El otro debate de la moción de censura

Pedro Sánchez entró en el Congreso convencido de que saldría investido presidente

Estuvo rodeado de sus más estrechos colaboradores y exhibió una imagen de candidato a la presidencia del Gobierno. La bancada del PSOE se mostró perfectamente unificada

Pedro Sánchez, en la moción de censura contra Mariano Rajoy.
Pedro Sánchez, en la moción de censura contra Mariano Rajoy.

El primer día de debate de la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy se convirtió en una de las jornadas más confusas y agitadas de la Historia reciente del parlamentarismo español. La incertidumbre sobre el resultado de la iniciativa, debido a la posición del PNV, provocó escenas nunca vistas en el Congreso de los Diputados.

El candidato a la Presidencia, Pedro Sánchez, llegó a la puerta de acceso al Palacio de las Cortes con una escenografía muy similar a la que organizó Pablo Iglesias hace un año, cuando el líder de Podemos presentó su propia moción de censura.

Como Iglesias, Sánchez llegó caminando no en solitario sino rodeado de sus más cercanos colaboradores. En su caso, con la portavoz parlamentaria, Margarita Robles; con la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra; con José Luis Ábalos, el encargado de presentar la moción en el hemiciclo; y sus jefes de gabinete y de prensa.

Mientras el líder socialista se exhibía como candidato, los ministros del Gobierno de Rajoy trataron de pasar desapercibidos. Ninguno quiso responder a las preguntas de los periodistas, y algunos, como María Dolores de Cospedal, aprovecharon que la atención de los reporteros estaba fijada en Fernando Martínez-Maíllo para “colarse” discretamente desde el edificio de ampliación del Congreso.

Lo mismo que Cospedal hicieron Albert Rivera, colocado con esta moción en una situación incómoda, e Irene Montero, a la que abrieron paso para que en el barullo nadie le hiciera daño en el actual estado de gestación en el que se encuentra. Pablo Iglesias, por su parte, ni siquiera atravesó el patio, llegó por otro camino hasta su escaño en el hemiciclo y tampoco tuvo que hacer declaraciones

Rajoy, como es costumbre, llegó en coche hasta la misma entrada al Congreso. Le recibió el portavoz popular, Rafael Hernando, con varios minutos de retraso sobre las nueve. Prácticamente llegó el último, salvo otro diputado destacado estos días: el popular Teófilo de Luis, quien ha anunciado que dejará el escaño en unas semanas. De Luis llegó caminando, fumando un pequeño puro, y evitó también así que le acosaran a preguntas sobre su retirada.

Los nervios en el PP, a flor de piel

La sesión parlamentaria fue una de las más complicadas para el Partido Popular en los últimos tiempos. Los diputados del PP fueron de los más ruidosos y alborotadores de la larga jornada en el hemiciclo, hasta el punto de que Ana Pastor tuvo que pedirles silencio una y otra vez. Por cierto, que la presidenta de la cámara también pidió con severidad que no se sacaran fotografías.

Desde la bancada derecha fueron brotando contestaciones a las palabras de Pedro Sánchez. Por ejemplo, la ex ministra Celia Villalobos, sentada en la primera fila, no paró de hablar en voz alta durante la primera intervención del líder del PSOE, rebatiendo cada argumento de Sánchez.

El ambiente se fue caldeando: a una queja de Pedro Sánchez de que los populares le llamaban “vendepatrias” por recibir los votos de los independentistas, el popular Juan José Matarí soltó un sonoro “¡sí!”. Más tarde, se escuchó un claro “¡traidor!” cuando Sánchez quiso rebajar el tono y expresó su respeto personal hacia Mariano Rajoy.

Uno de los momentos que más murmullos levantó fue cuando Pedro Sánchez anunció, por sorpresa, que si era investido presidente del Gobierno respetaría los Presupuestos Generales del Estado de 2018 recién aprobados en el Congreso.

