‘Margaritos’ y ‘antimargaritos’. Va a más la crispación entre las dos facciones socialistas en el Consejo del Poder Judicial que lideran Margarita Robles y Gómez Benítez
Que el Consejo General del Poder Judicial se encuentra dividido no es novedad, porque está en su tradición prácticamente desde que nació. Lo original de esta etapa es la fractura existente en el bloque de consejeros de izquierdas, con dos grupos enfrentados: ‘margaritos’ y ‘antimargaritos’.
Fuentes del CGPJ a las que ha tenido acceso El Confidencial Digital, explican que esa división es aún más trascendente porque, por un lado, el bloque conservador apenas tiene poder, y al mismo tiempo el presidente, Carlos Dívar, “apenas manda nada”.
Las luchas internas se polarizan en el grupo de consejeros socialistas, con la figura de Margarita Robles como centro. Tanto, que unos y otros son conocidos como ‘margaritos’, los que entran en la obediencia de la primera, y ‘antimargaritos’ los que se alinean en el bando opuesto. Y el enfrentamiento va a más conforme que se acerca el momento de decidir sobre la suspensión de Baltasar Garzón, ahora aplazado hasta mayo.
Robles, que fue secretaria de Estado de Interior con Belloch, controla en gran medida lo que ocurre en el Consejo del Poder Judicial, por la intensa dedicación a su tarea y su capacidad de liderazgo, además de por la preparación jurídica que muestra. Persona de un progresismo más clásico y una gran vocación de juez, se le echa en cara que es mujer de filias y fobias, y una mala enemiga. De su lado se ubican sobre todo consejeros que son jueces.
El otro sector, el de los ‘antimargaritos’ está encabezado por José Manuel Gómez Benítez, alineado en una facción de izquierda más ‘revolucionaria’, con Gabriela Bravo, la portavoz del CGPJ, como figura más conocida. Y en ese bando aparecen buena parte de los consejeros procedentes de la carrera fiscal.
Según las fuentes consultadas por ECD, Robles, ha ganado “el primer round”. No solamente por tener donde tiene a Baltasar Garzón, sino sobre todo por haber ‘colocado’ a una persona suya, Ángel Juanes, como presidente en la Audiencia Nacional, convertido en su instrumento y correa de transmisión.
Robles considera que lo de Garzón había llegado a un punto sin retorno, y que el estamento judicial debe imponerse frente a un juez acusado de prevaricador, porque, en caso contrario, caerían en el descrédito.
