Tania Sánchez, diputada de Unidos Podemos

“Podemos debe ser una organización más feminista, más amable, más democrática y mucho más presente en la vida cotidiana de este país”

Tania Sánchez lleva doce años en política, y es de las pocas personas de Unidos Podemos con experiencia de gobierno. Educadora social y antropóloga. Mujer de izquierdas, profunda convencida de que en Podemos pasó el tiempo de la protesta y llegó el del pico y la pala.

La "guerrera" Tania a los pies de la diosa Palas Atenea, mito de la guerra, la sabiduría y la estrategia.

Fue delegada de clase. Y se nota. Pisa fuerte sin levantar la mano para pedir cancha. La dama de hierro de Podemos no quiere que se le encasille como una mujer fría y calculadora. En su adolescencia fundó el Krak: Colectivo Revolucionario Amanece que No Es Poco. Sigue siendo idealista. Y vehemente. Pero no quiere estar en partidos rígidos ni sectarios. Se tomaría una copa con Pablo Casado, pero sería incapaz de reírle la gracia a Eduardo Inda. Podría asumir el papel de la más dura, pero prefiere ser ella misma. La que fuera punky es ahora una rubia que viste como de derechas. Así lo dice ella. Aun así, mantiene el fondo, madurado por las experiencias de los años. La hija de dos militantes comunistas “coherentes” tiene oídos, y habla con claridad a veces temeraria. Le regalaría a Pablo Iglesias El arte de la guerra. Todo dicho. De buen rollo…

Después de leer a Manuel Vicent, uno espera a la “Capitana Trueno”. Y no. Estamos en la segunda casa de Palas Atenea, la diosa de la guerra. Hemos quedado en el Círculo de Bellas Artes con la diputada menos previsible de Unidos Podemos. Llueve en Madrid. Y sí. Es blackfriday.

Después de unos cuantos meses tirando a puerta sin meter gol, hay fumata morada para esta entrevista. Tania a solas aparece en Alcalá con un catarro y muchas cosas en la cabeza. En una esquina de La Pecera, el restaurante de esta casa cultural, hacemos un homenaje a lo productivo que es desterrar los diálogos de besugos y ahogar las etiquetas. Ni tiburona. Ni pez espada. Ni manta. Ni piraña. Ni nenúfar… Una joven con sus ideas, sus circunstancias y sus cosas.

Pescamos a una Tania que viene de perder, junto con Rita Maestre, la batalla por las riendas de Podemos en la Comunidad de Madrid. Asume la derrota y no se esconde.

Segura. Reflexionada de casa. Coherente con sus planteamientos vitales y políticos. Sin miedo al poder interno y a las jerarquías con bigote.

56 minutos sin oler a argumentario. Entre Atenea y el mar de fondo, lanzamos la caña.

Vídeo del día

Feijóo confirma a Dolors Monserrat, que repetirá como
candidata del Partido Popular a las elecciones europeas

 

¿Cómo se ve en el Congreso de los Diputados? ¿Qué le sobra? ¿Qué le falta? ¿Qué tiene de real pegado a la calle el trabajo desde las Cortes?

La verdad es que el Congreso, cuando lo vives desde dentro, es como una especie de ciudad independiente del mundo. Le falta conexión con la vida de la gente, y le sobra pompa y protocolos absurdos. Necesita entrar en el siglo XXI. A veces tengo la sensación de que, en cualquier momento, va a aparecer un señor del siglo XIX bajando las escaleras y te va tratar de usted de una manera muy distinguida…

¿Le da confianza este Gobierno?

