Naves industriales: las peculiaridades de un producto poco estándar

Hay que saber escoger que nave se adapta mejor a nuestras necesidades como empresa

Naves industriales.
Naves industriales.

Fundar una compañía y ponerla en marcha no es ni mucho menos tan fácil como algunos piensan. Aunque para la gran mayoría crear una empresa es cuestión de disponer del dinero necesario para embarcarse en el proyecto, lo cierto es que hay factores que ni siquiera las sumas dinerarias más jugosas pueden controlar, por lo que también en circunstancias económicas favorables aparecen inconvenientes complicados que se deben salvar. Uno de ellos, sin ir más lejos, tiene que ver con el establecimiento físico de la empresa. Especialmente para aquellas corporaciones cuyo fin sea la industria, el suelo puede suponer un quebradero de cabeza de envergadura.

Quizá la pregunta sea cuál es el verdadero problema con respecto al establecimiento de la factoría en un lugar concreto. Al fin y al cabo, todo podría solucionarse apenas con hacerse con unas cuantas naves industriales y transformarlas al gusto para adaptarlas a las necesidades. Pero precisamente esa situación es la que genera el obstáculo para aquellas empresas que reúnen unas características que a su vez requieren de unas necesidades muy especiales. Y es que no todas las construcciones con fines industriales se adaptan a la demanda de las compañías y factorías, siendo incluso imposible en algunas ocasiones ajustarla a las necesidades a base de reformas.

Si una empresa de alimentación quisiera establecer su logística en un parque de naves construidas hace ya más de 15 años, se encontraría ante la dificultad de que muchas de estas edificaciones no superan los 8 metros de altura, cuando en la actualidad son necesarios hasta 12. En efecto, este sería uno de esos casos donde ni siquiera las remodelaciones surtirían un efecto satisfactorio.

Por otro lado, las empresas que necesitan espacios se encuentran también ante la escasez de suelos industriales en venta. La especulación inmobiliaria previa a las crisis de 2008 levantó grandes polígonos a base de lo que se conocen como “naves nido”, siendo en su mayoría inoperantes en la actualidad y ocupando el espacio requerido por las empresas. Como consecuencia directa de este problema se desprende también el del coste, ya que son muchas las factorías que al precio de construcción deben sumarle el de compra y demolición del edificio anterior. No obstante, son ya algunas las inmobiliarias que no ven otra salida que la de vender las naves a precio de solar y restarle a éste también el de demolición.

¿Por qué no basta con una reforma?

Lo primero que se debe tener en cuenta es que las naves industriales no son lo mismo que las viviendas, en las que, incluso sin son adosadas y con un diseño común, la posibilidad de hacer algunas reformas no supone demasiado inconveniente más allá del precio. Sin embargo, en lo tocante a edificios destinados a albergar industrias y factorías, cada sector demanda una serie de condiciones que pueden no cumplirse, como son la amplitud y la altura. Precisamente por esta razón las empresas prefieren construir sus edificios desde cero y las inmobiliarias han aceptado que la forma más rentable de hacer negocio con estas construcciones es ofrecer productos a medida.

A tenor de lo anterior, el sector inmobiliario y las constructoras han desarrollado lo que se conoce como contrato llave en mano, a través del cual la parte vendedora y compradora llegan a un acuerdo en el que la nave industrial futura estará hecha completamente a medida y adaptada a todas las exigencias y necesidades de las compañías. Además, las medidas que recogen las nuevas leyes y normativas de seguridad e industria obligan a implantar sistemas modernos contra incendios, protecciones contra colisiones, cámaras especiales en la industria alimentaria y otras muchas condiciones específicas que nunca podrían haberse integrado en edificios ya construidos.

Ventajas del contrato llave en mano

Pero además de la personalización de un proyecto de construcción adaptado a cada empresa, el contrato llave en mano reviste otras muchas ventajas de las que no se disponía en el tipo de acuerdos previo.

En primer lugar, la contratación se hace a bajo precio, por lo que ya desde el principio supone una reducción del gasto total. Además, la estimación del coste estará siempre muy ajustada, permitiendo al comprador valorar en cifras reales bien aproximadas la cuantía total de la construcción. En función de lo alzado, a tanto ascenderá el coste. Por otro lado, en cuanto a la ejecución, este tipo de contrato garantiza la ejecución ante situaciones adversas y ofrece certezas sobre el plazo de ejecución, lo que permitirá a la empresa planificar el traslado o la fecha de llegada de material.

Por último, el proyecto estará realizado por técnicos externos y especializados en edificaciones industriales, garantizando la ausencia de indefiniciones y minimizando al máximo las posibles desviaciones en cuanto al plazo y el precio.

 

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