Feijóo negocia con PNV y regionalistas acuerdos para aislar a Vox y evitar un ‘efecto Meloni’

El objetivo es firmar pactos postelectorales en ayuntamientos y comunidades que permitan al PP alcanzar mayorías prescindiendo del apoyo de Abascal

Cuca Gamarra y Feijóo.
Cuca Gamarra y Feijóo.

Alberto Núñez Feijóo ha puesto en marcha una operación para aislar a Vox en ayuntamientos y autonomías. Busca cerrar un acuerdo con el PNV y los partidos regionalistas para limitarla influencia de Santiago Abascal en la formación de gobiernos del PP tras las elecciones de mayo y evitar un ‘efecto Meloni’ en España.

Por el momento, Feijóo ha optado por un sonoro mutismo sobre la victoria de la ultraderecha en Italia que mantiene en vilo a Europa. Lo hizo a pesar de que intervenía apenas 24 horas después de las elecciones italianas ante la plana mayor del PP, reunida el pasado lunes en el comité de dirección en la calle Génova.

Ha decidido dejar pasar la oportunidad de marcar distancias con Vox, con quien en España tiene aún que decidir si gobernará en más autonomías -lo hace en Castilla y León- y en ayuntamientos tras las elecciones de mayo de 2023.

Como líder del PP, Núñez Feijóo, a diferencia de Pablo Casado (que lo hizo en la moción de censura de Vox), no ha pronunciado todavía un discurso rupturista con el partido de Santiago Abascal, y permitió que Vox entrara en el Gobierno de Castilla y León.

En cambio, antes de convertirse en presidente de los populares, el dirigente gallego sí había calificado como “extrema derecha” a Vox. Ahora evita los calificativos.

Aislar a Vox y evitar un ‘efecto Meloni’

Sin embargo, según ha podido saber Confidencial Digital por fuentes próximas al líder del PP, Núñez Feijóo ha decidido comenzar a preparar en ayuntamientos y comunidades autónomas pactos postelectorales que permitan al PP formar gobiernos prescindiendo del apoyo de la formación de Abascal tras las municipales y autonómicas.

La estrategia de la dirección nacional del Partido Popular tras la victoria de la ultraderecha en Italia es, por tanto, dar largas a Abascal y trasladar al PP que no se debe “dar alas a Vox” para evitar un ‘efecto Meloni’ en España.

“Ahora, cuanto más lejos, mejor”, insisten en el equipo del dirigente gallego. Se trata también de no frenar en seco las opciones de Feijóo si se dinamita su imagen de centrista moderado.

En Génova concluyen que la mayoría absoluta de Juanma Moreno en las elecciones andaluzas del pasado 19 de junio disparó el cambio de ciclo político y marcó la salida de Pedro Sánchez de La Moncloa, al tiempo que consolida a Feijóo como alternativa capaz de ensanchar el PP por el centro.

 

Acuerdos con el PNV y los regionalistas

En su medio año al frente del primer partido de la oposición, Feijóo ha evitado retratarse junto a Abascal con un reto en el horizonte: alcanzar una “mayoría incontestable” en las elecciones generales, previo examen en las municipales y autonómicas de mayo.

El líder del PP trabaja para cerrar un acuerdo con el PNV, los partidos regionalistas (excepto con los independentistas de ERC y Bildu) y la denominada ‘España vaciada’ con el objetivo de limitar al máximo la influencia de Abascal en la formación de gobiernos del PP en ayuntamientos y comunidades autónomas.

Una mayoría que amplíe la distancia con respecto a Vox y sume más que la izquierda como para lanzarse a gobernar en solitario tras las generales, que se celebrarán aproximadamente seis meses después.

La consigna del PP es “hablar con todos”

La estrategia de Génova con los líderes autonómicos y municipales del PP es dejar abierta su política de pactos e iniciar diálogo para formar gobierno con todas las fuerzas. Tras las elecciones, llamarán a formar mayorías “estables, sin la amenaza permanente de mociones de censura”, aunque destacando que serán “gobiernos del Partido Popular”.

La idea es que los resultados les permitan explorar una vía distinta a la coalición con Vox. Se busca que la aritmética permita al PP intentar una posibilidad que no le ate a Santiago Abascal, precisamente “hablando con todos”, según la orden trasladada desde ya por Génova a los territorios.

