El catalanismo omnipresente

Adela Pekna

Palau de la Generalitat de Cataluña.
Palau de la Generalitat de Cataluña.

“No siempre el que más chilla tiene más razón”, dice el refrán popular. Recientemente, en los medios de comunicación españoles se han podido ver varios ataques a los que piensan diferente que los nacionalistas catalanes. Estos ataques no solamente refuerzan el anticatalanismo en la sociedad española, sino también demuestran que “lo cortés no quita lo valiente”. Como bien dijo Aristóteles: “Sólo una mente educada puede entender un pensamiento diferente al suyo, sin necesidad de aceptarlo”.

Habiendo entendido la complejidad de España, lamentablemente las tergiversaciones y los perjuicios dieron origen a las ideas predominantes, donde no hubo ganador ni vencedor. La unidad nacional de España por mucho que fuera deseada, no existe.

La última crisis económica global en España fue más grave que en otros lugares porque estaba combinada con una grave crisis de identidad, la cual ha reafirmado la inexistencia de un estado-nación español homogéneo, uniforme y compartido por toda la población del país.

Otra vez se ha abierto el asunto doloroso de la problemática de la negociación del artículo 2 de la Constitución: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. 

Queda claro que todos los nacionalismos tienen algo de excluyente y de oposición al otro.

Es un tema muy complicado porque por una parte los nacionalistas catalanes tienen un sincero sentimiento independentista que no debe ser muy diferente a otros sentimientos de igual naturaleza. Y como sentimiento es legítimo. Incluso una extranjera, como yo, lo puede entender.

Pero si uno es según sus palabras tan amante del diálogo, dedicado  históricamente al comercio, y sobre todo se proclama tan tolerante, ¿lo ha demostrado en estos tres años?

El problema del asunto catalán, según mi punto de vista, se ve en otros aspectos, por ejemplo al oponerse a la realidad española. Está comprobado que lo que dicen los nacionalistas periféricos sobre España es tan subjetivo hasta que ellos mismos pierden la objetividad.

En fin, si se filtran todos los acontecimientos bajo del prisma nacionalista, no solo se pierde la objetividad, se pierde la razón, y ahí es donde entra el Freud.

¿A quién se pretende ahora incitar para más acción? De momento solamente se oyen voces desde extranjero. 

Los antisimpatizantes del partido comunista del bloque soviético solían intentar a destruir el régimen comunista "desde dentro". ¿No pasa lo mismo hoy en día con los que pretenden liquidar la Constitución de 1978?

Ojalá se cumpliera el dicho popular “Año de nieves, año de bienes”. ¡Ojalá!  La mayor nevada en España desde 1904 parece muy prometedora. En fin, hay que hacer caso a la sabiduría popular que nunca se suele equivocar.

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