Durante meses se comportan en Internet como potenciales terroristas

“Hola, soy Muhammad”. Así operan los agentes que se infiltran en foros y chats yihadistas

Los “infiltrados digitales” están siendo decisivos en las últimas detenciones en España de radicales islamistas que operan en la red

Los agentes encubiertos virtuales son plenamente legales en España desde 2015.
Los agentes encubiertos virtuales son plenamente legales en España desde 2015.

Son agentes de las fuerzas de seguridad. Se llaman Francisco, Alberto o Julián, pero durante meses asumen la identidad y personalidad de Ahmed, Hussein o Muhammad. Su misión es infiltrarse en grupos de chat y en foros donde los yihadistas comparten su propaganda, tratan de captar adeptos y, con un poco de suerte, revelan su verdadera identidad o detalles de un plan terrorista. Estos ‘espías digitales’ están siendo claves en la lucha contra el islamismo radical en España.


“Ser agente encubierto virtual no es muy distinto de la típica figura del infiltrado policial en la ETA de los años 70. Obviamente, entraña menor riesgo físico, pero requiere tanta astucia o más que una infiltración física”. Así explica a El Confidencial Digital la labor de estos ‘topos’ un agente de la seguridad del Estado que trabaja en este tipo de operaciones.

Amparados por la nueva ley

La figura del agente encubierto virtual es absolutamente novedosa. Hasta la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal de 2015, ese trabajo estaba lleno de sombras y zonas oscuras. Su labor muchas veces no era reconocida en un juicio, e incluso podrían incurrir en delitos y ser procesados por esa actividad si lo pedía la defensa de los individuos investigados.

El auge del terrorismo –y de otras prácticas criminales- en internet y en redes sociales experimentado en el último año llevó al ministerio del Interior a plantear una revisión integral de este tipo de figuras. Los jueces, a través de un informe del Consejo General del Poder Judicial, se mostraron abiertamente a favor de regular la figura del infiltrado digital.

Una fuente judicial dedicada a la persecución del terrorismo islamista explicó a ECD en 2015, mientras se estaba fraguando esta reforma, que la protección jurídica de la figura del infiltrado digital sería clave para luchar contra el terrorismo.

Y, efectivamente, así es. Hoy en día, cerca de dos años después de la entrada en vigor de la reforma, el trabajo de estos agentes encubiertos virtuales se ha demostrado “definitiva” para luchar contra el terrorismo yihadista.

Buena parte de las detenciones que se han producido estos últimos meses provienen de investigaciones iniciadas en internet por estos infiltrados.

Pensar, sentir y hablar como un terrorista

Las fuentes consultadas por ECD explican el proceso de formación al que se somete el agente para asumir en la red una doble personalidad. La efectividad de su cobertura, recuerdan, dependerá de esa preparación previa. Deben pensar, sentir y hablar como si fueran uno de ellos.

El perfil más utilizado por estos infiltrados suele ser el de un joven o adulto musulmán, en ocasiones converso, que ha ido poco a poco radicalizándose por su cuenta. Y que busca información en foros, leyendo las publicaciones que inundan la red e interactuando en redes sociales con determinadas personas que hacen las veces de captadores. Buscan gente con sus mismas inquietudes.

La ‘deep web’ y el chat de Telegram

La infiltración se establece en niveles. Se tarda meses en pasar de un nivel a otro, niveles que se establecen en términos de confianza: cuando el ‘infiltrado’ se gana la confianza de un determinado grupo, recibe una invitación a otra plataforma o a un foro del denominado ‘internet profundo’. Y sube de nivel. El objetivo último es lograr acceso a un grupo de chat de móvil, habitualmente a través de la aplicación Telegram, donde se relaja la vigilancia por parte de los yihadistas.

 

“Hay cientos, por no decir miles, de grupos de Telgram e hilos de foros donde encontrarse con captadores. Habitualmente son muy reacios a la gente nueva, y por eso se tarda tango en ganar su confianza. Saben que la policía intenta constantemente entrar en ellos. Pero también deben arriesgarse, porque, si no, no conseguirán su objetivo, que es ganar adeptos a su causa”, explican a ECD las fuentes policiales.

Formación continúa

Para infiltrarse con éxito, aseguran, es fundamental el dominio de la terminología y del estilo de expresión que se utilizan en esos canales.

Antes de comenzar la infiltración, los agentes de la Policía –principalmente de la Brigada de Investigación Tecnológica- o de la Guardia Civil –Delitos Telemáticos- reciben una formación específica, enfocada a conocer, entre otros asuntos, cómo se expresan los usuarios de esos grupos.

Cuando ya han transcurrido algunos meses de infiltración, el agente encubierto está ya en una posición de confianza con los reclutadores yihadistas o los difusores de material gráfico y escrito, como son manuales para la fabricación de explosivos por ejemplo.

El encuentro físico previo a la detención

En muchas de esas ocasiones, tras conseguir la confianza plena de los yihadistas, ofrecen dar el paso definitivo: el encuentro físico. Un paso que, sin embargo, nunca da un agente encubierto: no acude a la cita, por los riesgos que conlleva. Puede servir para ubicar al sospechoso e iniciar una vigilancia física.

“Así es como muchas veces se localiza y detiene a personas que desarrollan su actividad terrorista en internet y que protegen al máximo su identidad”, relatan las fuentes.

La labor última de los infiltrados es, por tanto, ‘sacar de la cueva’ a los reclutadores yihadistas o aquellos que buscan asesoramiento para cometer un atentado terrorista.

Nunca se provoca

Una de las leyes de oro que siguen estos agentes encubiertos es no provocar o incitar a la comisión del delito.

Deben ser los individuos investigados los que den el primer paso y muestren su intención de cometer un delito. Si no lo hacen, la labor de investigación queda anulada.


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