Prostitución, o el oficio más antiguo del mundo

Años 30.
Años 30.

Hace unos días, una manifestación de una Plataforma de Personas Afectadas por la Abolición de la  prostitución, acudió a  la  central del PSOE en Ferraz al grito de: “somos libres, no víctimas, ni esclavas”, y que a ellas, exclusivamente, les correspondía decidir sobre su cuerpo y su derecho a su trabajo, no deseando en consecuencia “injerencias públicas” tendentes a la prohibición del oficio, exigiendo a su vez  una seguridad jurídica, salud y derechos laborales  al estilo de Europa, que les permitan ejercer  y desarrollar su profesión, y que no consentirían en definitiva que les quitasen su trabajo.

Aparentemente, por mucho que se tenga en el programa electoral, (mera visión partidista de un sector social, o incluso de una mera momentánea élite política concreta), es obvio que alguien nuevamente, quiere legislar genéricamente, sin tener en cuenta de la realidad social imperante, sin consultar a la calle, sean interesados o posibles perjudicados, algo equivalente a lo que el S.XVIII se decía: “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, es decir despotismo o absolutismo. Veamos un poco el objeto tan especial y dificultoso que se pretende visceralmente prohibir sin sopesar causas y consecuencias.

Historia

Verdadero viaje y reto  en la larga noche de los tiempos, sería determinar “el primer contacto sexual retribuido” de la historia del hombre, que la mayoría establecería en la Prehistoria de la Edad de Piedra, y cuyo pago sería posiblemente el trueque por algo. Esa sería una interpretación lógica, pero tal vez desacertada, pues sería más factible, que ello aconteciera antes incluso de “bajar del árbol” -para los seguidores darvinianos naturalmente-, y cuyo pago con casi toda certeza fuese mero alimento vegetal. Si eso es cierto, tendríamos que remontarnos incluso a “Lucy” como fósil de Australopithecus, es decir a la friolera de 3,2 millones de años como  mínimo. De hecho, tenemos como referencia constatada  los primates “Bonobos” del Congo, especialmente adictos al sexo, donde su imaginación supera al mismísimo autor del Kamasutra escrito en el S.IV AC., animales donde la promiscuidad es infinita, y donde las hembras tienen un especial rango social, fruto de  conseguir dirigir al grupo de machos por mera satisfacción sexual, por lo cual, teniendo satisfechas sus necesidades alimenticias básicas, el conflicto social es inexistente, dedicando un 75% de su hiperactividad sexual al mero placer, superando el supuesto  mero instinto de procreación.

El homo sapiens, debemos entender, fue más conservador, centrándose más en la monogamia, asegurándose así  la reproducción de sus propios genes dentro de la familia, en línea de la visión de  Engels en el S. XIX,  expresada en su libro: “Origen de la familia, la propiedad privada y el estado”, autor para quien, el matrimonio concertado, era una forma más de prostitución encubierta. En esta teoría, la subyacente poligamia  se solventaría por medio de una mera “contratación esporádica”, que reflejarían sucesivamente todas las culturas desde que tenemos constancia, concretamente ya en Sumeria, tendríamos la primera fuente escrita, allá por el 2400 AC., siendo ya una ocupación habitual que nos relata muy posteriormente Herodoto, y que iría ligada a lo “sagrado”,  que incluía a ambos sexos, incluso niños con la excusa de satisfacer así las múltiples divinidades existentes, donde se tenía por un gran rango social ejercer el oficio a los dioses, razón por la que participaban de buen grado las élites. Ello,  tuvo su continuidad en múltiples culturas:  Grecia, Roma, India, China.  Incluso en el mundo Azteca, era una clase segregada con “supervisión permanente del gobierno”.