El intento fallido en Castilla y León

El escenario que dibujan en la dirección nacional del PP es no repetir, con los resultados encima de la mesa, el fallo que impidió al equipo de Pablo Casado y Alfonso Fernández Mañueco excluir a Vox del Ejecutivo de Castilla y León porque no se había negociado previamente al tratarse de un adelanto electoral.

Consiste en convencer a todos, en aquel caso salvo al PSOE (28 escaños) y a Unidas Podemos (1 escaño), para que se abstengan y permitan la investidura del presidente autonómico o alcalde del PP.

La mayoría absoluta en las Cortes de Castilla y León está en 41 escaños, que el PP y Vox superaban el pasado mes de febrero, con 44 procuradores.

Pero Fernández Mañueco también hubiera resultado elegido con 31 votos a favor del PP, frente a los 29 en contra del PSOE y Unidas Podemos, si se hubieran abstenido todos los demás: Vox (13 procuradores), Unión del Pueblo Leonés (3), Soria Ya! (3), Ciudadanos (1) y Por Ávila (1). En total, 31 votos a favor, 29 en contra y 21 abstenciones.

En ese caso, el PP hubiera logrado un gobierno en solitario, con consejeros sólo de su partido, pero sería un ejecutivo menos estable y estaría obligado a pelear cada votación parlamentaria, desde los presupuestos regionales hasta cualquier ley.

Vox se va a aferrar al ‘efecto Meloni’

En el equipo de Alberto Núñez Feijóo asumen que Vox se aferrará ahora a la pujanza de la ultraderecha para reivindicarse como opción de gobierno tras la crisis abierta por el portazo de Macarena Olona.

Las encuestas han frenado su ascenso y la fuga de voto al PP no cesa. Andalucía marcó un antes y un después que amenaza con hacerse una constante en las próximas citas electorales.

Fue precisamente la dureza del discurso en el mitin junto a Meloni lo que para algunos analistas movilizó el voto de la derecha más conservadora en favor de Juanma Moreno. El mensaje del miedo a Vox, que se agitó desde la Moncloa y el PSOE, también se considera que contribuyó a encumbrar al presidente andaluz.

Vox ya no es una amenaza para el PP

En la dirección del PP recuerdan ahora que Vox era la verdadera amenaza en Génova antes de las andaluzas porque, si había que repetir un pacto como el de Castilla y León, el ‘efecto Feijóo’ se frenaría.

Hasta el punto de que, tal y cómo se contó en ECD hace unos meses, el líder del PP preparaba una reunión con el presidente de Vox, Santiago Abascal, para normalizar las relaciones y llegar a un pacto que les permitiese gobernar juntos en autonomías y ayuntamientos tras las municipales de 2023. Ese encuentro ahora ha quedado aplazado.

Feijóo tenía decidido, si no se alcanzaba la mayoría suficiente para gobernar en Andalucía, empezar a negociar con Abascal la relación con Vox para el futuro.

Se buscaba anticipar al escenario de cientos de ayuntamientos con posibles gobiernos PP-Vox en toda España, a partir de mayo del año que viene, con los alcaldes decididos a no dejar gobernar al PSOE. Contaba con que esa marea iba a ser imparable entonces para la dirección nacional del partido.

Pero Vox experimentó en Andalucía el primer frenazo a su trayectoria ascendente de estos últimos años, y sigue cayendo en la mayoría de encuestas publicadas en las últimas semanas.

Han revivido las dos almas del PP

Los barones del PP sí se han pronunciado en público tras la victoria de la ultraderecha en Italia. Y han revivido las dos almas del partido. El presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, representante del ala moderada, instó a Meloni a acatar los valores europeos.

“Yo espero que la señora Meloni respete mucho y acate los valores de la UE, que son claros y concisos: respeto a la diversidad, a la tolerancia, y que defienda a la UE. Vamos a esperar, siempre desde el respeto a Italia y lo que dicen los italianos”, manifestó a su llegada al último comité de dirección del PP.

En cambio, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, principal figura del alma más liberal, subrayó que comparte el diagnóstico con la líder de la ultraderecha, aunque no coincida en todos sus planteamientos.

“Hay algunas partes del discurso (…) que no casan con el mío, pero otras partes del diagnóstico de la situación de Italia, y que comparten muchos países de la Unión Europea, sí”, afirmó el lunes en un foro de El Mundo.

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