Se termina el culebrón de Torres Ágora: buena parte del Ministerio de Exteriores ya está allí y Moratinos hace ahora la mudanza

El Ministerio de Asuntos Exteriores ultima el cambio de su sede en el barrio de Salamanca de Madrid al edificio “Torres Ágora”, cercano a la M-40. A lo largo del verano, secciones ministeriales como la Secretaría de Estado para la Unión Europea y la Dirección de Asuntos Consulares han efectuado el traslado. Estos días lo acomete Moratinos.

El Ministerio de Asuntos Exteriores ultima el cambio de su sede en el barrio de Salamanca de Madrid al edificio “Torres Ágora”, cercano a la M-40. A lo largo del verano, secciones ministeriales como la Secretaría de Estado para la Unión Europea y la Dirección de Asuntos Consulares han efectuado el traslado. Estos días lo acomete Moratinos. De cara a la mudanza del ministro, se aprovechará su estancia en Nueva York durante la Asamblea General de la ONU para acondicionar su despacho. El cambio de emplazamiento no implica que la sede original del Ministerio, el Palacio de Santa Cruz, deje de tener las funciones eminentemente simbólicas que hasta ahora ostenta. Está previsto que antes de vencer la primera quincena de octubre, el proceso de mudanza esté concluido y la nueva sede tenga plena operatividad. Este será el fin, quizá provisional, de una preocupación que data de años atrás, que ha causado grandes polémicas internas y que tiene que ver con el postergamiento de Exteriores en importancia política y en asignación de recursos. A este respecto cabe recordar que, si externamente se resuelve la cuestión de la sede, en lo que concierne al funcionamiento interno del Ministerio se ha de presentar en pocos días la Ley de Reforma del Servicio Exterior. Según ha venido adelantando puntualmente ECD, ninguno de estos movimientos ha estado ausente de críticas y aún quedan por ver sus bondades tras la puesta en marcha. El cambio de sede, en concreto, se hizo forzoso por las emanaciones de naftaleno de la sede de Marqués de Salamanca, que constituían un riesgo para los trabajadores. El ritmo del cambio de sede ha sido muy lento por la discusión interna habida. Así, hubo quejas por el privilegio de algunos trabajadores —la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional, siempre nutrida de fondos- de mudarse a otras oficinas antes que los demás, que por entonces aún seguían respirando el naftaleno. Otro agravio comparativo fue ver cómo los funcionarios de Exteriores veían congelarse sus nóminas mientras la Concejalía de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Madrid se instalaba con lujo en oficinas cercanas del mismo barrio de Salamanca. Más atrás quedan polémicas como el solar de Padre Damián en el que se iba a construir el nuevo Ministerio, operación detenida por las perpetuas angustias presupuestarias y la indecisión política. Cuando se tomó con firmeza la decisión del traslado, la preocupación de los diplomáticos españoles fue la escasa representatividad y el emplazamiento mejorable de “Torres Ágora”, habida cuenta de que es visitado diariamente por el cuerpo diplomático acreditado en España para tratar con sus pares en el Ministerio. Este trato continuo es una de las razones que han llevado a la concentración de embajadas en el madrileño barrio de Salamanca. Otros movimientos de Exteriores se vieron frustrados por razón de competencia entre administraciones: Exteriores no pudo hacerse con el antiguo Ministerio del Aire, en Moncloa, ni con el edificio del Tesoro, en la plaza de Benavente, porque Defensa y Justicia le ganaron la partida. Edificios cercanos a “Torres Ágora” fueron descartados por tratarse de una zona socialmente degradada y con problemas de inseguridad. Con este asunto finalmente en trámite de resolverse, el ministro Moratinos tiene ahora una preocupación menos, pues ha sido constante la queja de sindicatos y asociaciones funcionariales por esta mudanza. Con un retraso notable, el traslado se ha de concluir en un mes a más tardar, y Moratinos ya no tendrá que excusarse con la afirmación de que este problemático expediente era una carga dejada por el gobierno anterior.

 

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