De hecho, ya el Génesis 38:14-26,  nos habla de la accidental prostituta del camino, viuda de Judá, que tuvo que engañar así a su suegro para restablecer el honor perdido.  La prostitución, llegó a las más altas esferas del poder, influyendo decididamente en los grandes asuntos de estado, así Aspasia de Mileto ( 400 AC.) fue a su vez un gran personaje político influyente en Atenas.  Mesalina (40 DC.), tercera esposa de Claudio, en plena época del Imperio, llegó a retar a la más conocida cortesana de Roma, Escila, a quien en una noche batió en complacer amantes de una forma escandalosa, lo que hoy se diría auténtica y escandalosa “goleada” (15-200), quien salía en las noches romanas por las calles a practicar su carnal obsesión, llegando a ostentar y ser conocida por  el título de “la loba”. Teodora de Bizancio que llegó a ser Emperatriz con Justiniano I, hoy tenida por santa; o incluso la famosa Madame Pompadur amante de Luis XV que era la mujer más influyente del reino.

Participaron lógicamente también en el principal oficio de todos los tiempos de la Humanidad: la guerra. Ya se relata en la Biblia, la entrega física de una  israelita que visita de noche el campamento enemigo, colaborando así para contribuir a la victoria. Conocidas son también las meretrices  patrióticas españolas que acompañaban a los Tercios por Europa y por el Nuevo mundo, caso de Isabel de Luna en tiempos de Carlos V; o Beatriz de Mendoza, que destacó en el sitio de Maastricht por repartir valerosamente  alimentos entre las trincheras. También su audaz implicación en la Guerra de la Independencia, dando el final feliz a las aún invencibles  tropas napoleónicas. De hecho, ya “ El Manual de Guerra” de Sancho de Londoño en 1594, indicaba la necesidad de tener al menos 8 mujeres por cada 100 soldados para ayudar a mantener la disciplina, y evitar así también,  la mala imagen resultado de las violaciones masivas en los países conquistados. Guerra y prostitución son como dos instituciones permanentes que acompañaron al ser humano a lo largo de la historia, y que lógicamente tuvieron también su reflejo en múltiples esferas como la literatura, ejemplos múltiples seria el Satiricón, Cuentos de Canterbury, El Decamerón, La Celestina, Naná de Zola, Crimen y castigo de Dostoievski, con la entrañable Sonechka, hija del etílico consejero titular,  quien nos va relatando como su joven hija, ayuda así en silencio, a alimentar a su hambrienta familia y a la de su madrastra; Pantaleón y las visitadoras de Vargas Llosa, Memorias de mis putas tristes de G. Márquez. Como diría el excéntrico Engels, la prostitución no amenaza ni al  matrimonio, hasta incluso lo refuerza.

Están presentes igualmente en nuestros chistes, moralejas, refraneros… por lo que indudablemente  forman parte de nuestra arraigada cultura hispana, siendo algo natural, como la vida misma, sin que representen nada especialmente negativo, salvo parece ser para nuestros lucidos e ilustres políticos,  empeñados parece ser en hacer “un mundo feliz” aunque sea a costa de ignorar la realidad misma. Obsérvese, que únicamente el partido de “Comuns” pone objeciones, aspecto paradójico si tenemos en cuenta su ideario tan extraordinariamente  progresista, y cuya razón aunque les sorprenda, podría estar perfectamente en la experiencia de “la quijotada” previa de una de sus líderes, Ada Colau, quien nada más acceder al cargo de alcaldesa, tuvo la brillante idea de terminar con la prostitución, dando nada menos que la friolera de 300 euros al mes a las profesionales de la calle, con el loable fin de que dejaran el oficio. El resultado como no podría ser otro, fue el primer auténtico fracaso o fiasco de su barita mágica, pues sueños, sueños son como diría Calderón, y la paguita daba apenas para fumar. Primera clara conclusión, fruto de la experiencia sobre el terreno real:  ¿“oído cocina”?

