Los detalles menos conocidos del cónclave popular

El otro congreso del PP: cenas regionales, movimientos en la sala de votación y ‘fiesta’ en Nuevas Generaciones

Soraya Sáenz de Santamaría trató de enmendar en el segundo día la “espantada” que dio en la primera jornada para dejarse querer por los compromisarios. Varios barones autonómicos se ocultaron en las cabinas para escribir su voto

Intervención de Soraya Sáenz de Santamaría congreso pp
Intervención de Soraya Sáenz de Santamaría congreso PP

El Partido Popular celebró por primera vez en su Historia un congreso nacional en el que se enfrentaron dos candidatos. Los más de 3.000 compromisarios tuvieron que elegir entre Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado, en un cónclave transcendental que definirá el rumbo del primer partido político de España en los próximos años.

En los últimos 31 años, el PP y antes AP habían llegado a sus congresos nacionales con una única candidatura que sólo veía diferencias en el porcentaje abrumador que conseguían sus candidatos a presidente, en el entorno del 90%. El último pulso lo libraron en 1987 Miguel Herrero de Miñón y Antonio Hernández Mancha, con victoria del segundo para encabezar lo que entonces era Alianza Popular.

La llegada de dos candidatos al congreso condicionó la gran cita interna de los populares. Hasta ahora los compromisarios estaban acostumbrados, a nivel nacional, a limitarse a votar al único candidato aunque, eso sí, debatir y votar las enmiendas a los documentos ideológicos.

En esta ocasión no hubo debate de documentos, pero sí ‘pelea’ por conseguir el apoyo de los compromisarios por parte de las dos candidaturas. Al final se alzó con el triunfo Pablo Casado, con el 57% de los votos frente al 43% de Sáenz de Santamaría y una diferencia de 450 papeletas en las urnas para elegir al Comité Ejecutivo Nacional del PP.

Más allá de los resultados, de los nombres y de los discursos, este Congreso Nacional Extraordinario dejó un buen número de detalles: la trastienda, la cara menos conocida del cónclave de dos días celebrado en el Hotel Marriott Auditorium de Madrid.

Movimientos calculados al ir a votar

Tal y como se contó en estas páginas, de la primera jornada del congreso en la tarde del viernes 20 sorprendió -tanto a sus rivales como a dirigentes “neutrales”- la marcha precipitada de Soraya Sáenz de Santamaría.

Al acabar el programa de ese día, con el discurso de despedida de Mariano Rajoy, la ex vicepresidenta del Gobierno salió del salón del plenario y, tras hacer unas breves declaraciones a los medios de comunicación, se fue con sus colaboradores más cercanos.

Por contra, Pablo Casado decidió volcarse en arañar votos. Al menos, dejándose ver, saludando y haciéndose fotos, repartiendo sonrisas y bromas con decenas, cientos de compromisarios que llenaban la planta baja del Hotel Marriott.

Pues bien: Soraya Sáenz de Santamaría trató de enmendar este “error” (para muchos) en el mismo momento de la votación.

Las doce mesas colocadas por el comité organizador en un gran salón del hotel se abrieron durante varias horas, y los compromisarios formaron varias colas inmensas en un primer momento para acceder al salón y depositar sus votos.

 

Los compromisarios se repartían por mesas por orden alfabético de su primer apellido. Soraya Sáenz de Santamaría irrumpió en el salón por la parte opuesta a la mesa que le correspondía: curiosamente, la mesa que iba de los apellidos Rudi (como la ex presidenta popular de Aragón) a Sánchez (la coincidencia con el presidente del Gobierno provocó más de un comentario).

La aspirante a suceder a Rajoy tardó un buen rato en cruzar en diagonal todo el salón. Se fue acercando a todos los dirigentes conocidos del PP que andaban por allí, para intercambiar dos besos y algún comentario con ellos, fueran o no de su candidatura. También se hizo fotos y charló con decenas de compromisarios.