No. La misma que me daba el anterior. Me da absoluta confianza en que va a seguir haciendo una política absolutamente desastrosa para la mayoría de este país y para el futuro del país. Más allá de la cuestión ideológica, este Gobierno no tiene un proyecto político ni un proyecto económico. Aznar pensó que saldría de todas las crisis liberalizando todo el suelo y plantando un monopolio de ladrillo. Zapatero pensó algo que no fue capaz de desarrollar, con una especie de idea ecológica con la que no supo por dónde tirar. ¿Qué quiere hacer este Gobierno con este país? ¿De qué va a vivir nuestra gente? ¿Vamos a ser un país de turismo, de ladrillo, de universitarios, de sanitarios…? ¡Nadie lo sabe! Es una cosa desesperante.

Podemos ya es la segunda fuerza política española, según el último barómetro del CIS. ¿Qué le falta para ser una alternativa real de Gobierno?

Nos falta el proceso que vamos a afrontar ahora en Vistalegre. Nos falta pasar, de ser una maquinaria electoral, que ha sido muy eficaz y muy capaz, a ser una organización que está implicada en la realidad de la gente y en sus vidas cotidianas. Eso significa, no sólo estar en las instituciones y en las actuaciones de protesta, sino también formar parte de la construcción de una nueva cultura de país. Nos falta ser parte de la vida de la gente. Eso, en el siglo XX tenía un significado, y en el siglo XXI hay que inventárselo, con lo cual, no es fácil; pero creo que estamos en el buen camino, porque hay mucha gente que quiere ser parte de un proyecto de cambio para este país e imaginar un futuro mejor con hechos diarios y cercanos.

Se escuchan dos futuros para Podemos. Uno, seguir. Otro, ganarse la confianza de más gente con menos indignación y más transversalidad. ¿Tiene la impresión de que los españoles os ven más maduros que cuando arrancó el partido?

Obviamente. Todo cambia. Podemos empezó siendo una organización outsider, formada por gente que nunca ha estado en política y nunca había participado en casi nada. Eso no va a repetirse, porque ya tenemos cargos públicos. El cambio nos invita a hacer dos reflexiones: que nunca más seremos lo que fuimos y nunca más podremos aspirar a lo que se planteó en un principio, y volver a  una situación, que considero errónea, de dejar que nos encierren en que somos una parte radical de la izquierda a la izquierda del PSOE; o podemos pensar que todo esto sirve para seguir siendo gente que hace las cosas de otra manera; porque no venimos de toda una larga estirpe de personas ancladas en las instituciones, pero, además, vamos a ir aprendiendo, y vamos a ir aportando solvencia a nuestra capacidad de hacer política. Esta reacción me parece más positiva.

La salida del Congreso para el minuto de silencio de Rita Barberá para mucha gente no ha sido un gesto maduro…

A veces pasan estas cosas con las decisiones que se toman rápido. Es verdad. Yo no lo tenía muy claro, y creo que a la gente no le ha gustado. Y cuando pasa eso, hay que pensar que igual no se ha hecho bien.

¿Cómo se puede combinar con acierto discrepar pero ser constructivos?

En este país pasa algo muy curioso: se confunde el consenso con la anulación de la discrepancia. Cuando en este país se habla de que la gente deja atrás sus diferencias para llegar a un acuerdo político, en realidad, si se observa el resultado de las decisiones adoptadas, no hay un punto intermedio entre las posiciones de partida. Lo que hay es una mayoría que se ha impuesto y ha impuesto su visión al conjunto, excluyendo a quien ha querido. Eso pasa incluso con la idea de país, que ha construido un consenso en torno a un país único y unificado, y todo lo demás se queda al margen. Yo creo que hay más gente que piensa que este es un país plurinacional y con identidades diversas, con sus encajes complejos, que hay que resolver.

¿Cómo se hace política constructivamente y discrepando? Entendiendo que la política es conflicto, y que la manera de llegar a acuerdos es escenificar la realidad de ese conflicto: analizarlo, comparar las diferencias, y tomar decisiones en las que cada uno cede una parte. Yo eso no lo he visto, ni en el PP, ni en el PSOE. Ellos teatralizan la discrepancia, pero en muchas ocasiones están de acuerdo antes de que empiece la discusión. Eso es lo que hay que romper.

