Insiste en que fue cesado por presiones de empresarios y del Gobierno

Pedro J. Ramírez responde a los “cobardes” que le acusan de conspirar contra El Mundo

En una carta enviada a El Confidencial Digital rebate punto por punto las críticas procedentes de Unidad Editorial y de RCS

Pedro J. Ramírez, ex director de El Mundo.
Pedro J. Ramírez, ex director de El Mundo.

La relación entre Pedro J. Ramírez y Unidad Editorial atraviesa por un momento de máxima tensión. La empresa acusa al ex director de El Mundo de conspirar contra la actual dirección y contra los propietarios. Ahora, el periodista responde a los “cobardes” a través de una carta que ha enviado a El Confidencial Digital.

ECD publicó este lunes una información tituladaEl Mundo castiga a Pedro J. Ramírez y Ágatha Ruiz de la Prada. En ella se informaba de que la dirección había decidido silenciar tanto al ex director como a su esposa. La noticia se basaba en afirmaciones y comentarios de directivos del periódico y de Unidad Editorial.

En la pieza también se podía leer que los propietarios del grupo, los italianos de RCS MediaGroup, molestos con los últimos movimientos y declaraciones de Ramírez, también han tomado la decisión de no venderle en ningún caso El Mundo.

Pedro J. responde

Pedro J. Ramírez ha querido responder punto por punto a las acusaciones que se le hacen desde Unidad Editorial y RCS, a través de una carta que, para su publicación, remitió en el día de ayer a la redacción de El Confidencial Digital. A continuación se reproduce el texto de manera íntegra:

“Querido director:

Tras la publicación en ECD del artículo titulado EL MUNDO castiga a Pedro J. Ramírez y Agatha Ruiz de la Prada desafío públicamente al cobarde o los cobardes que se esconden tras la máscara de “un alto directivo de Unidad Editorial”, “la cúpula de Unidad Editorial” o “el entorno de Antonio Fernández-Galiano” a que se identifiquen y mirándome a los ojos mantengan la suma de infamias y estupideces que han vertido contra mí en ese texto.

En relación a las acusaciones concretas que se me hacen, precisaré lo siguiente:

1.-Yo respaldé públicamente al nuevo director de EL MUNDO en la polémica que se desató con motivo de la salida del periódico de Ana Romero –véase la entrevista que apareció en la contraportada el 8 de agosto- pese a que uno de sus efectos colaterales fue la sanción de un mes de empleo y sueldo –sin precedentes en nuestros 25 años de historia- impuesta a mi hija María y su marido. Pero el que Ana Romero haya rescindido su contrato con EL MUNDO –creo que de manera amistosa- no significa que ni yo ni nadie pueda soslayar su extraordinaria contribución profesional a la historia del periódico.

Por otra parte cuando la Asociación de Empresarios de Chiclana me invitó a presentar La Desventura de la Libertad en un auditorio situado frente al castillo de Sancti-Petri –escenario, como centinela de la libertad española refugiada en Cádiz, del episodio bélico que selló la caída del gobierno constitucional en 1823- no dudé en aceptar. Y nadie tan idónea como Ana Romero para ejercer de presentadora por su condición de chiclanera, por su arraigo en la zona que contribuyó no poco al gran éxito del acto, y por su conocimiento in situ de lo narrado en el libro. Entiendo que hubieran cabido otras interpretaciones si hubiera elegido a Ana Romero como presentadora en un acto en Barcelona, Zaragoza o Mérida pero no en Chiclana.

Tal y como los directivos de Unidad Editorial que me honraron con su presencia en el acto del 22 de agosto pueden acreditar, y tal y como reflejaron los principales diarios andaluces –desgraciadamente es cierto que se prohibió a EL MUNDO de Andalucía publicar nada-, Ana Romero habló apenas un par de minutos y ni ella ni yo hicimos la menor alusión a lo ocurrido en EL MUNDO desde mi destitución. Tildar ese acto como una muestra de mi “deslealtad hacia la compañía” es una majadería y yo llamo majadero a quien lo haya hecho.