Eso sí, en un movimiento llamativo, por apenas segundos y metros no se cruzó con María Dolores de Cospedal, la que durante años ha sido su gran rival en la confianza de Mariano Rajoy. Cospedal ya había votado, y se marchaba a duras penas, ya que muchos compromisarios le paraban para despedirse y hacerse una foto con ella. Las dos máximas colaboradoras de Rajoy en estos años no tuvieron ese encuentro en el momento de votar.

Sáenz de Santamaría llegó finalmente a votar, entre una enorme nube de fotógrafos y acompañada de sus máximos colaboradores, como la ex ministra de Empleo Fátima Báñez, a la que había propuesto como secretaria general.

En ese momento llegó Pablo Casado con su “séquito”. Al ver los movimientos de Sáenz de Santamaría -se los señaló una persona de su equipo-, Casado empezó también a dejarse querer. Fue saludando uno a uno de los miembros de todas las mesas de votación. Cuando se acercaba a donde se encontraba Saénz de Santamaría, ella empezó a alejarse, en un movimiento que parecía coordinado.

La ex vicepresidenta, a su vez, empezó a imitar a Casado: se acercó a los miembros de las mesas, a saludarles detenidamente. Al llegar ambos al final, se produjo el encuentro: se saludaron con un beso y entre sonrisas, para marcharse después cada uno por su lado.

Cabinas para escribir el voto sin miradas indiscretas

La mayoría de los presidentes autonómicos del PP habían ido declarando públicamente sus preferencias por uno u otro candidato. Por eso llamó la atención que algunos de ellos decidieran ocultarse para elegir su voto.

El comité organizador había instalado cabinas con cortina, como en las elecciones generales, europeas, municipales, autonómicas... Los sobres y papeletas (que no tenían nombre del candidato, sino que cada compromisario lo escribía) se encontraban en montones tanto en las cabinas como en varias mesas repartidas por la sala.

La mayoría de los compromisarios escribía su voto y lo metía en un sobre a la vista de cualquiera. Otros optaron por las cabinas, y llamó la atención que entre quienes escribieron allí sus votos estuvieran, por ejemplo, Juan Vicente Herrera, presidente de la Junta de Castilla y León; Fernando López Miras, presidente de Murcia; Antonio López-Istúriz, eurodiputado y secretario general del Partido Popular Europeo; e incluso colaboradores muy cercanos a Pablo Casado se encerraron en una cabina.

En la sala de votaciones -a la que al principio accedían los compromisarios en oleadas, reguladas por el servicio de seguridad y personal del hotel, para no colapsarla- también se vio a diputados, senadores y dirigentes provinciales mantener cierto “control” sobre los compromisarios de sus provincias. “Que se me desmadran estos, voy a ver qué hacen”, comentó un veterano dirigente para volver a acercarse a los compromisarios de su provincia antes de que todos votaran.

Recuento a puerta cerrada

La larga duración de los discursos de presentación de ambos candidatos obligó a retrasar el inicio de la votación de los compromisarios, y en general todo el programa del segundo y último día del Congreso Nacional Extraordinario del PP. De hecho, hubo compromisarios de fuera de Madrid que tuvieron que marcharse sin escuchar el discurso de proclamación de Pablo Casado porque sus aviones, o sus AVEs, salían ya, a mediodía.

Una vez que se cumplió el tiempo establecido para tener abiertas las urnas, se procedió al recuento. En la votación entre los militantes hubo agrupaciones que permitieron ver el recuento a los periodistas, otras que lo hicieron a puerta cerrada.

Pues bien. En el congreso del PP, el recuento fue a puerta cerrada. Los responsables de organización y de seguridad ordenaron “todo el mundo fuera”, y fueron invitando a salir a todos los presentes, salvo los miembros de las mesas que iban a hacer el recuento. Incluso se cerraron las puertas dobles que daban acceso al salón.

Esa decisión de desalojar el salón y cerrarlo por completo extrañó incluso a algunos ex ministros del PP y dirigentes con amplia formación jurídica, que se marcharon extrañados: “No sé por qué cierran las puertas”.

Cenas, reuniones, discursos...

