Tres días, sin armas, en tierra, sólo teoría. Así es el curso de adiestramiento de los 100 ‘blackwater’ españoles que protegerán a los atuneros españoles de los piratas

El próximo mes de marzo partirá para aguas de Somalia el relevo de los vigilantes que garantizan la seguridad de los atuneros españoles que faenan en el océano Índico. Mientras, en España, diversas empresas continúan formando a los profesionales que repelerán a los piratas. Hay malestar por los conocimientos que se imparten en estos cursos.

En el momento en que el Ministerio del Interior autorizó a los barcos españoles que faenan en Somalia a llevar a bordo seguridad privada, el Cuerpo de Infantería de Marina organizó un curso de formación específico para los 52 vigilantes que formaron parte del primer contingente. Se impartió en las instalaciones de Cartagena (Tercio de Levante) y quienes conocen cómo transcurrió aseguran que fue “muy completo”, aunque “falto de días”.

Ahora, dicha formación se ha transferido a empresas privadas, que son las que preparan a los vigilantes que relevarán a quienes regresan a España en marzo. Éstas son las características de los cursos que se estás realizando en diferentes puntos de la Península y las quejas de algunos profesionales que han participado en ellos:

-- Se trata de cursos de formación meramente teóricos, que se realizan en las instalaciones de las propias empresas de seguridad, con una duración de escasos días (tres, en la mayoría de los casos, o cinco) y en los que no se realiza “ni tan siquiera” una hora de prácticas de ningún tipo. “Si lo superas, ya puedes ir a Somalia”, reprochan.

Fuentes consultadas por El Confidencial Digital advierten que se trata de un “despropósito”, pues se le va a entregar a un vigilante con escasa experiencia y sin formación práctica un fusil de asalto. Se van a enfrentar a piratas armados con fusiles de asalto Kalaschnikov, lanzagranadas RPG-7 o ametralladoras RPK.

-- Críticas a la selección de los formadores. El personal que imparte estos cursos no tiene ningún tipo de experiencia militar, en la mayoría de los casos. Se trata de meros vigilantes de seguridad, según estas fuentes, que únicamente poseen licencia de armas y el TIP de vigilante (el carné profesional que otorga Interior para poder ejercer la profesión).

“Desconocemos el criterio seguido para la selección de los monitores; no se han tenido en cuenta los currículos”, denuncian. “Y eso es peligroso para una misión de tal calibre”.

-- Infantes de elite que no han sido seleccionados. Algunos miembros de la UGNE, antigua Unidad de Operaciones Especiales (UOE), muestran su perplejidad porque las empresas de seguridad no hayan contado con ellos para realizar este curso de formación.

Para ingresar en la UOE se tenía que superar un curso de tres meses con entrenamiento en explosivos, asalto a buques, emboscadas, rescates. El porcentaje de bajas durante el mismo era muy alto.

Pues bien, ECD ha podido confirmar que varios ex miembros de la UOE enviaron sus CV para poder trabajar en Somalia y las empresas los han rechazado, “sin valorar nuestra trayectoria profesional”.

 

-- Cursos “surrealistas”. Así califican algunos profesionales las pruebas que deben superar los vigilantes que vigilaran a los atuneros españoles. Estas son algunas de ellas que se fijaron en un curso realizado recientemente:

a)       Correr por un circuito de coches, dando vueltas y haciendo ‘zig zags’ entre los vehículos. Si no aguantaba el aspirante, no pasaba la prueba.

b)       Saltos desde una torre a una piscina. Uno de ellos se realizaba sujetando con las manos un extintor contra el pecho.

c)       En la piscina, y dentro de una embarcación neumática, se tenía que volcar y ponerla en su posición iniciar.

d)       Subir y bajar por una red.

e)       Defensa personal y manejo del machete.

f)        Ejercicio de tiro desde diferentes posiciones. Con escopeta del 12, pero con cartuchos de perdigones.

-- Un curso ‘express’. Debido al gran número de bajas, Seguribérica tuvo que formar en tres días al relevo de los vigilantes que habían abandonado la misión. En él, aseguran algunos de los presentes, se presentó una persona que dijo ser armador, y que estaba muy contento con la empresa y con los vigilantes embarcados. Otro día acudió un oficial de la Armada, cuya experiencia era haber estado embarcado en el Juan Sebastián El Cano: “Nos puso fotografías de los compañeros embarcados, de las armas que utilizar, etc.” Y también se los instruyó en primeros auxilios.

Las fuentes consultadas por este confidencial concluyen que en las declaraciones de los asistentes a los cursos se puede comprobar la “chapuza” de la formación que reciben. “Hemos entrenado con armas letales, como fusiles de asalto, y no letales, como un bazoka”. “¿Ha visto este vigilante alguna vez un bazoka?”. Y otro que afirmó: “La mayoría de los ataques han sido en la parte trasera del barco”. “¿Se refería a la popa o a la proa?”

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