Tamara Falcó vuelve a trabajar 48 horas después de la muerte de su abuela

Debido a sus compromisos profesionales

Tamara Falcó.
Tamara Falcó.

El pasado domingo, y tras una temporada delicada de salud, Beatriz Arrastia, madre de Isabel Preysler, fallecía en la residencia de la socialité en la capital a los 98 años, dejando a su familia totalmente desolada. Y es que la filipina era una mujer cariñosa, entrañable y muy divertida, a la que tanto su hija como sus cinco nietos - Chabeli, Julio José y Enrique Iglesias, Tamara Falcó y Ana Boyer - adoraban y a la que cariñosamente llamaban 'Beba'.

Respetando sus últimos deseos, los restos mortales de Beatriz eran velados el domingo en la más estricta intimidad del domicilio de la 'reina de corazones', en una emotiva despedida a la que tan solo acudieron la propia Isabel, su pareja Mario Vargas Llosa, sus hijos Enrique y Tamara, y algunos íntimos amigos de la familia, como el padre Ángel, encargado de oficiar la ceremonia. Y, este lunes, y sin la presencia de ninguno de sus familiares, el cuerpo de la filipina era incinerado en el tanatorio de Fuenlabrada.

Una despedida íntima y al margen del foco mediático que refleja el devastamiento de Isabel Preysler tras la muerte de uno de los grandes pilares de su vida. Arropada por su hija Tamara y por su novio Mario Vargas Llosa, que apenas se han separado de su lado en los últimos días, la socialité sobrelleva en la intimidad de su hogar el fallecimiento de su madre.

Una intimidad que no ha podido mantener la Marquesa de Griñón que, 48 horas después de la muerte de su adorada abuela, y visiblemente afectada, ha retomado sus compromisos profesionales. Si ayer Tamara abandonaba por unos minutos la casa de su madre para realizar algunas gestiones vestida completamente de negro, este martes la socialité ha tenido que ponerse la 'chaquetilla' de chef para volver a la prestigiosa escuela de cocina 'Le cordon Bleu', donde está realizando un curso de repostería.

Uniformada y ocultando su tristeza tras unas gafas de sol negras Tamara ha abandonado la residencia de Isabel Preysler conduciendo su propio coche y, en un gesto de amabilidad a pesar de lo complicado de estos momentos, ha saludado a la prensa congregada a las puertas con la mano, sin hacer declaraciones sobre cómo está la familia tras la muerte de su abuela, Beatriz Arrastia.

 

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