¿Cuál es el problema, especialmente con el PP? Que hace una política que no tiene que ver con la defensa de las mayorías de este país. Yo no me puedo poner de acuerdo con un señor al que le parece bien que el Estado esté al servicio de unas minorías. Y no pasa nada. Habrá momentos en los que se pueda estar de acuerdo, y otros en los que no.

¿Podemos será una isla dentro del Congreso con quien será difícil que el resto de partidos encuentren consensos en esta legislatura?

Nosotros estamos dispuestos a pactar muchas cosas. El otro día sacamos adelante una iniciativa sobre el salario mínimo interprofesional que ha sido aprobada, que el Gobierno reconoce que tiene que aplicar, y nosotros no teníamos números para sacarlo solos… Ha salido adelante porque nos hemos puesto de acuerdo con otros. ¡Claro que podemos ponernos de acuerdo con otros! En lo que no vamos a estar de acuerdo es en la política económica, que es un desastre para el país.

 ¿A Podemos le sobran gestos mediáticos?

¿A la sociedad actual le sobran televisión y efectos audiovisuales? No es un problema de Podemos… Vivimos en una sociedad audiovisual y la política forma parte de esa sociedad.

Mediáticamente, Podemos suena a Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Pablo Echenique, Juan Carlos Monedero, Ramón Espinar… Y menos, Carolina Bescansa, Irene Montero, usted... ¿Por qué ellos llevan la voz cantante de manera desproporcionada?

Es una realidad que exige necesariamente un cambio. Somos el partido que más diferencia encuentra entre el voto masculino y el voto femenino. A la vez, somos el partido con el programa feminista más avanzado del panorama político, y que se lo cree y lo practica. Por más que se ha escrito sobre los machos alfa de Podemos, mis compañeros, en la cotidianidad del trabajo político, no son machistas. Pero esa contradicción entre ser el partido con la apuesta más firme por la transformación feminista del país, y no llegar a las mujeres, tiene que ver, obviamente, con que nos sobra testosterona. En la campaña de Madrid lo he dicho, porque creo que hay que asumir que a este partido le faltan figuras femeninas que hagan también política de otra manera. La política, no sólo Podemos, necesita más mujeres, porque urge cambiar las formas para que deje de ser una cuestión de cojones, por decirlo claramente.

Lo de la testosterona lo ha repetido varias veces. ¿Le ha llegado alguna respuesta interna a esa crítica?

No.

O sea, se asume...

Todo el mundo asume que es un déficit. Otra cosa es que cambiar las dinámicas de presencia de los géneros exija dos acciones que no siempre son fáciles: un género debe incorporarse a tareas o funciones a las que no está habituado, y otros tienen que salir. Mis compañeros hombres comparten que el diferencial hombre-mujer es un problema en Podemos, pero eso significa que hay que decidir quién deja de ser protagonista de esa historia.

¿Quién representa mejor a la mujer de Podemos: Ada Colau, Manuela Carmena o Teresa Rodríguez?

No elegiría. Una de las cosas claves de feminizar la política tiene que ver con multiplicar los liderazgos, ir a direcciones más colegiadas y a espacios mucho más compartidos, donde no haya una figura única, insalvable, impoluta, omnipotente, que nunca se equivoca y que hay que seguir hasta el final con un liderazgo incuestionable… Es bueno que entendamos que todos, también en política, somos seres humanos que toman decisiones, y que acertamos más si se toman entre cinco cabezas pensantes que si decide sólo una.

¿Cómo es el Podemos que usted tiene en la cabeza?

El Podemos que tengo en la cabeza es una organización flexible, no sectaria, con capacidad de estar muy involucrada en la cotidianidad de la vida de la gente.

Tania Sánchez lleva más de 12 años en cargos locales, autonómicos y nacionales. ¿Se vio en primer plano de la política cuando empezó por estos lares?

