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El etiquetado de los neumáticos. Descifrando el jeroglífico

Han pasado 5 años desde que entrara en vigor en Europa, el nuevo sistema de etiquetado de neumáticos, y todavía continua siendo una asignatura pendiente para la mayoría de conductores.

El etiquetado de los neumáticos
El etiquetado de los neumáticos

Esta normativa, que afecta a turismos, vehículos comerciales, TT, camiones, autocares y autobuses, aporta importantes claves que permiten comprender a los usuarios cómo les afecta  a ellos mismos y al entorno este redondo elemento. 

Esta legislación, al servicio del consumidor, tiene por finalidad aumentar la seguridad y la eficiencia tanto económica como medioambiental del transporte por carretera mediante el fomento del uso de neumáticos que sean eficientes en términos de consumo de combustible, que resulten seguros y que presenten bajos niveles de ruido.

Gracias al sistema de etiquetado, que suministra información sobre los distintos parámetros de los neumáticos, el usuario puede elegir con total conocimiento de causa el calzado para su vehículo.

El etiquetado

Los tres criterios sobre los que se apoya son: el consumo de carburante, con una clasificación de la A (la mejor) a la G para evaluar, el nivel de resistencia a la rodadura y de qué forma contribuye la cubierta a ahorrar combustible. El siguiente es la seguridad, con una clasificación, asimismo, de A a G que valora la distancia de frenado en suelo mojado y, por último, el ruido ambiental o nivel de ruido exterior de rodadura. Por poner un ejemplo en el apartado seguridad, entre la mejor clasificación posible (A) y la peor (G) que puedan obtener las cubiertas de un turismo en función de la adherencia en superficie mojada hay nada menos que 18 metros de diferencia o, lo que es lo mismo, un incremento del 30 por ciento en la distancia de frenado.

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De la misma forma, entre la obtención de una A o de una G en eficiencia energética media un ahorro de combustible del 7,5 por ciento (0,5 litros a los 100 km). Un hecho que hay que tener muy en cuenta es que el 20 por ciento del consumo de combustible se debe al neumático.

Una característica diferenciadora de los neumáticos respecto a otros componentes es el consenso. Tienen que unir, en perfecto maridaje, estos tres conceptos, a veces antagonistas: optimizar consumo y emisiones (CO₂) a base de reducir la resistencia de rodadura, reforzar la seguridad de la mano de una disminución de la distancia de frenado y la lucha contra la contaminación acústica atenuando el ruido exterior de rodadura.

Una cubierta muy segura puede ser muy ruidosa, pero por imperativo legal ha de buscar un equilibrio entre ambas propiedades. Un equilibrio entre los tres factores citados: consumo, seguridad y ruido. El usuario suele pedir a sus neumáticos versatilidad, seguridad, comportamiento, duración, confort…, por este orden. La insatisfacción suele darse por tres motivos bien definidos: duración, confort y calidad.

El neumático es el elemento de unión entre el vehículo y la carretera, resultando clave tanto para la seguridad como en su comportamiento. A través de  esta etiqueta, el consumidor obtiene una valiosa información sobre los tres factores anteriormente comentados. Sin embargo todos estos esfuerzos resultarán vanos si no se presta la debida importancia a un asunto, por cierto, muy olvidado, el mantenimiento. Una presión inadecuada incrementa el consumo de carburante, la distancia de frenado y el riesgo de que se produzca el temido aquaplaning, a la vez disminuye la duración. 

 

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