Pedro Sánchez da un golpe en la mesa con el nombramiento de la ministra de Sanidad

Ha elegido a María Luisa Carcedo para blindar su círculo de confianza en el Consejo de Ministros y hacer una demostración de fuerza frente a las exigencias del PSOE

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Pedro Sánchez, junto a María Luisa Carcedo y Adriana Lastra.

María Luisa Carcedo por Carmen Montón. El relevo en el Ministerio de Sanidad se anunció en la noche del martes, apenas una hora después de confirmarse la dimisión de la ministra saliente. La elección de su sucesora fue asumida personalmente por Pedro Sánchez, que hizo oídos sordos a otras recomendaciones.

El presidente del Gobierno trató, hasta el final, de dar un margen de confianza a Montón, incluso cuando ya en Moncloa, dos horas antes de anunciarse su marcha, ya se preparaba el argumentario del cese. Sánchez era consciente que la situación de la ministra era insostenible, pero se resistía a dar la puntilla a una persona que, desde su primera etapa en Ferraz, le había sido leal.

Carcedo, una “nueva Montón”

Altos cargos gubernamentales, consultados por Confidencial Digital, afirman que Sánchez diseñó un Ejecutivo en el que una buena parte de los ministros fueran de su círculo de confianza. También incluyó a independientes y a miembros del partido procedentes de diferentes federaciones, pero quería llevar a la Moncloa a su “núcleo duro” del PSOE.

El presidente, en ese sentido, se sentía “blindado” con la presencia, en el Consejo de Ministros, de Carmen Calvo, Josep Borrell, Margarita Robles... y Carmen Montón. Y, por ese motivo, tenía claro que la baja de esta última debía ser cubierta por otra estrecha colaboradora.

María Luisa Carcedo, que siempre se mantuvo de su parte, incluso tras su dimisión en el Comité Federal del 1-O de 2016, cumplía con ese perfil. Además, es médica y ya formaba parte del Gobierno, como alta comisionada contra la pobreza infantil. Por tanto, “su nombramiento era el más idóneo”.

La nueva ministra, de hecho, tenía “total sintonía” con Montón y va a continuar con las políticas impulsadas por su antecesora en Sanidad: “Va a ser la nueva Montón, que es justo lo que quería el presidente”.

Un golpe de autoridad

Sánchez, con esta decisión, también logró, según las fuentes consultadas, un segundo objetivo: “Recordar a todos, tanto dentro del Gobierno, como en el PSOE, que es él quien manda y que toma las decisiones”.

En este sentido, recuerdan que, desde el pasado martes, miembros del Ejecutivo y también altos cargos del partido estaban presionando para que cesara a Montón. Y, cuando la dimisión de la ministra parecía inminente, empezaron a mover diferentes nombres de posibles sustitutos, como el de Rafael Bengoa.

Sánchez, añaden desde Moncloa, “ya escuchó” a altos cargos del partido en la composición de su Gobierno, trayéndose además a representantes de diferentes federaciones del partido que habían sido impulsados por otros compañeros. Así, por ejemplo, Isabel Celaá fue una sugerencia de Patxi López y Teresa Ribera contaba con el respaldo de la delegación del PSOE en Bruselas.

 

Ahora, concluyen desde el Gobierno, el presidente ha querido, en cierto modo, hacer una “demostración de fuerza” y recordar que “él es el que nombra y cesa a los cargos del Gobierno”.

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