 

Los diputados del PP lo escucharon incrédulos y muchos comenzaron a aplaudir de forma sonora y con intención irónica. Pero en ese momento de sus filas se marchó fuera del hemiciclo, muy rápido, un hombre: José Luis Ayllón, director del gabinete de la Presidencia del Gobierno, mano derecha de Rajoy. Esa maniobra de Sánchez pudo inclinar la decisión del PNV de dar el “sí” al líder del PSOE, ya que los nacionalistas vascos no querían ver peligrar las concesiones arrancadas a Rajoy a cambio de su apoyo a las cuentas públicas.

Un ministro y la dimisión

Lo más sorprendente es que antes de que el PNV pusiera la puntilla a la legislatura de Mariano Rajoy, algunos ministros hacían cábalas y especulaciones sobre los efectos de una dimisión del presidente. Durante todo el día esa posibilidad planeó por los pasillos y el patio del Congreso, y ese miembro del Gobierno de Rajoy la comentó en una conversación privada con un colaborador, comentando los pasos a seguir y el calendario para investir a un nuevo presidente del PP una vez que Rajoy renunciara. Incluso comentó sobre el presidente: "Ha hecho un gran servicio a España", dando ya por eso antes de mediodía que Rajoy saldría de la Presidencia del Gobierno.

En cuanto a los diputados del Grupo Popular, la incertidumbre provocaba cierta ansiedad. Muchos se dirigieron a los responsables del grupo, como José Antonio Bermúdez de Castro, para saber si sabían qué postura iba a adoptar el PNV. La respuesta no les dejó nada tranquilos: “Nosotros no sabemos nada”, confesaban los dirigentes del grupo parlamentario, aumentando la sensación de desconcierto.

A la tarde, con Mariano Rajoy ausente y el “sí” de los nacionalistas vascos a la moción de censura ya extendiéndose, la bancada del PP empezó a tener más claros por la salida de muchos diputados. Aún tuvieron fuerzas para saltar contra Albert Rivera en varias ocasiones, pero mostraron una mayor apatía. Sí aplaudieron a Ana Oramas, de Coalición Canaria.

Desde el equipo de Rajoy lamentaron el tono de Pedro Sánchez. A su juicio, el debate se había convertido en “una moción de tortura, y no de censura”: “Parecía que Sánchez estaba interrogando y exigiendo a Rajoy ‘¡Confiese!’”.

Cohesión para aplaudir en el PSOE, apatía en Podemos

La bancada socialista se mostró notablemente unificada. Liderados por Adriana Lastra y Margarita Robles, los 84 diputados cerraron filas con Pedro Sánchez y salpicaron sus intervenciones de aplausos, y ovaciones al volver a su escaño.

En los recesos, los representantes del PSOE no las tenían todas consigo hasta que el PNV anunció su “sí” a la moción de censura. Incluso comentaban la “opción Soraya”: la idea de que Mariano Rajoy pudiera dimitir para desactivar la moción de censura, y que propusiera para una investidura a la vicepresidenta del Gobierno. Era una opción que por la mañana contemplaban seriamente como maniobra del PP para aguar la abortar de Pedro Sánchez.

El debate de la moción de censura fue, ante todo, un cara a cara entre Mariano Rajoy (mientras estuvo en el hemiciclo) y Pedro Sánchez, entre el PP y el PSOE, con los ojos puestos en los cinco “disputados” (así los llamó una dirigente del PP) del PNV.

Eso quedó patente en la apatía del grupo de Unidos Podemos, a diferencia de lo que ocurrió en la moción de censura que ellos firmaron hace un año. Pablo Iglesias, Irene Montero, Íñigo Errejón, Rafa Mayoral, Alberto Garzón... se dedicaron a mirar el móvil o la tablet durante toda la mañana, ignorando por completo el desarrollo del debate. Sólo por la tarde, antes de su intervención, Pablo Iglesias comenzó a tomar notas y a escribir parte de su discurso.

Especialmente curiosa fue la escena que protagonizó Eduardo Maura, diputado vasco de Podemos sentado en filas superiores del hemiciclo. En un momento dado, Maura -protegido por la madera que hace de barandilla- sacó una bolsa de tabaco de liar, cogió tabaco, lo colocó sobre el papel y lió el cigarrillo con la lengua. Todo, en su escaño, preparándose para salir a fumar al patio.

