Ciudades inclusivas y la belleza de la armonía

Como el origen del Renacimiento

Roma.
Roma.

Las ciudades-Estado constituían una organización política asentada sobre una ciudad independiente y con soberanía sobre el territorio contiguo. Fueron focos muy activos en la vida política, económica y cultural. Dirigidas frecuentemente por gobernantes acaudalados, solían ser muy receptivos a la innovación económica y cultural. Alcanzaban, de este modo, dos propósitos: garantizar su independencia frente a otras ciudades y naciones y potenciar su exclusividad y excelencia frente a todos.

La elegancia y la armonía siempre son mensajes poderosos que transmiten confianza, belleza y verdad. Como ejemplo de dinamismo cultural y su trascendencia temporal, el Renacimiento. Tuvo su origen en estas ciudades italianas, tanto en su vertiente arquitectónica, filosófica y literaria. Y es posible que el cosmopolitismo de estas civitas italianas influyera en el diseño de las doctrinas renacentistas.

Venecia fue, durante siglos, el centro de todo el comercio internacional, eje del intercambio comercial entre la Europa Occidental, el Imperio bizantino y el resto de Oriente.

Su esplendor ante los ojos de las demás naciones no era menos que la admiración que sus ciudadanos profesaban a su pequeño Estado. Además de asombro confirió a cada individuo un sentimiento de poder efectivo y de responsabilidad porque existían instituciones inclusivas para todos.

La ciudad italiana alcanzó su independencia en el año 810 dC.. Tras el Imperio romano, reyes como Carlomagno lograron cierta paz y estabilidad en esta área geográfica a causa de un proceso de consolidación territorial. Condiciones favorables que fueron aprovechadas por la ciudad para impulsar el comercio internacional.

La expansión económica fue debida a la concurrencia de una serie de «innovaciones» contractuales inclusivas, en una ciudad organizada en instituciones políticas abiertas a todos los ciudadanos.

Como contrato mercantil promotor de dinamismo social se encontraba la llamada commenda o encomienda en español. Institución proveniente de costumbres adoptadas por el derecho romano en las ciudades marítimas medievales y que sobrevivió a merced de los tiempos con el nombre de «préstamo a la gruesa».

La commenda era una sociedad rudimentaria, limitada temporalmente a la duración del negocio. Por ella, una o más personas entregaban (encomendaban) bienes a un navegante a cambio de una participación tanto en los riesgos del mar como en la venta de los productos en el extranjero. Eventualmente podían comprarse otros bienes para el mercado propio, participando en las ganancias o perdidas en el modo fijado.

La integraban el socio capitalista, uno o varios comerciantes, llamados «sedentarios», que financiaban la empresa y otro, el navegante, que podía participar económicamente o no. Su contribución fijaba su porcentaje de beneficio o pérdida.

El éxito comercial no solamente producía ganancia sino también ascenso social a través de distintas instituciones en la ciudad. El poder quedaba bajo el control de distintos consejos y del Gran Consejo, el duque de la ciudad carecía de autonomía ejecutiva si no contaba con el respaldo de todos.

El declive comenzó cuando las familias más poderosas, convertidas en nobleza germinal, monopolizaron las instituciones políticas, impidiendo, a cualquier otro, todo ascenso social.

En 1315, el Gran Consejo se convirtió en hereditario. El sistema social abierto quedó cerrado e incluso la commenda y otras figuras mercantiles fueron prohibidas. El comercio fue autorizado a unos pocos y comenzó la decadencia económica que situó a Venecia en una ciudad turística tal y como es hoy.

Europa, contrariamente, a partir del s. XVII, iniciaba su expansión. Ya no se encontraba fragmentada y sumida en el vacío como ocurrió tras la extinción de Roma. El mundo, como escribió Heráclito y recuerda Montaigne en sus «Ensayos», está sujeto a las leyes del destino, que debía un día inflamarse y convertirse en fuego para renacer nuevamente.

No creo, a diferencia del prof. Acemaglu, que la commenda fuera la causa de la prosperidad de Venecia sino el sistema social y político de la ciudad que permitía un ascenso social para aquellos que más prosperaban. La encomienda, fue un instrumento mercantil que conectó con las necesidades sociales de las personas, fue efecto de ese sistema político-social pero no su causa. Ello se comprueba porque la encomienda no funcionó únicamente en Venecia, pero sí fue en Venecia en donde existieron instituciones abiertas para todos los ciudadanos facilitando su prosperidad.

Todas estas circunstancias nos deslizan hacia Maslow y su teoría motivacional. El comercio marítimo y el sistema de consejos abiertos de Venecia satisfacían las necesidades sociales, de estima y de autorrealización.

Hoy sabemos que las instituciones inclusivas en una sociedad abierta políticamente favorecen el crecimiento de toda nación. La cuestión es saber cómo garantizar que lo inclusivo tenga la suficiente apertura para acoger a todos; cómo hacer más armónico lo que de por sí es ya democrático sin caer o en la degeneración o en la oclocracia.

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