Muere Benedicto XVI en medio de la excepcionalidad sobre cómo se celebrarán sus funerales

No existen precedentes en las exequias de un Pontífice que renuncia por voluntad propia. Todo apunta a que el Papa Francisco ordenará que se le dispensen los máximos honores

Unción de enfermos. Al hilo de la muerte de Benedicto XVI.
El Papa emérito, Benedicto XVI.

El Vaticano ha anunciado esta mañana, poco después de las 10.30, la muerte de Benedicto VI. Tenía 95 años y llevaba años apagándose, como advirtió en una carta pública en 2016. Pero el Papa emérito, el pontífice que acometió la mayor revolución formal de la Iglesia en la era moderna, ya se había ido una vez.

El primer papa emérito de la historia vivía desde 2013 en el convento de monjas Mater Ecclesiae, a escasos centenares de metros del papa Francisco. En febrero se habría cumplido una década desde su histórica renuncia al papado, tras ocho años de pontificado.

Es precisamente esa excepcionalidad la que mantiene abierta todas las opciones sobre cómo se oficiarán sus exequias y qué ocurrirá a partir de este momento. No hay precedentes: Benedicto XVI es el primer Papa que renuncia a su cargo al frente de la Iglesia de forma voluntaria desde que lo hiciera Celestino V en 1294.

En esta ocasión, el Papa ha muerto... pero el Papa sigue vivo. Francisco, el primero en levantar la voz de alerta sobre el delicado momento que estaba viviendo Benedicto XVI en las últimas horas, es el Pontífice en ejercicio. No habrá Cónclave. No hay sede vacante.

Todo apunta a que el actual Papa ordenará que se dispensen al difunto los mismos honores que al resto de hombres que han calzado las sandalias del pescador. Los cardenales de todo el mundo serán convocados para celebrar eucaristías por su descanso eterno durante nueve días.

Su cuerpo será expuesto en la basílica de San Pedro para que los fieles puedan despedirse del difunto, mientras se prepara el entierro solemne de sus restos mortales, que ha de producirse no antes de cuatro días ni después de seis.

Durante ese tiempo, el cadáver del Pontífice permanecerá a la vista de todos, sobre un sobrio tapiz, con vestiduras litúrgicas. Sólo unas horas antes de su inhumación será colocado en tres ataúdes, cada uno dentro de otro: el exterior, de madera de olmo; el de en medio, de plomo; y el interior, de madera de ciprés.

Un espacio de la cripta ubicada junto a las catacumbas de San Pedro está ya reservado para acoger el cuerpo de Benedicto XVI, a no ser que éste, de forma privada, haya dado instrucciones para ser enterrado en otro lugar.

Los avisos sobre su estado de salud habían llegado por capítulos en los últimos años. Esta vez, el primero en advertir del agravamiento de las condiciones de salud de Benedicto XVI fue el papa Francisco.

 

Al final de la audiencia pública de los miércoles, el pontífice cogió aire, miró al cielo y anunció que su predecesor estaba “muy enfermo”. “Querría pediros a todos vosotros una oración especial para el papa emérito Benedicto XVI, que en silencio está sosteniendo la Iglesia: recordadlo, está muy enfermo, pedimos al Señor que lo consuele y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia hasta el final”.

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