Legislación histórica y actual en España y comparativa de Europa

Caracterizada por enormes  oscilaciones, que van desde la tolerancia en la EM,  hasta el S. XVII con Felipe IV que ordena el cierre de burdeles en 1623, medida impopular, que prosigue con la estricta legislación de Isabel II en 1843; pasando a prohibirse totalmente en la segunda república, si bien estaban prestando sus servicios en el propio frente de batalla. Posteriormente fue  abolida dicha prohibición por  Franco en 1941, quien volvió a restaurar la anterior prohibición en 1956 a raíz de la Convención de la represión del tráfico de personas y explotación de la prostitución ( ONU 1949), ratificada por España en 1963; y que en 1970, las incluye en la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, pasando en consecuencia a tratarlas como delincuentes pero que en realidad siguió siendo tolerada la actividad, sin revisarse tal figura en  el Código penal hasta 1995, donde se termina con la prohibición, salvo en materia de menores,  discapacitados, caso de violencia, intimidación, engaño, uso de superioridad, grupo criminal, prevalecerse del  cargo de autoridad, caso de abuso en extranjeras…, (Arts. 187 a 190). Actualmente de una forma sorpresiva , tal vez por falta de una reflexión más profunda, todos abogan por prohibirla, tanto partidos de izquierda como el mismo PP., con el matiz de la única  experiencia reciente dicha sobre “Comuns”.

En Europa hay un gran abanico legislativo: desde la prohibición que se penaliza a quien ejerce que  se limita a Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Rumania; legal pero persiguiendo al cliente: Islandia, Francia, Suecia, Noruega, parte de Irlanda; Legal incluyendo prostíbulos: Países Bajos, Alemania, Suiza, Austria, Grecia, “Turquía”; alegal: Portugal, España, Bélgica. Italia, Reino Unido, Eslovenia, Polonia, República Checa, Finlandia, Chipre y Bulgaria; o  regulada pero con prohibición de prostíbulos: Letonia, Hungría.

 

Observen que destaco a Turquía por la progresión de su actual mentalidad abierta, o  fruto tal vez de su eterna aspiración a entrar en la U.E., pues no hay que remontarse muchos decenios, para ver en los anales judiciales, conforme varias alemanas acompañando a sus novios turcos, por el mero hecho de no estar casadas, se les detenida e ingresaban en prisión, aplicándoles la legislación de prostitución de aquella en vigor, y a veces eran incluso violadas.

                                          ¿Será la futura ley española,

                                         más conservadora que la liberal  de Turquía,

                                         pese al contexto Occidental y la promoción

                                         constante del Gobierno sobre todos los colectivos ( LGTB

                                         y afines) donde radica además un alto número de votantes?

Conclusión

Una obvia inseguridad jurídica tanto para quien presta el servicio como para el que lo recibe, pues dependiendo del país, el extranjero y turista pueden tener serios problemas, e incluso el propio nativo.

Un ejemplo obvio de inseguridad se aprecia en la legislación catalana con la Ley de carreteras que aprovechando la “excusa” del mero tráfico, pueden llegar a costar al cliente meramente estacionado en la vía pública, -incluso sin haber contactado aun con la profesional del sexo-, la friolera de 300.056 euros si se interpreta que la infracción es grave, siendo la mínima de 300 euros, y por lo habitual 2.000 euros. Como profesional jurídico, he tenido varios clientes con dicho dilema y una desesperación más que evidente, más que por la cuestionable legalidad de la sanción, por el miedo que esta le llegue a casa y trascienda a algo aún más grave (riesgo que me indicaban ya les avanzaban los ME. al momento de sancionarlos). Es obvio que la normativa se excede de las competencias del Estatut, y consecuentemente no tiene cobertura legal, o es más que cuestionable (excentricidades de estos díscolos legisladores “locales” que ya nos tienen habituados), pues invade materias penales propias del Código Penal,  que es además  la “última ratio” de aplicación, y que sin duda sería muy aclarador un oportuno recurso de amparo al Tribunal Constitucional, que obviamente no animará mucho a los casados.!!!. En definitiva, confunde el miope  “localista” legislador, nunca mejor dicho, “la velocidad con el tocino”. Nada nuevo bajo el sol de Ítaca, hasta alguno asevera jocosamente, que el verdadero origen del “proces”, es precisamente por no practicar más los mojigatos lo carnal. Esperemos más nivel al menos de una visión más amplia, sensata y realista del legislador nacional.

