La gestión política de la presidencia española de la Unión Europea ha sido un fracaso. El balance de los expertos a la mitad del turno semestral

Cercano el ecuador de la presidencia rotatoria de la Unión Europea, el semestre español ha visto cómo la calidad del trabajo diplomático no ha ido acompañada de una acertada gestión política.

Según expertos en política europea consultados por El Confidencial Digital, la presidencia de turno española comenzó con un grave error político: el anuncio, por parte de Rodríguez Zapatero, de la posibilidad de establecer sanciones económicas a determinados países. El anuncio fue particularmente desacertado tanto en su circunstancia –en una rueda de prensa improvisada a la salida de un concierto celebratorio- como en sus consecuencias, nada menos que obligar a los responsables de la economía alemana a la emisión de un comunicado de desmentido en la circunstancia excepcional de un domingo.

Según las fuentes consultadas, la formulación de esas sanciones tenía que haber sido acordada en los meses previos con los demás países miembros. Fue a partir de entonces cuando la presidencia de turno española comenzó a ganarse la animadversión de la prensa internacional.

La mayor frustración, con todo, insisten los expertos consultados por este diario, viene del hecho de que “la presidencia se preparó como si fuera a ser una presidencia tradicional, en previsión de que pudiera no aprobarse el Tratado de Lisboa” que ha redefinido la estructura institucional de la Unión Europea. Fue, por tanto, un trabajo extra de una diplomacia bien entrenada por la experiencia en la preparación de pasadas presidencias rotatorias. Aún cabe sumar en este punto las puntuales faltas de coordinación entre Moncloa y Exteriores.

Por otra parte, España sufre la falta de visibilidad que conlleva el presidir las reuniones ministeriales de todas las materias salvo las más sustanciales política y mediáticamente, Economía y Asuntos Exteriores, al tiempo que, como presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy “no está dudando en asumir su papel protagonista”. Precisamente, la lucha soterrada por el protagonismo en la UE entre van Rompuy, Durao Barroso y Ashton está repercutiendo negativamente en la preponderancia española.

Al mismo tiempo, en opinión de los expertos consultados por este diario, las tensiones crecientes entre Francia y Alemania están redundando en una falta de materialización de las reformas económicas postuladas por España, así como en su falta de credibilidad. A la desactivación del papel de España en este ámbito contribuye, en menor medida, la propia situación crítica de la economía española.

Precisamente en el ámbito económico va a verse frustrada la gran apuesta política e ideológica de la presidencia española: la salida de la crisis mediante la mejora de la regulación de los flujos del capitalismo internacional. En días pasados, el londinense Financial Times confirmó que Elena Salgado había cedido en las negociaciones con Gordon Brown para establecer un nuevo marco regulatorio para los fondos internacionales de capital riesgo, de modo que su redefinición deberá negociarse con el próximo gobierno británico –que teóricamente ha de ser mucho más duro en este ámbito-, ya fuera del plazo temporal de la presidencia española.

La presidencia española también se ha visto afectada por turbulencias que han sacudido a la Unión Europea en su conjunto, notablemente la descoordinación institucional habida a propósito de la gestión de la crisis en Haití. Y las iniciativas propias están conociendo las mayores dificultades: la cuestión de Kosovo incide negativamente en la acción diplomática española en el seno de la UE, las medidas en materia de energía o a propósito de Cuba parten de posturas mantenidas sin apenas apoyos por España, y otros proyectos como la iniciativa legislativa popular o el establecimiento de un observatorio europeo sobre violencia de género están conociendo un sinfín de trabas políticas y burocráticas.  

Desde otra perspectiva, corresponsales extranjeros expertos en temas europeos consultados por El Confidencial Digital resaltan el “poco fuelle” de la presidencia española, pese al “gran predicamento que tiene Moratinos en Bruselas”, concluyendo que la visión europea aboca a la percepción de que “los españoles han sobrevalorado su influencia”.

 

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