Euforia en Ciudadanos tras consolidarse como partido clave para la formación de gobiernos

Tendrán la llave para conformar nuevas mayorías en Madrid, Castilla y León o Murcia

Equipo de Ciudadanos de Madrid.
Equipo de Ciudadanos de Madrid.

El reloj apenas marcaba las 22:00 y en la sede madrileña de Ciudadanos reinaba un ambiente distendido. Todavía quedaba una noche por delante que se adentraría de madrugada para confirmar las sensaciones optimistas que el propio secretario general del partido, José Manuel Villegas, se encargaba de verbalizar en las primeras declaraciones oficiales después del cierre de los colegios electorales: “Ciudadanos crece cada vez que se abren las urnas y hoy será igual”.

Su objetivo, terminar de darle la estocada al Partido Popular y reafirmar su papel como partido de la oposición en toda España.

Los tres candidatos naranjas se encontraban en la sede cuando todavía no había comenzado el escrutinio. Begoña Villacís, candidata a la alcaldía de Madrid, llegaba con el carrito de bebé tras haber pasado la última semana de campaña electoral en el hospital, primero por dar a luz a su tercera hija y después por sufrir un cólico nefrítico que le impidió acudir al debate organizado por Telemadrid.

Ignacio Aguado, candidato a presidir la Comunidad de Madrid, y Luis Garicano, cabeza de lista para las europeas, vivían junto a su compañera en una de las siete plantas de la sede el escrutinio del superdomingo electoral. Su líder, Albert Rivera, se incorporaba el último.

Indiferencia con los resultados europeos

La pantalla gigante en el interior de Alcalá 253 retransmitía el análisis de La 1 en directo cuando comenzaban a contarse los primeros votos. Nadie se movía, excepto los periodistas acreditados, que ante la espera de un resultado representativo aprovechaban para picar algo del catering que ofrecía el partido.

En una sala anexa, los militantes más jóvenes hacían los mismo entre risas y brindis con el optimismo intacto y buscando en las pantallas de sus móviles resultados que justificasen una celebración.

La portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, y el Ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, anunciaban a las 23:00 de la noche los resultados de las elecciones europeas en la circunscripción única de España. En la sede de de la formación naranja subían el volumen para escucharles.

 El PSOE ganaba claramente el primero de los tres asaltos del domingo, Ciudadanos conseguía llevar a Bruselas 7 diputados, recibiendo uno más cuando Reino Unido abandone de forma definitiva la UE. Nadie en Alcalá 253 hizo gestos de victoria, ni siquiera sus militantes más fervorosos, aun obteniendo 5 diputados más que en los comicios anteriores. La verdadera batalla se libraba en ayuntamientos y comunidades. Volvían a bajar el volumen.

Suben en Madrid y se mantienen en Barcelona

Se actualizaban los porcentajes de escrutinio y comenzaba a llenarse el salón central de la sede naranja. No parecía que Ciudadanos fuese a adelantar al PP en términos generales, pero continuaba su crecimiento para pisarle los talones y afianzar su posición como actor esencial para determinar hacia qué lado se inclinaría la balanza en varios consistorios y comunidades.

 

Avanzaba la noche y con ella el recuento de votos. Se empezaban a intercambiar opiniones entre militantes y periodistas. “Estoy muy contento” se decían unos a otros. “Vamos a poder cambiar gobiernos” manifestaba uno de ellos con alegría.

No era para menos. En el Ayuntamiento de Madrid, Begoña Villacís se situaba como tercera fuerza política con cuatro concejales más y una subida de 8 puntos respecto a 2015, sabedora de que un pacto a la andaluza entregaría el consistorio al popular José Luis Martínez-Almeida. Una estrategia que pondría fin al mandato de Manuela Carmena.

Por otra parte, en Barcelona, el candidato Manuel Valls consiguió rascar un concejal más que en los comicios anteriores, aunque insuficiente para hacer frente al bloque independentista liderado por ERC y a la candidatura de Ada Colau para repetir como alcaldesa.

Llaves de gobierno

De igual manera, en ciertas Comunidades Autónomas, Ciudadanos se posicionó anoche como socio necesario para lograr mayorías, tanto a izquierda como a derecha, aunque sus candidaturas presumiblemente no vayan a ser las investidas.

Es el caso de Castilla y León. Siete diputados más y clave en la formación de gobierno, que bien podría facilitárselo al PSOE o al PP, porque los números cuadran y como tercera fuerza tendrán la responsabilidad de tomar partido. Algo que se repetirá en Murcia, donde casi han doblado sus diputados y tendrán en su mano utilizarlos para evitar que el PSOE se haga con la comunidad.

Ciudadanos al alza

Ya era casi la 01:00 de la madrugada y toda la plana mayor del partido bajaba al salón central para hacer las valoraciones entre banderas europeas, madrileñas y españolas agitadas por seguidores eufóricos.

Todos los líderes sin excepción celebraban “el crecimiento de la ola naranja”. Desde Garicano hasta Rivera pasando por Villacís y Aguado. Todos manifestaban con rotunda satisfacción unos números que, aunque no les hicieran vencedores, les convertían en el partido con más llaves de gobierno. “Un dique de contención” remataba Begoña Villacís.

Desalojar a Carmena, impedir que los socialistas se hicieran con la Comunidad de Madrid, ganar peso en Castilla y León o ser clave en Murcia y Málaga justificó ese sentimiento de victoria, evidenciado en unos militantes que hacían más por que los líderes escucharan sus cánticos que por atender a lo que estos tenían que decirles.

Ignacio Aguado adelantó su intención de “llamar mañana mismo” a Isabel Díaz Ayuso para “hablar de programas y gobierno” en la Comunidad de Madrid. Begoña Villacís agradecía a sus votantes confirmar que era “el único partido del consistorio madrileño que ha aumentado en votos”. Albert Rivera zanjó las intervenciones con un discurso optimista, “este partido no para de crecer”, mientras le cantaban “¡Presidente!”, a lo que respondió “tranquilos, en las siguientes elecciones”.

La fiesta terminó con un puñado de globos naranjas lloviendo desde el techo de la primera planta, mientras los abrazos, brindis y sacudidas de mano se iban disipando del interior de Alcalá 253 ya bien entrada la madrugada del lunes.

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