Guerra por el liderazgo del PSOE

Pedro Sánchez se rindió tras una batalla campal en el Comité Federal

Antonio Hernando y Óscar López acabaron casi a gritos con Susana Díaz. Duro rifirrafe entre César Luena y José Blanco. Juan Cornejo amenazó con agredir al ex secretario general

Pedro Sánchez anunciando su dimisión.
Pedro Sánchez anunciando su dimisión.

Susana Díaz se impuso a Pedro Sánchez. Logró que la votación sobre la propuesta de celebrar un congreso extraordinario fuera “pública” y el secretario general la perdió con 132 votos en contra. Esa derrota supuso la dimisión del madrileño, que sucumbía después de 11 horas de guerra por los pasillos de Ferraz.

La jornada comenzó con un Pedro Sánchez “blindado” en su despacho a la espera de novedades  De hecho, cuando ya casi eran las diez de la mañana, miembros de la ejecutiva todavía seguían sin comparecer mientras que el resto del Comité,  críticos y afines, esperaban ya en la sala de la reunión.

El motivo de esas ausencias era enfrentarse directamente con los afines de Susana Díaz, que subían constantemente al hall y a la zona de cafetería, para transmitirles que el Comité válido era el que había convocado la ejecutiva y, por tanto, el punto a debatir no podía ser otro que la celebración de las primarias y el congreso extraordinario.

 En el otro bando, sin embargo, la postura era radicalmente opuesta. Solo la presidenta del Comité Federal tenía potestad para decidir el punto del día y ese debía ser la creación de una gestora. Incluso, en esos primeros momentos de la mañana, llegaron a plantear que Sánchez tuviera “voz” en la composición de la misma.

Hernando y López, contra Susana Díaz

En esas negociaciones todos tuvieron su cota de protagonismo. De hecho, se filtró una fotografía de Susana Díaz debatiendo, en el patio de la cafetería de Ferraz, con Miquel Iceta, afín al secretario general.

No obstante, la discusión más tensa se produjo entre la propia presidenta de la Junta y su número dos, Juan Cornejo, contra los portavoces de Pedro Sánchez en el Congreso y el Senado, Antonio Hernando y Óscar López, respectivamente.

Testigos presenciales de ese “choque”, también vivido en el patio de la cafetería, explican a ECD que la discusión fue “fuerte” y que, incluso, en algunos momentos, “casi se gritaron”.

Guerra de filtraciones de ambos bandos

La falta de entendimiento provocó un primer receso, en el que muchos aprovecharon para salir a tomar algo a los bares aledaños y, además, comprobar el ambiente crispado que ya se respiraba en la calle y que fue a más a lo largo del día. Los gritos de los militantes concentrados contra Susana Díaz y los críticos, a los que acusaron de “golpistas”, no cesaron en toda la jornada.

Acabado ese receso, volvieron las negociaciones y, desde ambos bandos, se inició un duelo de filtraciones a los periodistas que, en la calle y sin poder acceder a Ferraz, intercambiaban confidencias procedentes de unos y de otros.

Precisamente, los ya citados Óscar López y Antonio Hernando protagonizaron una de las filtraciones que más repercusión tuvo, y que luego se confirmó que no era cierta. Corrió el rumor de que ambos habían aceptado una gestora y que César Luena también negociaba las condiciones con los secretarios de organización territoriales.

 

La información, sin embargo, fue desmentida desde el equipo de Pedro Sánchez, que acusó a los afines a Díaz de lanzar “intoxicaciones” para meter presión a la ejecutiva federal.

Más luchas: Luena-Blanco y Pérez-Ares

Finalmente, ambos bandos aceptaron iniciar un Comité Federal en el que aún no existía acuerdo sobre el orden del día y quiénes podían votar o no, ya que los críticos aseguraban no reconocer a la ejecutiva de Sánchez y, por tanto, sus componentes no podían participar.

