Sanidad despreció la ayuda de 6.000 inspectores veterinarios expertos en la lucha contra pandemias y plagas

Enviaron cartas al ministro Illa y a Pedro Sánchez ofreciéndose a colaborar y avisando del peligro en las residencias. Iván Redondo les dio las gracias pero no incluyó a ninguno en el comité de expertos

Pedro Sánchez.
Pedro Sánchez y Salvador Illa

El ministerio de Sanidad despreció la oferta de ayuda de los 6.000 inspectores veterinarios que trabajan en la Administración pública, y que se dedican, entre otras cosas, a controlar pandemias y plagas.

Los profesionales enviaron varias cartas al ministro de Sanidad, Salvador Illa, y al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ofreciendo su ayuda, pero en vano. La única respuesta fue un escrito del jefe de Gabinete de Presidencia del Gobierno, Iván Redondo, agradeciendo el ofrecimiento, pero a continuación no incluyó a ningún profesional veterinario en el comité de expertos. 

El Covid-19 tiene origen animal

“Los inspectores de sanidad de este país son mayoritariamente veterinarios. Controlan la seguridad alimentaria y todo lo que tiene que ver con las zoonosis. Y hay que recordar que el Covid-19 lo es: es una enfermedad de origen animal”, explica José Fernández, inspector veterinario de Salud Pública de la Consejería del Principado de Asturias. 

El 20 de marzo, unos días después de que se decretara el estado de alarma, la Federación Estatal de Sindicatos Veterinarios (FESVET) envió una carta al ministro de Sanidad para ofrecer la ayuda de los miles de inspectores que dependen de la administración.

“Contra toda lógica y sentido común, los veterinarios de salud pública [...] no pueden intervenir de manera proactiva para afrontar el reto de minimizar los contagios por el Coronavirus al encontrarse muchos de ellos bajo servicios mínimos, cuando lo que se requiere en estos casos sería una movilización y reorganización extraordinaria de este valiosísimo recurso humano sanitario”, decía la carta. 

Alerta sobre las residencias

En ese documento ya alertaban de que las residencias de mayores eran “puntos sensibles”, y por tanto debían tomarse “medidas extraordinarias de control y asesoramiento por parte de los Veterinarios de Salud Pública”. La misiva nunca tuvo respuesta. 

Un recurso humano sin movilizar 

“Los veterinarios estamos profundamente sorprendidos y dolidos, entre otras cosas porque el Gobierno desde el principio en los Comités de decisión no contó con nosotros”, afirma Fernández. 

En el Comité de expertos creado por la Unión Europea, por ejemplo, de los siete miembros hay dos (el alemán Lothar H. Wieler y la holandesa Marion Koopmans) que son veterinarios de profesión. 

El pasado 22 de junio, el epidemiólogo José María Martín Moreno, en la última intervención en la comisión del Congreso de los Diputados, mostró su sorpresa por la ausencia de los veterinarios en esta crisis.

 

Echo en falta –dijo- y no quiero dejar la ocasión de decirlo… que no se haya hablado en ningún momento de una especialidad que tiene una enorme importancia que es la veterinaria”.

https://twitter.com/ICOVValencia/status/1274985160103079937

En este sentido, el 13 de abril el presidente de FESVET, Juan Carlos Alonso González, volvió a enviar otra carta al Gobierno, esta vez dirigida al presidente, Pedro Sánchez. “Le pedimos encarecidamente que incorpore expertos veterinarios en el Comité Científico Técnico del Gobierno en el Covid-19”, decía el escrito. 

Redondo agradece pero no cuenta con ellos

Esta carta sí obtuvo respuesta por parte del gabinete de Presidencia: “Quiero transmitirle, en primer lugar, nuestra especial gratitud por su disponibilidad y ánimo de colaboración ante las excepcionales circunstancias que atraviesa nuestro país en estos momentos”. 

“Por otra parte, como sabrá, el Comité Científico Técnico del Covid-19, quedó constituido formalmente el pasado 21 de marzo y está integrado por seis técnicos de prestigio internacional e internacional”, explicaba Iván Redondo, descartando así incluir a cualquier veterinario.  

Para los profesionales en esta materia, el no incluirles como pieza fundamental en la gestión de la pandemia únicamente refleja desconocimiento de la labor que realizan.

Así se lo transmitieron en una tercera misiva remitida al Ejecutivo el 18 de abril: “Lo que más nos preocupa es que el Gobierno desconozca que, en el campo de la Veterinaria, existen profesionales de reconocido prestigio y muy sobrada capacidad en cuestiones relacionas con la microbiología, inmunología, epidemiología, virología y enfermedades infecciosas colectivas sean humanas o animales. Y sobre todo con gran experiencia en la lucha contra todo tipo de epidemias”.  

Enfoque orientado a los hospitales y no a la prevención 

“El enfoque de la lucha contra esta epidemia nunca ha sido la prevención. Ha sido un enfoque hospitalario. Y es un grave error en una pandemia centrarse en el cuidado paliativo en lugar del preventivo”, comenta Fernández. 

Estos profesionales, acostumbrados a luchar contra pandemias, explican que el hospital debe ser la última barrera de defensa, y que en la desescalada también se ha priorizado la capacidad de los centros médicos en lugar de medidas en la calle para controlar el virus. 

“Las medidas de prevención en la calle son las mismas que hace 102 años… mascarilla, confinamiento y distancia social. En este caso, como no hemos hecho un trabajo previo de identificar o corregir los puntos débiles de una cadena, no nos va a quedar más remedio que, si falla lo anterior, acometer medidas drásticas que son perjudiciales para la economía, para la psicología de la sociedad… Es decir, otro confinamiento”, denuncia Fernández. 

Estudio pormenorizado de los riesgos 

Según explican los profesionales veterinarios, ahora mismo no se puede decir a ciencia exacta dónde están los verdaderos peligros, para ayudar a prevenir.

“Ahora tocaría coger a los inspectores de sanidad, que han estado increíblemente en sus casas durante esta crisis, y enviarlos a la calle a hacer un estudio de debilidades y de puntos de riesgo por actividades y sectores”, cuenta Fernández. 

Lo que proponen es identificar las zonas donde puede haber un mayor peligro, y trabajar conjuntamente con los médicos rastreadores para poder especificar los “puntos calientes” de algún lugar, y no tener que terminar con medidas tan drásticas.

Por ejemplo, si se producen 20 contagios en una playa y el veterinario ha hecho previamente un estudio, igual no es necesario cerrar todas las playas, sino que se determina que el foco de contagio es el pulsador de la ducha donde todos se lavan los pies.

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