No. Cuando entro en la lista autonómica de la Asamblea de Madrid y resulto elegida diputada, fue por unas circunstancias muy particulares de mi realidad local. Si me hubiesen dado a elegir, no me hubiese ido de Rivas. Pero, a veces el destino te abre otras puertas y ahora tengo enfrente otro marco. Nunca tuve un plan, ni me subí a ninguna azotea pensando que todo lo que estaba abajo alguna vez sería mío… La verdad que no.

¿Cuál es su balance? ¿Cree de verdad que la política puede ser transformadora?

Sin duda. No hay ninguna otra cosa que transforme. ¡Es que todo es política!

Aunque sea lenta…

A veces es lenta, y otras, no tanto. Es compleja, porque la sociedad es compleja. Para que se produzcan transformaciones hay un cúmulo de circunstancias que se dan, y que no son sucesivas. Íñigo repetía, al inicio de Podemos, una cosa que yo creo que debemos tener presente siempre: esto no va de conseguir movilizar muchas veces en un año a miles de personas, que me dan un poder social que conmuta después por poder electoral… No, esto no funciona así. Hay muchas cosas imprevistas que cambian la realidad. Nadie habría imaginado el 15M, y ahora no entenderíamos nada de lo que está pasando sin el 15M. Por ejemplo: Pedro Sánchez se arrepentirá durante toda su vida de no haber intentado ser presidente del Gobierno con nuestros votos…

¿Es muy tentador aburguesarse en las instituciones?

Eso está relacionado con las condiciones de vida de la gente. En Podemos tenemos una fuerte limitación salarial porque decidimos limitar las prebendas del Congreso. Sumamos tres salarios mínimos interprofesionales. Si tienes hijos, tres y medio. Eso te sitúa en un nivel de vida que es más que digno, pero no nos da acceso a cenar todos los días fuera de casa, ni a comprar grandes lujos, ni a vivir a todo trapo. Al final, los días que estoy enferma y llueve, cojo el coche, y, si no, tomo el metro y voy de Carabanchel hasta el Congreso coincidiendo con los mismos seres humanos que van a trabajar. Lo que hace perder pie con la realidad es aislarte, o tener unas condiciones que te diferencien mucho de la cotidianidad de la gente. En mi caso, hago la vida que he hecho siempre.

¿Podemos ha destrozado al PSOE?

El PSOE se lleva destrozando a sí mismo desde los años 90. Me impresionó mucho la intervención de Antonio Hernando antes de la votación de investidura. Aquella retahíla, que me parece muy sintomática, de que el PSOE ha tenido que tomar grandes decisiones complicadas en su vida: la reconversión industrial, el abandono del marxismo, la entrada en la OTAN… “y la historia nos ha dado la razón”… Yo le miraba y decía: ¡82 diputados no es que la historia te esté dando la razón! ¡Todo lo contrario! Lo que le pasa al PSOE se lo han hecho ellos mismos. No ha venido nadie a hacer nada.

¿Es conveniente que Podemos absorba ahora a Izquierda Unida?

Siempre he defendido que no tenía sentido competir electoralmente, pero es verdad que Podemos e Izquierda Unida tienen un diagnóstico distinto de la realidad política, y un posicionamiento distinto ante esa realidad política. Por eso creo que sería un error fusionar ambas organizaciones; y sería un error porque la militancia se sentiría incómoda, ya que no es ni la misma ideología, ni la misma cultura, y eso generaría fricciones innecesarias que no merecen la pena. Y, además, nos obligaría a virar el análisis y a tomar una decisión entre uno de los dos modos de ver el mundo, cosa que no es necesaria con una alianza electoral. La fusión reduciría el campo político y limitaría nuestras aspiraciones de llegar a más personas.

¿Cómo es su relación personal con los diputados de PP y Ciudadanos?