-- Cenas por autonomías: en la noche del viernes al sábado muchos compromisarios acudieron a cenar con compañeros de sus respectivas comunidades autónomas. Fue otro momento para arañar votos de los indecisos. Personas presentes en algunas de esas cenas explican que los representantes más volcados con cada candidatura aprovecharon el momento para “hacer campaña”, y animaban a “pensar bien” el voto antes de escribirlo en la papeleta el sábado por la mañana.

-- Nuevas Generaciones de Casado: entre los compromisarios más activos y más implicados en la campaña de Pablo Casado se encontraban muchos jóvenes de Nuevas Generaciones. Casado dirigió la organización juvenil del PP en Madrid, allí se forjó políticamente y allí tejió las primeras fidelidades a su persona. En los pasillos del congreso se vio a muchos jóvenes de Casado hablando por teléfono, hablando con otros compromisarios...

De ahí que tras el discurso de proclamación del nuevo presidente del PP, decenas de militantes de Nuevas Generaciones subieron al estrado a saludar a Casado, a felicitarle y a festejar una victoria que consideraban suya. “El equipo Casado”, se autodenominaban. Destacaba entre ellos Ángel Carromero, que tuvo puestos de responsabilidad durante la etapa de Casado en Nuevas Generaciones de Madrid.

-- El apoyo de Madrid, clave: Casado se impuso con contundencia en la Comunidad de Madrid en las primarias de militantes del 5 de julio. Pero, además, en el congreso contó con la complicidad del aparato del partido regional, muy importante por el número de militantes (de forma similar a Andalucía, que se inclinó hacia Sáenz de Santamaría). Por ejemplo, se produjeron “reuniones” del presidente provisional del PP de Madrid, Pío García-Escudero, con Juan Carlos Vera, que dirigió una gestora con Cifuentes, y con Antonio González-Terol, alcalde de Boadilla y valor emergente del PP de Madrid. También la diputada regional Isabel Díaz-Ayuso tuvo un papel importante. De todos ellos se desmarcó el presidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido, que apoyó a Soraya.

-- Una furgoneta con el cartel “Zapatero apoya a Soraya”: cerca de las puertas del Hotel Marriott Auditorium se encontraba aparcada una furgoneta que lucía un cartel recordando que el ex presidente socialista José Luis Rodríguez Zapateo había mostrado sus preferencias por Soraya Sáenz de Santamaría. Algunos compromisarios vieron con desagrado este suceso, porque lo consideraban una intromisión.

-- Las cajas de cátering: la organización del congreso encargó a una empresa varios cientos de cajas de comida preparada destinadas a los periodistas que acudieron al evento. Aparte de eso, las distintas barras de cafetería del hotel estuvieron abarrotadas en todo momento. Al no haber espacio en el auditorio del plenario para todos los compromisarios, muchos optaron por verlo por pantallas en el bar, tomando un refrigerio. Incluso Soraya Sáenz de Santamaría se dejó ver por el bar, con su equipo, después de votar y mientras se contaban los sufragios.

-- De nuevo, Arriola: el “gurú” electoral, el asesor áulico de Aznar y Rajoy se dejó ver discretamente por el congreso. Siguió desde la grada el discurso de despedida del ya ex presidente del PP. Pero, además, los rivales de Soraya Sáenz de Santamaría vieron la mano de Arriola en el discurso de presentación de candidatura, e incluso en el gesto tan comentado que la ex vicepresidenta hizo con un abanico con la bandera de España.

-- Los veteranos de la etapa de Aznar: este congreso ha supuesto un claro relevo generacional en el PP. Pese a contar con las simpatía de José María Aznar, Pablo Casado se ha rodeado principalmente de jóvenes, de entre 35 y 45 años. Pero por el congreso se dejaron ver también ex ministros de Rajoy, claro está, e incluso personas que tuvieron un gran peso en la etapa de Aznar. Fue el caso de Federico Trillo, ex ministro de Defensa, que acudió como invitado, y de Carlos Aragonés, ahora senador, que fue director de Gabinete de Presidencia del Gobierno con Aznar.

-- Ausencias destacadas: no se vio, por ejemplo, a las dos últimas lideresas del PP de Madrid, ni a Esperanza Aguirre (mentora política de Casado) ni a Cristina Cifuentes, totalmente alejada de la política desde su dimisión.

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