Zapatero no quiso hablar de su candidatura en 2012, hizo un balance triunfalista de la gestión de la crisis y defendió los “símbolos nacionales” de Cataluña

Zapatero ha tomado la costumbre de convocar a finales de diciembre una rueda de prensa para ofrecer un resumen del año. Lo hizo ayer, en La Moncloa, con una comparecencia excepcionalmente larga en la que eludió hablar de si será de nuevo candidato en 2012 e intentó ‘vender’ los “logros” de su Gobierno en la lucha contra la crisis.

La rueda de prensa discurrió, en síntesis, de la siguiente forma:

-- La comparecencia resultó muy larga: media hora de intervención propia, seguida de una hora de respuestas a las preguntas de los periodistas.

-- Zapatero dio sensación de cierta rigidez al comienzo, con aspecto cansado y unas notables bolsas en los ojos. Pasada la primera parte, se fue soltando, para mostrarse más participativo y sonriente.

-- Al final acusó la duración de la comparecencia y redujo notablemente la duración de sus respuestas. Incluso se le escaparon leves gestos de impaciencia, aunque sin perder su habitual tono educado.

-- El presidente habló solo, de pie, desde un atril. Fernández de la Vega se sentó en la primera fila de butacas y se mantuvo sin hablar con los medios. No hubo más miembros del Gobierno. Bernardino León, el asesor presidencial, se sentó en un discreto segundo plano.

-- A pesar de la excepcionalidad de la cita, la asistencia de periodistas no fue mucho mayor que el habitual tras un Consejo de Ministros.

-- Al terminar, habló brevemente con un periodista que le había preguntado sobre el posible descrédito que suponían para España casos como el del pesquero ‘Alakrana’ o el de Aminetu Haidar. Zapatero, que le había respondido con cierta agresividad, quiso suavizarlo subrayando que él –el presidente- no había dado por hecho que el periodista estuviera personalmente convencido de tal descrédito internacional.

-- Evitó algunos temas, que cobraron relevancia precisamente por su elusión. Por ejemplo, en ningún caso citó al líder de la oposición, ni a ningún partido político. Habló muy poco sobre la próxima presidencia de la UE, evitando aquí referirse a la cuestión palestina o la cubana, grandes objetivos de Moratinos, e insistiendo en un objetivo muy querido por De la Vega: la creación de empleo de calidad en la UE.

-- Tampoco habló de terrorismo internacional islámico. No citó a ninguna comunidad autónoma, salvo el elogio que hizo a la cooperación antiterrorista entre Gobierno central y Gobierno vasco. Tampoco mencionó la corrupción política, ni el posible pacto sobre la energía, ni la famosa ley sobre descargas de internet.

 

-- Sí hizo menciones personales de importancia, algunas implícitas y otras explícitas. Reconoció la labor de Moratinos, al afirmar que España es hoy más importante en el mundo. Defendió con rotundidad a Rubalcaba. Y se acordó, por sus nombres, de las víctimas del terrorismo de este año. Hubo guiños a un sector agraviado, como es el de los agricultores.

-- El tono utilizado tuvo algunos matices triunfalistas. Se felicitó por la pericia parlamentaria de los socialistas al lograr cerrar los Presupuestos y financiación autonómica. Hizo hincapié en lo que considera grandes éxitos de su Gobierno: la seguridad vial y la reducción de la inmigración ilegal. Subrayó que se mantienen todos los derechos sociales y, lo que es más importante, la “cohesión social”, término en el que insistió en diversas ocasiones.

-- Destacó del discurso su carga ‘reformista’. Insistió en las reformas aprobadas y en las que se van a aplicar, en el marco de la creación de un nuevo modelo productivo. Si el Plan E era un estímulo de urgencia, ahora estamos “en un momento de tránsito” en el que el Gobierno articulará medidas legislativas de alcance: austeridad de la Administración, ayudas a la agricultura, leyes de servicios y de ciencia, reformas en el sector de la vivienda, fondo ICO, fondo municipal, fondo para la economía sostenible, medidas para automoción y sector turístico…

-- Respecto de la crisis económica, empleó palabras de singular crudeza en su descripción. Con intención de hacer autocrítica, reconoció que no acertó con el uso de la palabra “desaceleración” en lugar de “crisis” y que eso causó “equívocos” en la opinión pública. Curiosamente, ese debate no fue en 2009 sino en 2008. Insistió en que la recuperación está en marcha desde hace meses. Su “obsesión”, la generación de empleo, cree que será posible a finales de 2010.

-- Recogiendo el guante lanzado por el Rey y las conversaciones del ministro Gabilondo con el PP, insistió en la importancia del pacto sobre educación. Anunció, ante las insistentes preguntas de los periodistas, que se verá con Rajoy cuando avancen las negociaciones en ese punto.

-- Se mostró sorprendentemente tibio en su estimación de las posibilidades de Montilla de repetir en la Generalitat. Desechó valorar las encuestas de intención de voto y también hablar sobre su candidatura en 2012.

-- Defendió enfáticamente la constitucionalidad de los “símbolos nacionales” de Cataluña, en tanto que Cataluña es “una nacionalidad”.

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