Fronteras, hay más de 70 reporteros gráficos y periodistas que están cubriendo la guerra de Ucrania sobre el terreno. Y dentro de este número “se encuentran muchos freelances que no cuentan con empresas periodísticas que les respalden”.

Reporteros Sin Fronteras y la Federación de Asociaciones de Periodistas de España prestaron “los equipos que tenían disponibles” pero se han quedado “sin existencias”. Han solicitado a periodistas que vayan a viajar a zona de conflicto que “no lo hagan si no disponen de los adecuados equipos de seguridad”.

El reportero Argemino Barro
El reportero Argemino Barro

El reportero Argemino Barro, que trabaja para medios como El Confidencial o The Objective desplazado en la frontera moldava, confirma la situación de inseguridad. Según destaca a ECD, “muchos periodistas van sin apoyo de un medio, sin el equipamiento necesario, y, a veces, sin experiencia”.

Una guerra muy destructiva

Barro reitera que es “una guerra a gran escala y con armamento variado y especialmente destructivo”.

El freelance Pablo Miranzo añade que, aunque él “no ha necesitado conseguir chaleco ni casco” ya que ha trabajado en la frontera, es consciente de que “resulta muy difícil conseguir uno”.

Otros corresponsales que han estado allí desvelan que las administraciones públicas no les han ayudado, y que “no está actuando con los periodistas”. Comentan que, en el conflicto, las personas más importantes son los refugiados, pero que ellos, los profesionales, son necesarios para que “se pueda conocer su historia” y no se limite solamente a un tuit.

 

Pérdida de interés

Los enviados especiales comentan que empieza a haber “un descenso del interés” por parte de los medios de comunicación a la hora de publicar temas relacionados con la guerra de Ucrania.

Ahora hay que presionar más para “tratar de ‘vender’ el tema”. Uno de los factores de la pérdida de interés es la repetición de historias, que “no se puede contar nada nuevo”. “Si no caen bombas en directo, parece que no interesa”, comentan.

Sara Rincón enfatiza “el interés social de este tema”, porque Ucrania es un país del que más de tres millones de personas, casi un 10% de la población, ha huido desde que comenzó la población.

El freelance Pablo Miranzo
El freelance Pablo Miranzo

Muchos independientes

Miranzo explica que “a este conflicto se han lanzado muchos periodistas independientes”. Por lo que me cuentan editores todos los días llegan muchas propuestas nuevas.

Barro señala que, “a no ser que la guerra se extienda a otros países o que ocurra algo inesperado”, como una derrota del ejército ruso, la captura o muerte de Zelenski, o un golpe contra Vladímir Putin, “es inevitable que el interés decaiga”.

En su valoración, los cerebros de todos los ciudadanos “necesitan el estímulo y la novedad constante”. Por ello asegura, que, en algún momento la tragedia ucraniana, “desgraciadamente, dejará de ser tan novedosa”.

Experiencia personal

Los periodistas citados han vivido un duro trabajo a lo largo de esta cobertura. Barro lo considera “más agrio que dulce, tal y como suele ocurrir en situaciones tan trágicas como esta”.

Ve que la invasión de Ucrania obedece a los “instintos expansionistas de una potencia decadente”. Y por ello “millones de ucranianos están sufriendo horrores indescriptibles”. Lo considera “una tragedia irreparable y absoluta que dejará marcas en millones de vidas”.

No obstante, como periodista lo ve como “una oportunidad para ir a sitios y escribir artículos que, en otras circunstancias, habrían sido simplemente invendibles”. Pudo viajar a Gagauzia, una región autónoma del sur de Moldavia donde vive una minoría túrquica de simpatías prorrusas.

No obstante, apunta que no hay carrera profesional en el mundo que compense “una milmillonésima parte de las cosas terribles que estamos presenciando en Europa”.

Refugiados

Las experiencias de Miranzo se han desarrollado sobre todo en la frontera. Ahí ha documentado “la salida de refugiados y las iniciativas de ayuda que se están dando”. Un reportaje en el que está trabajando, junto con los periodistas Miguel Ángel Valero y José Pedro Martínez, es “la ayuda selectiva que se está dando a los refugiados de diferentes países”.

Rincón, por su parte, sigue trabajando en la frontera con Polonia y con “muchas ganas de mantener ahí la noticia”. Dentro de sus prioridades, ve “fundamental” describir la crisis humanitaria ya que es “una de las mayores” desde la Segunda Guerra Mundial.

Aunque haya tenido lo que llama “días flojos”, dado que es “un entorno muy volátil”, se muestra orgullosa del trabajo de todos los compañeros con las que ha estado cubriendo la guerra ya que “han trabajado en equipo”.

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