El PP y el PSOE hacen una cosa que a nosotros nos cuesta un poco: son capaces de llamarse perro-judío en una tribuna y luego ser colegas. Nosotros no somos muy capaces de hacer eso. No es que no nos caigan bien personas de otros partidos y tengamos una buena relación, pero, cuando eres muy agresivo con otro, no es fácil llevarse bien. No me tomaría una copa con Inda, pero sí me la tomaría con Pablo Casado, con el que he tenido debates sin pasar a los ataques personales.

Podemos tiene unas ideas muy claras. ¿Cómo se compagina eso con saber escuchar y entender a los que están en otras ondas? ¿Entienden, por ejemplo, al ciudadano que vota al PP en conciencia?

Sí, claro. Otra cosa es que intentemos convencerle de que no lo haga más, porque le va mal a sus intereses. Sólo queremos sumar gente a nuestro proyecto, pero entiendo perfectamente por qué hay gente que vota al PP.

Hasta que llegó a la política, Tania Sánchez fue una joven que se sacaba las castañas del fuego. Camarera en el Ginos. Reparto de publicidad. Estudio. Carrera. ¿Qué aprendió de esa etapa de currante que no quiere que se le olvide nunca?

Que nadie está libre de que le vaya muy mal en la vida. ¡Nadie! Y que vivimos en un sistema en el que, hasta el ser más poderoso, puede acabar en un poblado, con problemas muy graves; y que, en esas situaciones, el cuerpo y la mente humanos tienen un aguante que uno no imaginaría. Además, aprendí que existe una prioridad que la política debe tener siempre presente, y es que la gente, por encima de todo, quiere ser feliz. Debemos pelear para que todo el mundo tenga el derecho a ser feliz.

Y de aquél trabajo contra la droga a pie de narcosala, ¿qué se le ha quedado grabado para siempre?

Que el ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor.

¿Podemos es su lugar natural, o el sitio a donde le han llevado las circunstancias?

Me siento más cómoda en Podemos que en otros tiempos.

¿Qué espera que sea Podemos después del congreso estatal Vistalegre 2?

Una organización mucho más feminista, más amable, más democrática y mucho más eficaz y presente en la vida cotidiana de este país.

¿Este Podemos tiene su techo en los 5 millones de votos?

La maquinaria electoral que ha sido Podemos podía tener incluso un resultado mejor. Los 5 millones de votos no creo que sean un techo. Ahora viene otro tiempo político, en el que no hay nada escrito y los votos no son de nadie. Podemos llegar a diez, o podemos caer a uno.

Sus recetas para Podemos:

¿Más azúcar y menos pimienta?

Todas las recetas deben ser equilibradas. Siempre que uno se pone a cocinar debería pensar en que, si hace un primer plato muy fuerte, después hay que preparar un postre que calme las papilas gustativas buscando el equilibrio.

¿Más en el ajo de la acción en la calle y menos en el perejil de las tribunas?

Más en el cocido de la vida cotidiana.

¿Menos cebolla sentimental de videos emotivos y más frutos maduros en el trabajo parlamentario?

Más ensalada campera, que mezcla de maravilla con las verduras maduras, como los pimientos, y elementos sentimentales, como las patatas.

¿Menos horno de leña y más acción política al baño maría?

Los hornos de leña cuecen a fuego lento y hay que saberlos utilizar. Si se pone a todo gas, seguramente se te queme el cochinillo. El horno de leña y el baño maría esconden lo mismo: el punto medio de cocción y el ritmo exacto para cocinar las cosas y que salgan cuajaditas.

Después de la batalla política interna Espinar-Maestre ha quedado la impresión de que en Podemos hay vencedores y vencidos. Y son ustedes muy jóvenes…

Nosotras quisimos defender un Podemos que no hiciera eso, y estamos esperando a que se sea consciente de que no se puede imponer la lógica de vencedores y vencidos en los órganos podemitas. No es una buena actitud quedarse con todo y fumigar lo demás. Ramón es un tío inteligente, y se dará cuenta de que no puede gobernar Madrid a la contra de la mitad de Madrid.

