La Mirada Crítica

Las fuertes lluvias evidencian las deficiencias en la red viaria. Si llueve no conduzca

Durante los últimos días e, incluso, semanas, las fuertes lluvias caídas sobre toda España han puesto una vez más de relieve la cantidad de puntos negros y deficiencias que afectan a demasiados tramos de toda la red viaria, sin distinción.

Si llueve no conduzca
Si llueve no conduzca

Deficiencias que afectan tanto a la red primaria como a la secundaria. Las balsas propician la aparición del temible aquaplaning, mientras algunos pavimentos se transforman en auténticos espejos durante la conducción nocturna.


Manuel Reyes

La lluvia complica bastante la conducción, y más si no se observan una serie de medidas fundamentales como mantener los neumáticos en perfecto estado, en buen uso los limpiaparabrisas o el alumbrado bien puesto a punto. Dando por hecho que, el vehículo está en perfecto estado de revista,  que la lluvia afecta bastante a la visibilidad y que hay que extremar las precauciones al volante, el siguiente agente a considerar es el escenario, la red de carreteras.

Lamentablemente hay demasiados puntos negros distribuidos por toda la red nacional de carreteras. No se libra ningún tipo de trazado, ya sea autovía, carretera o carretera de la red secundaria.

Cuando llueve fuerte abundan como las setas en otoño (siempre que sea lluvioso, precisamente) peligrosísimas balsas que constituyen un auténtico caldo de cultivo para la aparición del temido aquaplaning o hidroplaneo. Estas acumulaciones de agua son a veces de tal profundidad, que de poco sirve la precaución que se lleve o circular muy despacio, siendo lo peor el factor sorpresa.

Si el aquaplaning se produce en una recta se podrá salir más o menos airoso de la situación, siempre que se sepa qué hay que hacer. Por el contrario, si se produce en una curva, aumentan las posibilidades de salirse de la vía.

El aquaplaning deja inhabilitada la dirección del vehículo,  el neumático no rueda, se desliza sobre el agua. En caso de que aparezca más que saber qué hacer, conviene saber lo que no hay que hacer. Ante todo mucha calma, nada de frenar o girar bruscamente el volante, simplemente dejar de acelerar y esperar a que los neumáticos recuperen el contacto con el asfalto.

Quienes hayan circulado estos lluviosos días por la A-42, la A-4, la A-2 o la madrileña M-40, por poner unos ejemplos, habrán podido comprobar en primera persona o, mejor dicho, sufrido estas balsas.

Las causas hay que buscarlas sobre todo en defectos en la construcción, además de un deficiente mantenimiento. Cuando se trata de falta mantenimiento, esta dejadez hay que achacársela directamente a la Administración si la vía pertenece a la red de carretas del Estado. Si la carretera pertenece a la red secundaría, a la dejadez se une el tan traído y llevado tema de las competencias.

Que si es competencia de la Comunidad Autónoma, que si el responsable es el ayuntamiento de turno o que la responsabilidad recae en la Diputación Provincial, al final, nadie hace nada. Sin lugar a dudas los reinos de taifas dejaron su estigma en España.

 

A la mala visibilidad que propicia la lluvia intensa, se une una dificultad añadida si se circula por la noche. Hay un tipo de asfalto, permeable, que prácticamente se bebe el agua y permite ver perfectamente la señalización horizontal, las rayas de la calzada, tanto de día como de noche.

Como contrapartida, cuando por fin se parchean los abundantes baches o se reasfaltan algunos tramos que estaban muy deteriorados, se utiliza un tipo de asfalto de color negro, bastante impermeable, sobre el que el agua forma una película. De noche y con lluvia esta película de agua propicia que la superficie de la carretera se transforme en un espejo que refleja fielmente los haces luminosos de los faros.

Unos reflejos tan molestos como peligrosos, puesto que impiden ver correctamente la calzada además de las líneas, que desaparecen totalmente. Una dificultad muy “brillante” que  se une a la ya de por si precaria visibilidad derivada del fenómeno atmosférico.  Paradójicamente cuanto mayor es la intensidad de los haces luminosos, caso de utilizarse faros de xenon o de led, este reflejo proveniente del asfalto es asimismo mucho más intenso.

Mientras tanto, los mensajes de la Dirección General de Tráfico (DGT) en los carteles luminosos, “control aéreo de velocidad y mantenimiento de la distancia de seguridad”. Un mensaje muy, pero que muy claro, en claro contraste con una pérdida de visibilidad creciente y con un fuerte viento que produce bastante respeto, por no decir temor.

Vamos, uno de esos días ideales para el vuelo de un helicóptero, si apenas visibilidad y peligrosísimos vientos de cizalladura, con el objeto de controlar la velocidad de los automovilistas. Pero a buen seguro, el helicóptero se quedó en el hangar.

Haría muy bien la DGT en difundir otro tipo de mensajes, y más con esta climatología. Simplemente una llamada a la prudencia o a moderar la velocidad.

Pero también hay que dar ideas. Está tardando mucho la  DGT en hacer una campaña, con constantes recordatorios en los carteles luminosos, orientada a recordar a los conductores que hay que circular por la derecha.

Circular por la izquierda o por el carril central se ha convertido en todo un deporte nacional. Claro, para percibir esto, para ser consciente de este comportamiento hay que estar en la carretera, y no sentado en un despacho enviando tuits, a veces poco adecuados. Circular por sistema tanto por la izquierda como  por el carril central es bastante peligroso.

Los conductores que marchan reglamentariamente por la derecha llega un momento en que se cansan de tener que cambiar constantemente de carril o, mejor dicho, carriles para adelantar al vehículo que va por el central y, en consecuencia, le rebasan peligrosamente por la derecha.

No obstante, también hay que considerar que muchos automovilistas circulan por la izquierda en algunos tramos por el lamentable estado del carril derecho, lleno de baches. Otros lo hacen porque cuando llueve, la película de agua que recubre el reasfaltado y negro carril derecho no les inspira confianza.

Pero una cosa es que esta película no deje ver las rayas y otra muy distinta que el piso no ofrezca adherencia.



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