El sube y baja del Congreso (II): José Antonio Alonso, Solbes, Pizarro, Acebes, Michavila, Caldera, Aragonés y Joan Herrera, los diputados más decepcionantes

-José Antonio Alonso. Juez de formación, aceptó el cargo de jefe del grupo socialista por lealtad a Zapatero. Es lo contrario del parlamentarismo: impaciente, con poca cintura y poco dispuesto a la transacción. Buena muestra, más allá de su tan comentada apatía en el cargo, ha sido su mala relación con un Jáuregui que le salvó de muchos fracasos. Pese a ello, derrotas no le han faltado en sede parlamentaria, a pesar de que capitanea una minoría mucho más potente de la que tuvo Aznar en su primera legislatura. No era el hombre adecuado para las sutilezas de la “geometría variable”.

-Pedro Solbes y Manuel Pizarro. Un veterano cronista parlamentario se quejaba del muy ligero compromiso asumido por Solbes y Pizarro, que protagonizaron un notable debate sobre economía antes de las elecciones pero que, al cabo de poco más de un año, están ambos desaparecidos. Solbes se arrastra literalmente quejoso, en tanto que Pizarro ni siquiera interviene en esa Comisión Constitucional de la que tanto alardea formar parte. Ambos, hombres sólidos, con ideas, en gran medida desperdiciados.

-Ángel Acebes y José María Michavila. Son destacados representantes de la abstinencia parlamentaria y de la invisibilidad. Algunos se preguntan incluso si Michavila ha estrenado su despacho en el Congreso. El asiento lo han rozado poco. Acebes ha encontrado ahí una retirada digna, y no levanta el escándalo que provoca Michavila: uno de los diputados más ausente y que, por lo visto, saca buen rendimiento al escaño.

-Jesús Caldera. Apartado de la primera línea por el propio Zapatero, es experto en pasillear por el Congreso, habida cuenta de que la Fundación Ideas ni siquiera tiene una sede propia. De todas formas, a la fundación tampoco se le demanda mucho, ni por su relevancia nacional o europea –no causa muy buena impresión Caldera en las reuniones internacionales- ni por su proyección o brillantez ideológica.

-Carlos Aragonés. Ha quedado en evidencia al elaborarse los listados de los diputados menos activos. Pasados los años de Aznar, y con muchos de su generación ‘popular’ perdidos, Aragonés, que ya no pinta en Génova, tampoco pinta en el Congreso. No, al menos, en lo que a trabajo se refiere, pese a que es de los que instala allí su oficina con aire desafiante.Se ha hecho muy amigo de Manuel Pizarro.

-Joan Herrera. Al margen de sus posiciones, siempre heterodoxas, Herrera ha sido cogido por su punto débil: la vanidad, el afán de protagonismo. Nunca estuvo más presente que cuando anunció a bombo y platillo su populista subida de impuestos a los ricos con apoyo del PSOE, y el PSOE finalmente se echó atrás.

-Antonio Gutiérrez. Fichaje estrella’ de Zapatero en 2004, hoy es uno de los casos típicos de diputado engullido por la maquinaria parlamentaria. Más allá de su papel ceremonial en la Comisión de Economía, ha “cogido toro” en el Pleno tan sólo una vez… y para preguntar por la visita –finalmente frustrada- de Obama al Foro de la Alianza de Civilizaciones en Estambul. A pesar de su pasado sindicalista, de trabajador últimamente tiene poco.

-Gabriel Mato. Hermanísimo de Ana Mato, y ‘popular’ de los de ‘toda la vida’, ha buscado acomodo y mejor sueldo en Bruselas, pese a que la Eurocámara es mucho más difícil que el Congreso, por el que ha pasado con más pena que gloria.

-Ani Oramas. La diputada canaria dio al principio sensación de tener tanta iniciativa como mando, pero se ha dejado comer el terreno por su conmilitón José Luis Perestelo, el hombre ascendente en Coalición Canaria. Salvo por algún detalle aislado, no ejerce de oposición porque aparece siempre del lado del Gobierno, a cambio de buen trato –léase dinero- para Canarias. Oramas no ha logrado borrar la memoria de José Carlos Mauricio.