¿Quién es el referente político de Tania Sánchez?

Nunca he sido nada mitómana de nadie, porque me parece que las personas somos seres humanos, con nuestras grandezas y nuestras miserias, con cosas maravillosas y otras terribles. Me pasa igual con la música. Nunca he sido fan de nadie… Me encanta Extremoduro, pero no soy fan de Robert Iniesta [fundador del grupo], porque es un señor complejo en sí mismo, y probablemente no muy agradable con las personas de su entorno. Soy poco de mitos. Me gusta trabajar. Soy una esponja que aprende de mucha gente. De cada persona, de cada escrito o de cada autor que estudio saco la parte que me resulta más útil. Y también aprendo de gente con la que no estoy de acuerdo. Yo veo a Mariano Rajoy y pienso: ¿Quién tuviera esa templanza para estar sentado esperando a que caiga la fruta madura sin hacer lo más mínimo? ¡Ha visto caer a todos sus enemigos internos, a todos los adversarios políticos de los otros partidos, allí, sentadico, sin mover nada!

¿Qué le diría a Trump en un tú a tú?

Que Estados Unidos no existiría si no fuera por la inmigración; que mire a su esposa y sepa que es una inmigrante, y que esas barbaridades de expulsar a gente de países sólo nos conducen a lo peor del siglo XX.

Decía el otro día Manuel Vicent, en El País, que usted tiene un rostro desafiante, la yugular marcada, que en un cómic sería la que abre la puerta de una patada, y que es el prototipo de la política guerrera. ¿Sí?

Pues no lo sé… Ese es el perfil que él se formó después de una conversación charlando sobre la vida… Esto me pasa mucho, y me gustaría poder combatirlo: hay una distancia grande entre la imagen construida de mi perfil político y la imagen de mi persona. Es razonable porque, cuando tuvimos que disputar en su día la presencia televisiva, fui de las primeras en adentrarme en ese mundo desde una posición política que no se había oído ni escuchado. Siendo joven, siendo mujer, y siendo rubia, casi tuve la obligación de ofrecer un semblante más serio, para que se respetaran nuestras posturas. Cuando uno revisa mis encontronazos con personajes como Inda, en general había una cierta condescendencia, y eso obliga a subir el tono de alguna manera.

Yo me encuentro más cómoda discutiendo con la vehemencia que me caracteriza, porque es así, pero también con el sentido común y la ironía que me gasto con mis amigos tomando cervezas. Es mucho más divertido y mucho más cercano.

Entonces, ese perfil de dama de hierro de Podemos no es real…

Puedo jugar ese papel. Es verdad que soy fuerte. Hay personas que se amilanan o se asustan, o que no llevan bien la confrontación, y yo puedo ocupar ese espacio. Pero también soy de otra manera. No soy un ser despiadado, frío, calculador, que entra en los sitios dando una patada en la puerta… ¡Pero, si tengo que entrar como Clint Eastwood en el Parlamento, diciendo quién es el dueño de esta pocilga, como cantan Los Chikos del Maíz, lo puedo hacer, y no me duele en prendas! Creo que eso tiene que ver con haber tenido la experiencia de gobernar. Ahí, el rigor y la toma de decisiones ponen muchas cosas en su justa medida. Y entender, saber escuchar, dialogar, ser flexible… Tengo una combinación de perfiles interesantes, pero sólo se conoce, públicamente, el más duro. Creo que en el ámbito privado la gente conoce otros. Mucha gente no diría que soy divertida, pero lo soy.

En su adolescencia fue delegada de clase y puso en marcha Krak. Con k. Colectivo Revolucionario Amanece que No es Poco. ¿Cómo ha madurado esa mujer revolucionaria? ¿Qué era idealismo, y qué sigue siendo realismo posibilista?

