Una presidencia 'anodina': El bajo nivel del semestre español en la Unión Europea lleva a la diplomacia a pensar que esta será “la última presidencia española”

El presidente Rodríguez Zapatero anunció una presidencia española de la Unión Europea “de carácter transformador”. La diplomacia española, sin embargo, subraya su bajo perfil.

Según fuentes diplomáticas consultadas por El Confidencial Digital, el peso de la agenda diaria de la presidencia de turno se lleva desde la Representación Permanente de España ante la propia Unión, sita en Bruselas, y reforzada al efecto con una dotación de diplomáticos recién ingresados en la carrera para cubrir el semestre presidencial.

 En Madrid, sin embargo, en el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, la situación “es de total tranquilidad”, sin que haya carga de trabajo extra, señalan a este diario observadores cercanos de la presidencia española de turno de 2002 y de la presidencia de 2010.

La explicación que se ofrece insiste como causa no tanto en la puesta en marcha del Tratado de Lisboa, sino en el desfase habido entre una administración que tuvo que preparar la presidencia de turno como si dicho Tratado no fuera a entrar en vigor y, por tanto, España fuera a afrontar una presidencia rotatoria normal. El Tratado, finalmente, se aprobó en otoño de 2009, tras su ratificación por la República Checa, y la presidencia de turno ha perdido “sentido” y “perfil nacional”, siendo incluso muchos de los actos pagados ya con fondos del propio Consejo Europeo.

En prueba de este bajo perfil de la presidencia española, fuentes diplomáticas señalan a este diario que el Secretario de Estado para la Unión Europea, Diego López Garrido, “está desaparecido” a efectos mediáticos, pasando la mayor parte de su tiempo en Estrasburgo, según comentan las aludidas fuentes a este confidencial.

Por último, la escasa relevancia política de la Presidencia viene dada también por el hecho de que la reciente pugna implícita entre el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, y el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, ha quitado de los focos la figura del presidente español, Rodríguez Zapatero. La presidencia española, por tanto, va a tener muy pocos momentos de protagonismo, sobre todo tras el anuncio de la ausencia de Obama en la Cumbre UE-EEUU. España coordina sólo reuniones sectoriales menores, despojada por el Tratado de la presidencia del Consejo y de los Consejos de ministros de Exteriores y de Economía.

Los embajadores de España, en su mayor parte, y pese a que la diplomacia española luchó en tal sentido, tampoco ostentan la representación de los intereses de la Unión Europea en los países en los que están acreditados. Por este cúmulo de circunstancias, la diplomacia española ya trabaja con la hipótesis de que esta es “la última presidencia española” según el sistema rotatorio, en la expectativa de que la difuminación de este sistema conlleve su desaparición a medio plazo, salvo por oposición de países pequeños que encuentran en la rotación la única manera de ganar protagonismo ente los veintisiete.

 

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