El juez de la trama Lezo no se fía de las escuchas a Ignacio González
Sus conversaciones con Zaplana no tendrán relevancia en la causa porque el investigado sabía que le estaban grabando
Dos días antes de ser detenido, Ignacio González contrató a una empresa de seguridad para que localizaran los micrófonos que la UCO había instalado en su despacho. Alguien le había dado el soplo, según informó El Mundo. Pero sabía desde hacía meses que al número dos dela trama Lezo, Edmundo Rodríguez Sobrino, le habían intervenido el teléfono.
Lo sabía desde noviembre de 2016, cinco meses antes de su detención. En concreto, el 22 de ese mes comentó por teléfono al ex ministro Eduardo Zaplana una extraña conversación mantenida hacía unos días con Mauricio Casals, presidente del periódico La Razón.
Según Casals, una magistrada “amiga de la casa” les alertó de que la policía judicial hacía escuchas a Sobrino por su actividad en el Canal de Isabel II. El directivo de La Razón añadió que el investigado estaba inquieto desde que supo la noticia.
Aun así, González continuó hablando por teléfono con Zaplana. De las conversaciones interceptadas desde entonces se consiguieron datos relevantes para la investigación del caso, aún en fase de instrucción en el juzgado central número 6, del que es titular Manuel García-Castellón.
Interesantes conversaciones
Por ejemplo, dio pie a que otro juez de Madrid abriera diligencias para investigar quién fue la magistrada que dio el soplo a Casals, y por ende, a Sobrino.
También fue determinante para que el entonces instructor, Eloy Velasco, imputara al presidente de OHL, Juan Miguel Villar Mir, por hacer donaciones irregulares al PP. Esto lo relató González al ex delegado del Gobierno en Ceuta, Luis Vicente Moro.
Otras conversaciones trataron temas más ‘escandalosos’, reflejo de las guerrillas civiles de los políticos, aun siendo compañeros de partido. Sirven de ejemplo las célebres afirmaciones de González y Zaplana: “Aznar está con un odio africano con Rajoy”, “a Esperanza Aguirre le importa todo un pito menos ella”, “Rita Barberá era un bluf absoluto que tenía cinco alrededor que le hacían las cosas y la gestión. Ella iba, se reía, se tomaba un whisky con alguno, que eso lo hacía como Dios, y nada más”.
Poco peso en la instrucción
Pues bien. Según ha podido saber El Confidencial Digital de fuentes jurídicas cercanas al caso, el juez, pese a admitir las escuchas, no las tendrá en cuenta de manera relevante para la instrucción. Precisamente porque González estaba al tanto de ellas.
Entiende que, desde que tuvo conocimiento de las escuchas a Sobrino, González podría haberlas utilizado interesadamente para influir a su favor en la investigación o para distraer a los agentes en las pesquisas.
Las mismas fuentes precisan que el objetivo de las intervenciones telefónicas es recabar “datos importantes para la causa”, cosa imposible si la persona afectada está al tanto de esta diligencia. Algo que ocurrió con Ignacio González.
López Madrid y las escuchas
De las escuchas presentó queja el también imputado Javier López Madrid, cuya defensa solicitó la testificación del director de la agencia Grupo Novo, contratada por González para detectar los micrófonos de la Guardia Civil en su despacho y que no hallaron.
El escrito añadía una acusación contra el ex presidente regional: según López Madrid, el tener conocimiento de las escuchas le sirvió para “prefabricar” una prueba contra su yerno, Villar Mir.
La Fiscalía de la Audiencia Nacional tildó la petición de “inútil e impertinente”, destinada a “tumbar” las escuchas policiales. Aún queda por saber qué decisión toma el juez, aunque las mismas fuentes explican a este confidencial que es difícil que tome una decisión contraria.
