El verdadero alcance del ‘golpe’ de ETA. El policía asesinado tenía localizados a 42 terroristas, diez de ellos de la alta dirección. Sospechas de ‘topos’ en el cuerpo

Eduardo Antonio Puelles García, la última víctima mortal de ETA, había participado en los últimos diez años en la detención de 70 etarras. Durante su carrera policial recibió un total 35 felicitaciones. Los terroristas sabían muy bien quién era su víctima y a qué se dedicaba: perseguir a los pistoleros.

“Puelles era muy, muy, muy, muy importante en la lucha antiterrorista”, destaca con rotundidad un miembro del equipo que dirigía el último asesinado por ETA. Desde 1982, año en que ingresó en el Cuerpo Nacional de Policía, el baracaldés pasó la última década dedicado en exclusiva a la desarticulación de ‘comandos’ y detención de ‘borrokas’.

Policías que estaban a las órdenes de Puelles reconocen a El Confidencial Digital que el inspector jefe seguía la pista en este momento a 42 terroristas. Como jefe del ‘Grupo de Vigilancias Especiales’ de la Policía en Bilbao, los tenía localizados y conocía sus movimientos gracias a la información de campo que elaboraban sus cuarenta agentes.

Entre estos terroristas a los que tenía ‘fichados’, las mismas fuentes destacan que aproximadamente una decena de ellos tendría responsabilidades y conexión con el máximo órgano directivo de ETA. Precisamente, las fuerzas de Seguridad sospechan que la banda terrorista mantiene un ‘comando’ activo en Vizcaya, provincia que estaba bajo la responsabilidad de Puelles.

Estos policías que trabajan con Puelles destacan las siguientes características de su jefe:

-- Tenía mucha información. Alguna de ella la compartía en las reuniones de grupo. Era un gran profesional. Sabía cuándo tenía que hablar y cuándo tenía que callar. De hecho, buena parte de los datos con los que trabajaba no los hacía extensibles a los suyos, por cuestiones de seguridad.

-- Sus contactos y relación con los responsables antiterroristas que operan en Francia eran excelentes. Tenía buenos contactos y conocía cómo tratar a los gendarmes y a los dirigentes de la policía judicial.

-- Sabía euskera a la perfección. Este dato, según sus subordinados, añade un plus a su trabajo: le permitía traducir y conocer de primera mano todos los documentos que llevaban a sus manos.

Estas particularidades, resaltan sus hombres, hacían a Puelles uno de los responsables más importantes de la lucha antiterrorista en el País Vasco.

¿Hay ‘topos’ en la Policía?

 

Los que trabajaban con Puelles destacan que era un jefe que hacía una vida de lo más normal. A pesar de estar dedicado ‘en cuerpo y alma’ a la lucha contra ETA, el asesinado ‘vendía’ en su entorno vecinal que era una agente normal, sin ninguna responsabilidad y dedicado únicamente al trabajo burocrático en una oficina.

En un primer momento, se pensó que la información que le marcó como objetivo de ETA provenía de su barrio, donde era conocido. Pero su profesionalidad y escrupulosidad a la hora de guardar las medidas de seguridad oportunas han hecho a los investigadores cambiar de opinión: sospechan que algún policía haya podido informar a la banda terrorista.

Ninguno de sus vecinos sabían que él era precisamente el encargado del seguimiento a etarras, por lo que hay indicios de que alguien del Cuerpo Nacional de Policía pueda haberle ‘señalado’. La conclusión a la que llegan en el equipo de trabajo de Puelles es que ETA ha escogido muy bien a su víctima y que alguien debe haber aportado a los terroristas esta información.

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