El PP fleta un AVE a Cataluña para vigilar el recuento y evitar un ‘sorpasso’ tramposo de Vox

“Nos vamos a la guerra”. Cientos de militantes han sido reclutados para actuar como apoderados en colegios electorales donde el resultado será más reñido

Proceso de recuento en una mesa electoral.
Proceso de recuento en una mesa electoral.

El PP va camino de convertirse en el partido con más interventores y apoderados llegados de fuera de Cataluña para el 14-F. Génova está reclutando estos días a cientos de afiliados para vigilar un recuento de votos en colegios donde prevén que el resultado va a estar muy ajustado con Vox. Acuden a pelear hasta la última papeleta para evitar el ‘sorpasso’.

Desde la medianoche del pasado lunes, ningún medio de comunicación puede publicar encuestas sobre las elecciones catalanas.

Pero los últimos sondeos que apuraron ese plazo han dejado el desenlace electoral en suspense, con la gobernabilidad completamente abierta y un terremoto en ciernes en el liderazgo de la derecha: Vox parece acercarse al ‘sorpasso’ al Partido Popular y amenaza con conseguirlo también respecto a Ciudadanos.

Ha fletado un AVE a Barcelona

Según ha podido saber Confidencial Digital por fuentes conocedoras del despliegue, Génova ha organizado un dispositivo para que este domingo el PP pueda contar con apoderados en unas 2.500 mesas de las más de 8.000 que se constituirán en toda Cataluña. El objetivo: vigilar el recuento electoral. “Esta vez más que nunca cada voto cuenta”, avisan.

La mayoría de los militantes -entre los que hay diputados, senadores, alcaldes y concejales- proceden principalmente de Madrid. Confidencial Digital ha podido confirmar que cientos de afiliados partirán a media mañana de este domingo en AVE desde la estación de Atocha con destino a Barcelona.

También se han reclutado simpatizantes de las zonas limítrofes con Cataluña, como Huesca, Zaragoza, Castellón y Teruel. Incluso hay afiliados que se han inscrito voluntariamente para participar. 

No es la primera vez que el PP envía apoderados o interventores de otras zonas de España. Lo ha hecho habitualmente en comicios como los del País Vasco y también lo hizo en las últimas catalanas celebradas el 21-D, ya que son autonomías en las que la estructura del partido tiene más dificultades para estar presente en todos los municipios.

Mesas con resultados más reñidos

Según las fuentes del PP consultadas por ECD, la lucha encarnizada por la presidencia de la Generalitat no es la única batalla que se disputa el próximo domingo. En los puestos más bajos del tablero político catalán se libra otra prueba de fuego, en que Vox, PP y Ciudadanos pugnan por hacerse con el bastón de mando de la oposición en Cataluña. 

“¡Nos mandan a la guerra!”, explica a ECD uno de los afiliados que va a participar en el dispositivo que está organizando la dirección nacional del partido. 

 

La misión con la que son enviados a Cataluña es vigilar el recuento electoral y evitar un “sorpasso tramposo de Vox” en las mesas donde el resultado entre ambos partidos se prevé más reñido.

Es decir, iniciado el recuento, han recibido la orden de supervisar cada paso, presentar reclamaciones, llevarse copias de las actas y hasta pedir que no se destruyan las papeletas cuando se haya terminado de contar.

El presidente de la mesa se encarga de sacar las papeletas, leer el nombre del partido en voz alta y enseñársela a los apoderados e interventores, que en el caso del PP advierten de que “no van dejar pasar ni una”. Admiten su nerviosismo estos días y asumen la responsabilidad porque “esta vez, cada voto cuenta”.

Evitar la manipulación de votos

Hay que recordar que el PP obtuvo el escaño número 89 en las últimas elecciones generales, gracias al voto de los residentes en el extranjero y al recuento definitivo de las mesas electorales de Vizcaya

En aquel momento, Pablo Casado tuvo información de un comportamiento sospechoso de interventores del PNV, que fue el partido que perdió finalmente el séptimo asiento en el Congreso.

Desde la misma jornada electoral habían llegado mensajes a la sede de la calle Génova, procedentes de Vizcaya, en los que se advertía de una posible “manipulación”, en el recuento de votos, por parte de los interventores del PNV.

El aviso también llegó a la ejecutiva provincial. No obstante, no se consideró que fuera importante. Pablo Casado, sin embargo, y siendo consciente de que el PP tenía muchos menos interventores en las mesas que el PNV, sí dio credibilidad a la información, y pidió a una persona de su máxima confianza, y con pasado en el partido en el País Vasco, que acudiera al escrutinio definitivo celebrado tres días después.

El PP apuesta por los apoderados

En el PP explican que han apostado claramente por los apoderados para asegurar la limpieza del proceso. El apoderado tiene derecho a acceder libremente a los locales electorales a examinar el desarrollo de las operaciones de voto y de escrutinio, a formular reclamaciones y protestas, así como a recibir las certificaciones, según la Ley Orgánica de Régimen Electoral General (LOREG).

En cambio, el interventor realiza una función similar, pero solo puede actuar en la mesa electoral para la que ha sido designado, mientras que el apoderado puede hacerlo en cualquier mesa de la circunscripción.

Orientar a los más mayores

Otro de los puntos débiles que ha detectado Génova en estas elecciones es que el PP cuenta con uno de los electorados más envejecidos del panorama político catalán. 

Un aspecto que, reconocen, juega en contra de los populares y que requiere de más apoderados para orientar a los más mayores en los colegios, muchos de ellos ubicados en localizaciones nuevas y prácticamente irreconocibles por las medidas sanitarias que impone la pandemia. 

Un dato, el de la edad de los votantes, que puede ser determinante además en estos comicios, en los que la incidencia del coronavirus pronostica una alta abstención, sobre todo respecto a las elecciones de 2017.

Una abstención que en este caso podría afectar especialmente a las franjas de votantes mayores, tradicionalmente los más movilizados, lo que supone también un mal augurio para el Partido Popular.

Según los datos de las últimas autonómicas, la mitad de los votantes del PP tiene 65 años o más y solo un 5% tendría menos de 35. Admiten que este hecho es “muy preocupante”, ya que el simple relevo generacional puede hacer que el partido se quede sin votantes en Cataluña y se convierta en una fuerza extraparlamentaria.

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