La primera pugna se produjo por el micrófono de la Mesa del Comité Federal. Verónica Pérez, presidenta de ese organismo, aseguró que “ella decidía”. A continuación, Rodolfo Ares usó el mismo micrófono para enmendar a la mano derecha de Díaz en Sevilla.

Después de un nuevo receso, y sin decidir aún qué y quiénes iban a votar, se pactaron 150 intervenciones. En ese momento, pidieron la palabra, entre otros, Pedro Sánchez,  Susana Díaz,  Cesar Luena, y José Blanco.

Éstos dos últimos, otrora “maestro y alumno”, se intercambiaron golpes dialécticos sobre los estatutos del partido y la interpretación de los mismos.

También alzó la voz, contra los trabajadores de Ferraz, Mario Jiménez, portavoz del PSOE de Andalucía, por un fallo en el micrófono de Díaz.

Todos pedían el voto

Como el debate no avanzaba, los componentes de la Mesa –Verónica Pérez, Rodolfo Ares y Nuria Marín anunciaron- que “había acuerdo” para un nuevo receso, lo que fue tomado a guasa por los presentes: “Algunos casi aplaudimos”, explican las fuentes consultadas.

En esos periodos de “reflexión”, los integrantes de ambos bandos se movilizaban para pedir el voto a favor de la propuesta de cada uno. El ya mencionado José Blanco,  fue uno de los más activos a favor de Susana Díaz. Pidió, en los pasillos,  apoyos  para crear una gestora, tal y como quería la andaluza.

Patxi López, por su parte, continuó intentando ejercer su papel de mediador entre los pedristas y susanistas, pero sin ningún éxito: “Habló con todos, pero la verdad es que nadie le hacía mucho caso”.

La batalla final

Después de muchas batallas durante la jornada, el punto de inflexión llegó cuando se instaló una urna para someter a consideración del Comité Federal, con voto secreto, la propuesta de Pedro Sánchez de celebrar elecciones primarias y un congreso extraordinario.

Fue entonces cuando se inició una rebelión de los dirigentes críticos que, a gritos, empezaron a calificar el proceso de “fraude”. Argumentaban que “no había censo oficial”, pese a que éste se aprobó por la mañana, y que la votación era “irregular” porque la urna quedaba “medio oculta” al haberse situado detrás de la mesa de la ejecutiva.

Según las fuentes consultadas, la tensión fue en aumento, se oyeron “duros insultos” hacia Pedro Sánchez e, incluso, el número dos de Susana Díaz, Juan Cornejo, amenazó con agredir al secretario general.

Los críticos, además, iniciaron una recogida de firmas para pedir que se sometiera al madrileño a una moción de censura. Lograron 129 firmas para llevarla a cabo, pero dos de los tres miembros de la Mesa del Comité Federal, Ares y Marín, lo rechazaron.

Después de tres cuartos de hora de más batallas dialécticas entre los dos bandos, la ejecutiva aceptó, como única vía para desbloquear la situación, que se votara “por llamamiento público” la propuesta de celebrar el congreso extraordinario.

El equipo de Sánchez sospechaba que, con las órdenes dadas por todas las federaciones críticas de votar en contra de esa iniciativa, ésta no saldría adelante si la votación no era secreta. Las previsiones se cumplieron: 132 votos en contra y 107 a favor. Un resultado que trajo consigo la dimisión del secretario general.

Los ex secretarios generales, ausentes

En los días previos, se había hablado mucho sobre la posible presencia de los ex secretarios generales del PSOE para oponerse a Pedro Sánchez. Incluso, se especuló con la redacción de una carta conjunta contra el madrileño.

Todos ellos, salvo José Luis Rodríguez Zapatero, descartaron asistir a la cita de ayer. El leonés, de hecho, llegó a asegurar que se lo estaba pensando. Esa incertidumbre, explican empleados de Ferraz, la mantuvo hasta última hora de la tarde del viernes, cuando notificó a la sede nacional que no iría.

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