En definitiva, un legislador prudente y sensato, pese al  convenio internacional  existente, debería ver la realidad social de su tiempo y tomar el pulso en la calle de  las personas que pueden verse afectadas por esa legislación futura, pues contando puestos de trabajo indirectos, se calcula que podría llegar a la cifra de 150.000 familias, ello sin contar lo que reforzaría a las mafias ya existentes, incremento e delitos sexuales, trata de blancas etc.,  todo ello en un contexto económico actual extraordinariamente grave, en un país esencialmente turístico donde las mil nuevas limitaciones empiezan a ser ya preocupantes por absurdas (no fumar, comer o  hacer castillos en la playa dependiendo del Ayuntamiento de turno….). Alemania, que no es sospechosa de carencia alguna de falta de aplicación de derechos humanos, legalizó la actividad en 2002, reportando se calcula entre 16 a 22 mil millones de euros al año, aspecto que ya eran pioneros  los Países Bajos; pues obviamente, no estamos en el contexto de los  motivos de la Convención de la ONU de 1.949, ni en los de la II República, por lo que exceptuando una legislación mínima como la actual ya existente, que acorrale a las mafias, su incidencia en las personas discapacitadas, menores, inmigrantes explotadas, nuestro gobierno haría bien en legislar una normativa similar a la alemana, que diese “viabilidad y seguridad” a ese amplio colectivo profesional que lo está reclamando, como realidad existente en la calle, que por ende, tiene la ventaja de evitar a las arcas del estado “pensiones no contributivas” en un futuro inmediato, y que podría, como no, representar unos ingresos a como cualquier otra actividad legal. Eso sería la visión pragmática, real acorde a la realidad social que se constata. Lo que sería de Quijotes, es precisamente prohibir, en base a una “supuesta moral concreta”, tipo victoriana, realizada  de otra “clase social” no afectada, en contra de la libertad individual de quien voluntariamente decide disponer de su cuerpo. Sería paradójico, haciendo un símil, pues se permitiría abortar como “efecto” del sexo libremente acordado, negando con ello los derechos de la vida del indefenso “nasciturus”, en base a una “amoral tolerancia colectiva”,  y  en cambio, se prohibiría como “causa”,  el practicar sexo a determinados colectivos en base a proteger una “supuesta moral colectiva” que además “predeterminaría” un colectivo político concreto, que a su vez chocaría con su propia legislación novedosa de género, educación sobre cuestionamiento de sexo desde la más tierna infancia, cambio del mismo…. Algo en definitiva no cuadra o el Norte irremediablemente ha mutado, por lo que sería vital revisar la brújula aparentemente averiada.

La realidad que suele ser muy terca, nos dice de forma meridianamente clara, que esa actividad, nos acompañó durante toda nuestra historia, y seguirá haciéndolo, nos guste, se prohíba o no, y donde tal vez, habría que mirar sus partes positivas, que sin duda las tiene, pues es innegable atenúan potenciales violadores, violencia de género que precisa y especialmente se intenta combatir por todos los medios; e incluso, profundizando, nos sorprenderíamos de otros múltiples beneficios de dicha actividad en múltiples  ámbitos, -en línea del pensamiento ya comentado de Engels, o Sancho de Londoño-. Como es notorio, en esa intimidad, según estudios serios, se aprecia más clientes que optan curiosamente por entablar una mera intima “conversación”, en vez de practicar mero sexo, supliendo así unas carencias obvias existentes en su entorno social o familiar, por lo que da la impresión,  que incluso sería algo equivalente a ir al psiquiatra, profesional que sin saberlo muchas veces, también  lo suple el potencial cliente acudiendo en grupo  (vestigios del clásico  clan) a ver el simple  futbol. ¿Curioso, verdad? Con ello, animo a nuestros políticos a correr el “fino velo” moralista que pudiese confundirlo,  e intentar indagar la realidad actual en pleno contexto del  S.XXI, muy alejado de esa visión histórica que nos ha dejado la literatura sobre la explotación humana, y todo ello, bajo la premisa imperante actualmente en la calle en caso de duda: “prohibido prohibir” sea sobre la moral, los derechos o libertades de cualquier colectivo o persona, pues las permanentes intromisiones en la privacidad ya son intolerables, dignas de las obras de Aldous Huxley, aquel visionario autor que expresaba: “Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia”, o “los hechos no dejan de existir aunque se les ignore”.

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