Jose Francisco Serrano

El Domund siempre es joven

Un año más, pasada la fecha de la macrobeatificación de los mártires del siglo XX, nos topamos con el Domund. La relevancia de esta Jornada e palpa en el hecho de que el cardenal Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, ha enviado una carta a todas las Conferencias Episcopales en la que recuerda a los obispos la obligatoriedad de esta Jornada y la necesidad de que las colectas se envíen íntegramente para las misiones. Una vez más, la política de gestos del Papa Francisco llega hasta la última parroquia de pueblo, y el mensaje está claro: el dinero de las misiones, el dinero para los misioneros, es sagrado.

Lo relevante en el campo semántico de las misiones no es, sin lugar a dudas, el dinero. Muchos pocos pueden dar mucho, como reza el lema publicitario del Domund. Sin embargo, los números de las misiones son importantes. Y en este sentido nos topamos con algunas cifras que pueden ser el espejo de la realidad misionera de nuestra Iglesia. La edad media de los misioneros es de 71 años, y el 50% de los misioneros españoles son religiosas.

En los años cincuenta del siglo pasado, si se ordenaban cada año unos dos mil sacerdotes, doscientos iban destinados a la misión. Ahora, si se ordenan 200 en toda España, van una media de quince cada año. Es innegable que la edad media de los misioneros es muy alta, pero también los que es que el concepto de la misión está cambiando y que las Iglesias jóvenes de los territorios de misión (el 41% de toda la Iglesia) nos están enviando un mensaje de ida y vuelta.

La misión ha cambiado la dirección; las iglesias de arraigada tradición aportan sabiduría y años de experiencia, y las jóvenes nos están enviando, con sus dificultades y con sus problemas, a sus sacerdotes.

El Domund, y las misiones, no se pueden medir por datos. Recordemos lo que decía quien fuera el primer director Nacional de Obras Misionales Pontificias en España que estuvo en el cargo desde 1926 a 1968, don Ángel Sagarmínaga. Cuando comenzó la celebración en España del primer Domingo Mundial de las Misiones, en 1926, obtuvo el “gran éxito” de que respondieran solo dos diócesis. Pero no se quedó ahí. Decía a los suyos: “El Papa no me ha enviado a conseguir éxitos, a recaudar limosnas, sino a predicar. Dios no nos exige el éxito: nos exige el trabajo”.

José Francisco Serrano Oceja

 

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