Madrid Central y la movilidad (I): Los nuevos cautivos

Las restricciones impuestas por Madrid Central a quien viva en la capital le suponen un problema de relativamente fácil solución, asumible.

El residente en la zona Madrid Central dispondrá de un total de 20 invitaciones al mes para repartir entre familiares y amigos. A racionar toca.

Evidentemente, la puesta en marcha del proyecto Madrid Central tendrá gente a favor y gente en contra. Incluso entre los propios residentes. 

Pero no por ello deja de ser un recorte en las libertades del ciudadano,  desde el que habita en la tan traída y llevada almendra central hasta el que tiene que desplazarse,  sea por ocio, por trabajo o por cualquier otra cosa necesidad.

Una especie de muralla invisible que convierte al madrileño que no vive en el centro en “visitante” y supone un cúmulo de molestias a quienes se desplazan desde otras ciudades y municipios españoles.

Todo sea por el llamado bien común y la calidad del aire.

Una de las cosas que más me ha impactado del proyecto Madrid Central, sin vivir en el centro de Madrid, es el permiso que tienen que pedir los que sean residentes para que puedan visitarles sus amigos y familiares, mejor dicho, para que puedan acceder y aparcar con sus coches sin ser multados.

Cada residente dispondrá de un máximo de 20 invitaciones al mes y sus invitados podrán aparcar un máximo de 2 horas en zona verde. Verdaderamente no salgo de mi asombro.

No sé si interpretarlo como una especie de “racionamiento”, pero me suena a ello. Se podrá argumentar que se puede acceder de forma ilimitada en trasporte colectivo, en taxi, en VTC, en bicicleta, en patinete, etc.

Si, pero no en coche particular, a no ser que se disponga de un vehículo con etiqueta medioambiental Cero o Eco.

Podrán circular sin restricciones por la almendra central los vehículos que porten la etiqueta Eco o Cero de la DGT. También podrán aparcar gratuitamente en zona SER.

Las restricciones impuestas por Madrid Central a quien viva en la capital le suponen un problema de relativamente fácil solución, asumible.

Pero para quienes  tengan que desplazarse a Madrid desde otros municipios de la Comunidad o desde otras ciudades o poblaciones de España por el motivo que sea, el renunciar a su propio vehículo y tener que estudiar otras alternativas les puede suponer un serio problema que, al final, casi siempre se resolverá a golpe de talonario.

Tirando de talonario para pagar, por ejemplo, el parking del vehículo cuantas veces sea necesario. En definitiva, una fórmula que invita, por no decir impone, cambios en las costumbres.

Aquellos que se desplacen a Madrid en su vehículo desde otras poblaciones o ciudades españolas y tengan que permanecer varios días en la capital por el motivo que sea, no tendrán más remedio que recurrir a un parking.

Siempre hay que ser cautelosos con las estadísticas

No he preguntado a los residentes de Madrid Central su acuerdo o desacuerdo con tan polémicas medidas,  que les vende más calidad en el aire o menos ruido.

Imagino que se habrán hecho unas cuantas encuestas. Sin embargo cada día creo menos en ellas por la sencilla razón que una buena parte de las mismas presenta un acusado tufo capcioso.

 

Suponiendo que se realicen de forma totalmente escrupulosa y transparente, el peligro está en que a continuación aparezca ese personaje tan de moda, el maquillador.

Aunque a veces se le vaya un poco la mano y más que una sesión de maquillaje parezca más bien una de tortura, dadas las conclusiones sui géneris que extrae.

El proyecto Madrid Central es sin lugar a dudas un proyecto verde. Muchas de las medidas que contempla están muy, pero que muy verdes, sin madurar.

Y aún así se ha puesto en funcionamiento. Muchos problemas  de algunos ciudadanos no son tan aislados ni tan concretos, se repiten, por lo que ya no atañen exclusivamente a un individuo con unas necesidades específicas.

Pasan a ser problemas colectivos para los que no se ha previsto ninguna solución, dadas las prisas por poner en marcha el plan. Las prisas traen consigo la improvisación.

Existe una gran cantidad de residentes en la almendra central que no están empadronados.

Asimismo también hay que contar con los comerciantes, los que tienen un negocio y pasan más tiempo en el mismo que en su propia casa, los distintos profesionales que tienen que dar servicio a los particulares residentes y acceder a la zona, etc.

La solución, más de lo mismo: cada uno habrá de buscarse la vida como pueda o sepa.

Al residente empadronado no le quedará más remedio que convertirse en una especie de  gestor de matrículas para solicitar los correspondientes permisos de acceso a los vehículos de sus amigos, del reparador de electrodomésticos, etc.

Tengo la profunda impresión de que el ayuntamiento de la alcaldesa Carmena pretende convertir el centro de Madrid en una especie de parque temático dirigido fundamentalmente a los turistas, sin importarle demasiado las necesidades reales, los hábitos o las costumbres de los ciudadanos residentes.

Eso si, los parques temáticos gozan de amplios aparcamientos.

Parece como si la alcaldesa Carmena quisiera convertir el centro de la capital en un parque temático para turistas. Eso si, con sus baches correspondientes.

Acabar con el tráfico de vehículos particulares en Madrid

Profundizando un poco más en los entresijos de Madrid Central se extraen algunas conclusiones. Madrid Central es el proyecto estrella de Inés Sabanés, Concejala de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid.

Encuadrado dentro de la Nueva Ordenanza de Movilidad Sostenible, aglutina una serie de medidas restrictivas, por no tildarlas de prohibiciones, que tienen como objeto terminar con el tráfico privado en el centro (de momento) de la capital.

Porque desde luego la animadversión del consistorio madrileño hacia el automóvil o todo lo que tiene 4 ruedas es total. Y esto no es una apreciación personal, son hechos consumados.

Hay actividades susceptibles de regulación mediante leyes o normas, que la mayoría de las veces conllevan recortes en las libertades individuales en pro del bien común.

Sin embargo aparecen demasiadas evidencias que incitan a pensar que lo que realmente pretende  el consistorio madrileño es imponer un nuevo modelo de ciudad, con la incorporación de nuevos agentes en el apartado de la movilidad (bicicletas, patinetes, etc.) a base de disposiciones que en ocasiones rayan lo absurdo, por no hablar de prohibiciones puras y duras.

Un modelo de ciudad del que se echa mano principalmente por motivos medioambientales, de bienestar de los ciudadanos y de calidad del aire, que lleva aparejado muchas restricciones al tráfico de automóviles, peatonalizar cada vez más zonas y eliminar zonas de aparcamiento. Así de bonito lo pintan.

Aunque no faltará quién vea en este tipo de maniobras la clara intención, sin más,  de cargarse poco a poco la circulación de vehículos particulares en Madrid.

Es lógico que el ciudadano de a pie o en coche se haga muchas preguntas. Preguntas lógicas, coherentes, que en muchos casos no tienen su correspondiente respuesta lógica.

Muchos conductores presienten que tras estas restrictivas medidas acecha la idea de cargarse poco a poco la circulación de vehículos particulares en gran parte de Madrid.

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