Miquel Barceló montó “una comuna hippy” en Ginebra y se alojó en una tienda de campaña frente al lago Lemán buscando inspiración para su cúpula

El encargo de la cúpula de la Sala de los Derechos Humanos a Miquel Barceló se vio, desde el primer momento, afectado por distintas incidencias. El relato de diplomáticos que acudieron a visitar los trabajos desvela algunas curiosidades.

Según los datos recabados por El Confidencial Digital, los enviados del Ministerio de Asuntos Exteriores a Ginebra para supervisar las obras no dieron crédito, en sus primeros viajes, al constatar que el artista mallorquín no había comenzado los trabajos. Es así que la cúpula se ha inaugurado con más de seis meses de retraso.

Al mismo tiempo, el escándalo vino ante todo por el ambiente en que se instaló Barceló. Asistido de varias docenas de asistentes, en su mayor parte catalanoparlantes, Barceló pasó la mayor parte del tiempo en una tienda de campaña frente al ginebrino lago Lemán, a fin, según relatan los visitantes, de inspirarse del azul del lago para su cúpula.

Según estos funcionarios, la escena recordaba a “una comuna hippy”, con extraños personajes, mucho desorden y caos.

Sin embargo, tanto a los visitantes como a los funcionarios del Palais des Nations lo que más les llamó la atención fue el comportamiento errático y, por momentos desconcertante, de algunas de esas personas. Un representante del Ministerio llegó a ver por las inmediaciones de la campa restos de sustancias estimulantes.

 

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