Por cierto, Pablo Iglesias e Irene Montero aprovecharon el receso de mediodía para comer juntos y con dos diputados de su confianza: Juanma del Olmo, del núcleo duro de la secretaría general de Podemos, y Noelia Vera, mano derecha de Irene Montero como portavoz adjunta del grupo parlamentario. Un poco más tarde se sentaron con ellos Rafa Mayoral y Juan Carlos Monedero.

Refuerzos” de los partidos en la tribuna de invitados

Monedero, que no es diputado, cumplió con su costumbre de acudir a las sesiones parlamentarias claves. Ya estuvo en la moción de censura que lideró Pablo Iglesias hace un año.

El fundador de Podemos, ajeno ya a cualquier cargo orgánico pero con mucha influencia interna y en Iglesias, siguió el debate desde la tribuna de invitados, aunque en ocasiones desconectó colocándose unos auriculares. Monedero lucía una camiseta con un dibujo de la serie ‘Juego de tronos’ (la que Iglesias le regaló al rey Felipe), pero con un mensaje humorístico sobre la famosa frase “Winter is coming”.

Cerca de Monedero se sentó otro ideológo de Podemos, Jorge Verstrynge, quien por cierto ya vivió otra moción de censura: la de Hernández Mancha contra Felipe González en 1987, cuando él era diputado.

Otros partidos también tuvieron “refuerzos” en las tribunas de invitados. Por parte del PP, acudieron el presidente del Senado, Pío García-Escudero, que se marchó con gesto muy preocupado; el presidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido, muy saludado por los diputados de su partido; Andrea Levy, vicesecretaria; y el portavoz en el Ayuntamiento de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.

De Ciudadanos acudió Begoña Villacís, también portavoz en el consistorio madrileño, y por el PSOE su secretario general en la Comunidad de Madrid José Manuel Franco, junto al líder de Comisiones Obreras Unai Sordo. Siguiendo todo el debate también estuvo alguien ajeno a la política, pero habitual en muchos eventos políticos: el padre Ángel, sacerdote fundador de Mensajeros de la Paz.

El buen oído de Ábalos y la lucha de citas

La sesión, histórica por fraguarse en ella la primera moción de censura que triunfa en España, dejó otros momentos destacados:

- La famosa boda de Ana Aznar, hija del ex presidente del Gobierno, estuvo presente en el pleno, citada en la primera intervención de José Luis Ábalos.

- Ante algunos comentarios desde los escaños del PP, Ábalos presumió de tener muy buen oído.

- Rajoy utilizó como uno de los elementos de desgaste de Pedro Sánchez su famoso “No es no”, que citó repetidamente.

- Echó en cara a Ábalos de no haber sido capaz de tomar nota de las preguntas que le había hecho.

- Rajoy intentó ridiculizar la propia moción criticando la redacción de su texto.

- Fue demoledora la reata de citas, sacadas de la hemeroteca, con declaraciones de destacados socialistas absolutamente contrarias a cualquier pacto con nacionalistas.

- Lo mismo ocurrió cuando esgrimió citas despectivas descartando cualquier relación del PSOE con los populistas. Varias de ellas de José Bono, y la última del propio Pedro Sánchez.

- Las grandes cadenas de televisión y radio emitieron en directo la primera parte del debate, el enfrentamiento entre Pedro Sánchez y Rajoy. En el caso de laSexta, hubo espectadores que abandonaron por exceso de anuncios de publicidad.

- Sorprendió al final de la mañana la súbita salida de Mariano Rajoy, antes de que la presidente levantara la sesión. Salió a toda velocidad, sin que lointerceptaran en los pasillos periodistas y cámaras.

- La renuncia de Zidane, que se anunció en pleno debate, quitó por un momento el foco de atención sobre lo que ocurría en el Congreso. Hasta el punto de que algunos diputados comentaron, en broma, que el hasta ahora entrenador del Real Madrid había “boicoteado” el pleno.

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