 

2.- Otro tanto cabe decir de la caracterización de mi pública disposición “a comprar el periódico o crear un nuevo medio” como una “desautorización a la gestión” del nuevo director. Bien al contrario, en la medida en que él ha expresado su compromiso de mantener el espíritu fundacional de EL MUNDO –del que inevitablemente yo seguiré siendo referencia pública hasta el fin de mis días- mi actitud sólo podría interpretarse como un respaldo a ese empeño que sin duda quedaría desvirtuado y condenado al fracaso si la fusión entre Unidad Editorial y Vocento se llevara finalmente a cabo.

3.-Reprocharme que mantenga “continuas reuniones y encuentros” o que esté “multiplicando los encuentros con todo tipo de personas” basta para definir el raquitismo mental, y la manía persecutoria rayana en la paranoia, de quien lo haya hecho. Mis planes y propósitos quedaron reflejados por escrito con todo detalle y precisión en mi intervención del seminario organizado por el periódico en El Escorial.

4.- En relación a los motivos de mi salida es cierto que yo mantengo un relato de los acontecimientos en el que el papel de “algunos grandes empresarios y, especialmente, del Gobierno de Rajoy” fue decisivo. Para sostenerlo me remito a la evolución de las cifras de inversión publicitaria publicadas por la AEDE y al Diario de Sesiones del Congreso. Frente a mi versión “en Unidad Editorial” se ofrece a ECD la siguiente alternativa: “Todo es más sencillo. Los números eran malos y la propiedad, RCS, decide su destitución”.

Pues bien si “los números” se ciñen al ámbito de mi competencia –la difusión de EL MUNDO-, reitero que según OJD nuestro diario cayó sensiblemente menos que sus dos principales competidores en 2013, mi último año al frente. Y si “los números” se refieren a la marcha general del periódico o de la compañía, reitero que nunca tuve otras competencias más que las editoriales y no estaba en mis manos el control de la cuenta de resultados.

En todo caso me remito a la opinión expresada por el nuevo director de EL MUNDO en su primer chat con los lectores al responder a la pregunta: “¿Por qué han cesado a Pedro J.?”: “Porque en los últimos tiempos nuestro periódico ha publicado informaciones muy comprometidas que han afectado a instituciones, partidos políticos, sindicatos, etc. Los poderes fácticos de este país no soportaban a un director como Pedro J. A esto se suma una situación financiera complicada del periódico”. Que yo sepa el nuevo director de EL MUNDO no ha ofrecido desde entonces ninguna otra explicación de unos hechos de los que fue testigo de excepción.

5.- Sigo a la espera de la prometida respuesta de RCS tras mi consulta de primeros de agosto, a través del cauce establecido por la compañía, sobre si estarían dispuestos a considerar una oferta de un grupo que yo promovería para adquirir EL MUNDO y preservar así su independencia de esos “poderes fácticos” a los que aludía mi sucesor. Desde luego pocas esperanzas puedo alentar al respecto si las palabras entrecomilladas por ECD –“Lo último que haremos es venderle EL MUNDO a Pedro J.”- reflejan con fidelidad las intenciones de RCS.

6.- Especialmente patética es la referencia según la cual las fuentes de ECD, “recuerdan con cierto malestar que hace sólo unas semanas se dio el visto bueno a que Pedro J. pudiera contratar a dos nuevos profesionales para La Aventura de la Historia que ahora dirige”. Ni yo dirijo La Aventura de la Historia –mi condición de presidente no es ejecutiva sino “honorífica”- ni por lo tanto he contratado a nadie. Sí es cierto que la asociación de mi nombre y trayectoria a la revista le ha permitido obtener nuevos ingresos, una parte de los cuales se han destinado a reforzar su pequeña redacción, de lo cual me alegro.

7.- Por último me resisto a creer que pueda ser verdad que, como se afirma al final del artículo, la “cúpula de EL MUNDO haya tomado la decisión de silenciar a Pedro J. Ramírez”, o que en la redacción en la que he vivido un cuarto de siglo se hayan podido decir cosas como las que se entrecomillan o no digamos nada que el “castigo” vaya a hacerse extensivo a algún miembro de mi familia pues, sólo quien no haya leído ni a Gibbon, ni a Mommsen, ni siquiera a Goldsworthy –en realidad quien no haya leído a nadie- puede soslayar que esa práctica marcó el pináculo del tiempo en que el Imperio devino en tiranía”.

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