En realidad, sigo siendo súper idealista. Sigo siendo una persona que toma decisiones muy arriesgadas. Si creo una cosa, aunque suponga la posibilidad de caerme y hacerme daño, siempre tiro por las ideas que me convencen. Abandono un acta y una organización en la que podría haber seguido con calma; en el proceso de Podemos en Madrid, tomo una posición que no era la esperada ni la previsible, y que era arriesgada, porque podíamos perder, y de hecho, hemos perdido; pero eso no lo he cambiado desde mi adolescencia: cuando creo en algo, creo en algo. Y creo las cosas con realismo, igual que entonces. Sé que las cosas no pasan porque uno crea en ellas. No soy lectora de Paulo Coelho… Me la sigo jugando, y sigo siendo, en muchas ocasiones, un poco temeraria.

¿Qué he cambiado? Primero, algo que es fundamental: saber cuándo mostrar todo. Cuando yo era punky, sólo con aparecer le estaba diciendo al mundo qué pensaba, qué quería hacer… Yo iba con unas botas militares, unos pantalones ajustados, la cabeza rapada y unos mechones morados, y así le decía a todo el que me veía que era de izquierdas, radical, que quería cambiar la sociedad… Cualquiera podía entonces rellenar un folio entero de cosas sobre mí, sólo mirándome… Durante el Erasmus que hice en Suecia aprendí que no tenía necesidad de gritarle al mundo lo que pensaba. Que era más interesante que la gente construyera una imagen que no tiene por qué tener relación conmigo. Como tengo la ventaja de que soy rubia, desde entonces decidí que era mejor vestir como si fuese de derechas. Es más inteligente. Y hacerme la tonta… porque, como soy rubia, la gente puede pensar que soy tonta, y pongo cara de que soy tonta…

¿Qué tipo de comunismo respiró usted en su casa?

Uno bastante educativo, a la par que rígido, y muy coherente, que tenía sus cosas dolorosas. Yo nací en 1979 y viví un poco de lejos lo de Naranjito, La Bola de Cristal, la Movida madrileña y Alaska… Te has comido de lleno cosas que no eran tan guays, como Los Fruitis, Cobi… Mi generación empezó a tomar conciencia en la época de la decadencia del sueño español… Entonces, molaba llevarse unos Levi’s y entrábamos en la época consumista con fuerza. Los niveles de vida subieron muchísimo en la mayoría de la población.

En esa época, yo vivía en un entorno en el que había mucho desnivel social. Muchos de mis amigos eran hijos de padres con dinero, y adquirían muchas cosas con un afán consumista que mis padres no permitieron en mi casa porque nos educaron en otros valores. A mí me enfadaba un poco llevar unas jhayber, en vez de unas reebok, y aguantar la explicación del valor de las cosas, que el dinero no cae de los árboles, que la leche no se produce en la nevera, que los videojuegos no, pero el Trivial, sí, porque enseñaba a aprender…

En aquel momento me enfadaba, como niña y preadolescente, pero ahora lo miro con distancia, y estoy muy agradecida a mis padres. Han hecho una labor educativa espectacular de una manera muy honesta, muy democrática y muy libre. Combinaron bien ese equilibrio, tan difícil en esos años, entre los padres que querían ser amigos de sus hijos y suplían con dinero la incapacidad de entenderse, y los padres que tenían tanto miedo al cambio que se producía en el país, que fueron demasiado rígidos y generaron muchas frustraciones en sus casas.

Siendo una joven con tantas inquietudes desde siempre, ¿tuvo alguna vez inquietudes religiosas?

¡Sí! ¡Claro! Tenía amigas y vecinas que iban a misa. En Rivas, al principio no había iglesia, pero sí un grupo de cristianos de base que hacían cosas. Algún domingo que me aburría les acompañé a ver qué era eso, no entendí nada, y todo me pareció un coñazo. Mis padres nunca me lo prohibieron. Tuve una amiga que iba a clases de ballet, y yo quería ir también. Mi madre me dijo que no me iba a gustar. Y, efectivamente, duré tres clases. Con la religión, mi madre hizo exactamente lo mismo que con el ballet.

