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120 aniversario de Renault. La innovación como norma

Renault aprovechó el marco del Salón Rétromobile 2018, celebrado entre los días 7 al 11 de febrero, para festejar por todo lo alto su 120 cumpleaños.

120 aniversario de Renault
120 aniversario de Renault

En este emblemático Salón dedicado al mundo de los clásicos, la marca del rombo expuso veinte vehículos que sintetizan sus 120 años de vida bajo la permanente batuta de la innovación. Desde su nacimiento, Renault ha sabido adaptarse a las necesidades de cada época, satisfaciendo las expectativas de sus clientes

Manuel Reyes

Esta historia empieza gracias a los esfuerzos y audacia de un gran hombre, como fue Louis Renault. En 1898 Louis Renault sube la cuesta de la calle Lepic, en la pronunciada colina de Montmartre, a bordo del primer vehículo Renault, el Tipo A.

El numeroso público congregado quedó asombrado por la sencillez de su conducción y por su ligereza, y comenzaron los primeros pedidos. El Tipo A ya era todo un ejemplo de innovación gracias a una novedosa caja de velocidades con toma directa acoplada a un motor delantero. Ya anticipaba por aquél entonces las características de un automóvil moderno, dando un gran impulso a la empresa Renault Frères.

No pasó mucho, al año siguiente, cuando Louis Renault preocupado por el confort de sus clientes lanza el Tipo B, considerado como uno de los primeros automóviles cerrados de la historia.

En estos primeros años la marca no se olvidó de los profesionales, a los que ofreció, en 1909, el Tipo BD Furgón, desarrollado para modernizar el parque de los antiguos ómnibus de caballos. Se convirtió en el primer tres toneladas de la firma y tuvo muy buena acogida.

De esta época (1910) también data el primer taxi parisino, el Tipo AG 1, que permitía a sus ocupantes disfrutar del buen tiempo gracias a su cabina descapotable. En 1.914 se le bautizó como “taxi del Marne” porque se utilizó para transportar  soldados hasta el frente del río Marne, durante la Primera Guerra Mundial.

Menos belicoso, ya pasadas las penurias de la guerra, entreno en escena, el Renault Tipo KJ1 (1923) para satisfacer las necesidades de la población, contribuyendo notablemente a la expansión del automóvil en los años 20.  Se ofrecía con varias carrocerías para adaptarse a los gustos de un amplio espectro de clientela: versión tres plazas en forma de trébol, conducción interior, descapotable y torpedo. En este periodo Renault también se involucró en gran medida con la movilidad, en unos tiempos en los que solo unos pocos tenían un coche en propiedad.

El Renault Tipo PR de 1927, a medio camino entre un coche grande y vehículo comercial, evolucionó en forma de autocar ligero con capacidad para transportar sentados a diez pasajeros. Alcanzaba una velocidad máxima de 65 km/h.

La Segunda Guerra Mundial marcó un antes y un después en todo tipo de actividades, y la industria del automóvil no iba a ser menos. Con forma de berlina de cuatro puertas, el Juvaquatre de 1937 fue el primer modelo con una carrocería totalmente de acero, muy apreciado por las familias con ingresos modestos. Pero si el Juvaquatre era un vehículo modesto, otro tanto ocurría con el célebre 4 CV de 1947, con el que Francia volvía a la carretera tras el periodo bélico.

 

En este aspecto simbolizaba el vehículo de la libertad, un coche apto para todos los públicos y generaciones. Su filosofía cuatro: 4 puertas, 4 plazas, 4 caballos sintetizaba lo que le hizo popular, su excepcional habitabilidad gracias a un piso plano y al motor colocado en la parte trasera. Con más de 1 millón de ejemplares vendidos, contribuyó a la democratización del automóvil de la posguerra.

El primer Renault con tracción delantera fue, el Estafette de 1959. Un vehículo comercial que facilitaba las labores de carga y descarga gracias a sus puertas laterales de corredera y a su superficie de carga plana. Se comercializó en diferentes versiones para adaptarse a las necesidades de una gran variedad de usuarios, desde el vendedor de helados hasta el viajero amante del camping.

Curiosamente la tracción delantera y la propulsión trasera convivieron en la marca del rombo durante los años 60. Después de la revolución que supuso la introducción del  4 CV, llegó otro producto que se transformaría durante décadas en símbolo de versatilidad, el famoso Renault 4.

Pero con una concepción mecánica opuesta, motor delantero y tracción delantera, a la que imperaba en Renault por aquél entonces, puesto que convivió con el Dauphine (1956-1968) y con el R8. Ambos modelos dotados con motor trasero.

Estuvo fabricándose nada menos que 33 años (de 1961 a 1994). Su piso plano, su banqueta trasera abatible y su quinta puerta lo convirtieron en un vehículo tremendamente práctico. Además, la eliminación de los puntos de engrase junto a un circuito de agua cerrado facilitaban su mantenimiento.

Innovación, versatilidad y lujo vinieron de la mano de modelos como, el Renault 16 (1965). Un automóvil que sorprendió por su amplia carrocería de dos volúmenes, con portón trasero y tracción delantera.

Justo lo contrario de lo que ofrecía su competencia. Destacaba por un gran confort de marcha, un generoso maletero y un equipamiento de lujo que contemplaba elementos como, los elevalunas eléctricos delanteros o la caja automática. Preparó el camino al Renault 30 (1975), todo un acontecimiento tecnológico. Fue el primer vehículo con tracción delantera de gran difusión equipado con un motor V6, dirección asistida y una quinta puerta.

Pero esta incursión de la marca del rombo en el mundo del lujo no excluye la vocación de fabricante de vehículos utilitarios y polivalentes. En esta área jugó de maravilla con el Renault 5 (1972), dotado con un agraciado diseño que cautivó a los jóvenes, especialmente al público femenino.

Como coche familiar triunfó el Renault 9 (1981), que llegaba a un segmento esencial del mercado europeo, la del cliente que busca un coche familiar polivalente con un coste de utilización moderado. Diseñado en principio para el mercado europeo, sus cualidades económicas le propiciaron una rápida expansión internacional al surgir la segunda crisis del petróleo.

Como una segunda revolución francesa irrumpió en el mercado, el Renault Espace (1984). Innovación en el más amplio sentido de la palabra. El Espace creó una nueva categoría de vehículos, el monovolumen, con un habitáculo extremadamente modulable. Introdujo en el argot automovilístico el término modularidad gracias a sus asientos individuales, desmontables e intercambiables que facilitaban la convivencia a bordo. La posición de conducción alta, el piso totalmente plano y el gran volumen del habitáculo le dotaban de unas cualidades inéditas, nunca vistas, además de regalar a sus ocupantes con un gran confort de marcha. Visto el éxito del concepto monovolumen, Renault lo trasplantó a otros segmentos del mercado.

El simpático Twingo (1992) cautivó por un diseño desenfadado que rompía los moldes en el sector de los utilitarios. La versatilidad de su banqueta trasera deslizante permitía distribuir su más que generoso espacio interior en función de las necesidades del momento. Algo parecido sucedió con la llegada del Scénic, en 1996, el primer monovolumen compacto de la historia del automóvil. El Scénic cierra con broche de oro esta gran gesta de Renault, ser el inventor del monovolumen.



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