España ha quemado redes amigas y colaboradores en el norte de África para lograr la liberación de los cooperantes. Ha perdido muchas capacidades en caso de nuevos secuestros

Han sido ocho largos meses secuestrados por el grupo salafista Movimiento Unicidad y Yihad en África del Oeste (MUYAO), una rama de Al Qaeda para el Magreb Islámico. Un cautiverio que se siguió con preocupación y cautela desde el Gobierno y que, afortunadamente, tuvo un final feliz. El trabajo en este tiempo no ha sido nada fácil.

Han sido momentos de tensión y de gran incertidumbre. Ainhoa Fernández y Enric Gonyalons han estado en manos de una peligrosa facción de Al Qaeda, lo que hizo que en alguna ocasión se temiera por su vida. Ahora, analizados los riesgos y los ‘trámites’ efectuados para su liberación, el Gobierno se ha fijado como prioridad evitar a toda costa que se vuelva a repetir un secuestro de españoles en el norte de África.

Esto explica que el Ejecutivo recomendara el pasado fin de semana a los cooperantes españoles que aún permanecían en campamentos en el continente africano que regresaran a España. La mayoría de ellos no volverá a Tinduf.

Según ha sabido El Confidencial Digital, el motivo para repatriarlos de manera inmediata fue la preocupante información que recibió Moncloa. Y es que las alarmas para que se repitiera un secuestro en la zona estaban aumentando de manera exponencial en los últimos días. De ello se le informó al instante al Gobierno, que tomó la decisión de que regresaran a España.

Arduo trabajo

España, aseguran fuentes conocedoras de todas las gestiones que se han hecho, ha llevado a cabo durante estos ocho meses un intenso trabajo para lograr la liberación de los dos españoles. Entre otras: idas y venidas de diplomáticos y personal de Exteriores a los países implicados, desplazamientos de funcionarios, tanto de las fuerzas de seguridad, como de los servicios de Inteligencia, o labores formativas e informativas.

Todo ello ha dado resultado efectivo (la liberación), pero nuestro país ha ‘quemado’ algunos contactos. Según las fuentes consultadas por ECD, España ha perdido algunas “redes amigas” en estas gestiones que resultará muy difícil, sino imposible, recuperar. Se trata de colaboradores, que han servido de nexo al Gobierno para conseguir la liberación.

El problema, apuntan estos expertos, es Mali. El país es una especie de reino de taifas tras la rebelión tuareg y el posterior golpe de estado del ejército. No funcionan las instituciones y la ley la marcan los diferentes líderes tuaregs, que no están coordinados entre sí. Se trata, por tanto, de un territorio idóneo para que los terroristas se refugien en él. Este vacío legal ha provocado que España haya tenido que recurrir a otros contactos para tener controlada la situación.

En Mali se cobijaron los secuestradores de los dos españoles y España, a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, tuvo que realizar una ingente tarea para conocer en todo momento su estado. El ministro Margallo se volcó con el secuestro y quemó “muchos cartuchos”. Fue algo muy arriesgado pero que tuvo un resultado exitoso.

El Gobierno, apuntan las mismas fuentes, ha perdido tras el secuestro los contactos e hilos que tenía en la zona. De ahí que un nuevo secuestro en este momento pueda resultar un problema grave para el Ejecutivo, apuntan las fuentes consultadas por este confidencial. El objetivo, ahora, es recomponer esas redes.

 

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