Cuando eres pequeño, no es fácil entender la religión si no has aprendido cosas en casa. Si tus padres te enseñan, tú tienes fe en ellos, y avanzas, pero, si lo tienes que elaborar todo tú, no es fácil encontrarle un sentido…

¿Le ha hecho pensar algo la muerte imprevista de Rita Barberá? ¿Le da miedo la dureza interna de las relaciones de los partidos? ¿Le asusta el poder de juzgar antes de tiempo de los medios de comunicación?

No necesito la muerte de Rita para plantearme eso… Es duro. La construcción de la opinión pública de manera liviana tiene riesgos serios, pero forma parte de las cosas que debemos transformar. Mientras no tengamos una conciencia democrática más profunda, sucederán cosas poco racionales. 

“A mí me han hecho polvo”. Lo dijo usted en mitad del proceso judicial que finalmente fue archivado. ¿Qué aprendió de aquél episodio que le puso entre la espada y la pared en su futuro político?

Aprendí algo que me sorprendió: creo que mucha gente no lo hubiese aguantado. Aquello me dio una confianza fuerte en mi capacidad de aguante. Aprendí a tener paciencia, algo que no tenía cuando estaba en el Krak, y que las cosas no son así, ahora, y ya, sino que exigen miradas a largo plazo. Entendí que hay mucha más política en las cosas que no se ven que en las que se ven, y que este país es mucho menos democrático de lo que parece.

Hay gente que vio su salto a Podemos con sospechas. ¿Se ve en la necesidad de tener que demostrar que no es una veleta?

Acabo de salir de un proceso de primarias en Podemos y he sido la cuarta persona más votada de una lista. Me siento orgullosa, porque creo que he conseguido mi sitio, después de un año y pico trabajando mucho. Eso lo he visto recompensado. Estoy muy cómoda en Podemos. No me siento nada cuestionada.

¿Cómo encuentra la paz de sus ardores revolucionarios?

Estudiando y leyendo en un sitio tranquilo sin ruido de fondo.

¿Qué libro o qué serie le regalaría usted, con mensaje, a Pablo Iglesias?

El arte de la guerra.


REBOBINANDO

Las distancias cortas tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Pero son más reales que las proyecciones televisivas o lo que nos narran en diferido los medios de comunicación.

Tania es cercana, realista, poco distorsionada, de momento, por esa subjetividad desconcertante que enroca el juicio sobre sí mismos en muchos políticos de las diferentes bancadas del hemiciclo.

Ve sus virtudes y sus defectos, y las virtudes y los defectos de Podemos, y no tiene reparos en soltarlos a la grabadora. Eso, en un país donde los políticos están acostumbrados –u obligados- a hacer cantares de gesta con todas las cosas de su partido, es un poema épico a la verdad de la diferencia.

Tania es combativa y guerrera, pero no es una insolente, ni una rígida indignada con el mundo. Ni mucho menos. Es una mujer con carácter.

Disiente sin atragantarse.

Su planteamiento del futuro de Podemos tiene una lógica. No es un pataleo. Ni una pose de enfrentamiento contra el líder. Es más: está en la línea del secretario político del partido, Íñigo Errejón.

Tania es menos teórica que los politólogos de la cúpula, y eso acerca el mensaje. No se trata sólo de ser muy clarividentes, sino de hacer política a pie de calle. Si la gente –así, a granel- es el destinatario, que entiendan…

Tania es cotidiana. Como las ensaladas camperas. Y eso tiene su punto. No hay nada menos burocrático que ser una más y seguir siendo una más. Aunque a veces haya que poner cara de Betty Davis con tachuelas.