Ocurrió hace quince años, en noviembre de 2003

Reaparece el espía que sobrevivió a la matanza de agentes del CNI en Irak

Con presencia del director del Centro, Sanz Roldán, en unas jornadas sobre víctimas del terrorismo

Última foto que se hicieron los agentes del CNI antes de que los mataran en Irak.
Última foto que se hicieron los agentes del CNI antes de que los mataran en Irak.

Lleva 15 años desaparecido. Los que han pasado desde que, el 29 de noviembre de 2003, se convirtiera en el único superviviente del atentado contra ocho agentes del CNI en Irak. José Manuel Sánchez Riera reaparece hoy públicamente, en las X Jornadas de Víctimas del Terrorismo de la Comunidad Valenciana, de la que ha sido nombrado presidente. Y lo hará arropado por el director del CNI, Félix Sanz Roldán.

Durante todo este tiempo, la vida del agente ha estado marcada por el brutal atentado. Nada le hacía presagiar cuando ingresó en la academia de radiotelegrafistas del Ejército del Aire, que acabaría entrando en el entonces CESID, actual CNI. Algunos de sus compañeros acabaron siendo controladores de vuelo civiles, pero él terminó en el Centro de Comunicaciones del servicio secreto.

Su trabajo consistía en facilitar que agentes en el extranjero hablaran con la sede central. Y escuchaba las conversaciones que embajadores de países “golfos” mantenían en sus despachos, ajenos a que agentes operativos les habían escondido micrófonos.

Una misión muy peligrosa

Un día, su vida empezó a cambiar. Las misiones más peligrosas del CNI en países conflictivos incluyen entre su personal a un radiotelegrafista que garantice las comunicaciones y evite que sean espiadas. En 2003 Sánchez Riera consiguió una plaza en Irak, donde “La Casa” disponía de varios equipos sobre el terreno para obtener información y para proteger a las tropas españolas desplegadas allí tras la invasión de Estados Unidos.

El 26 de noviembre, tras varios meses preparándose en Madrid para la misión, aterrizó en Bagdad con los tres compañeros con los que compartiría misión a partir de finales de diciembre. Iban en una especie de práctica, para conocer el terreno y a las fuentes de que ya disponían los agentes allí destinados.

El 29 de noviembre, un grupo rebelde tendió una trampa a ocho agentes españoles durante uno de sus desplazamientos, provocando la muerte de siete de ellos. Sánchez Riera pudo escapar en un primer momento, pero la turba que les rodeaba le descubrió e intentaron lincharle. Uno de ellos descubrió su pistola, se la quitó, le apuntó y disparó. Por suerte, el arma se había encasquillado. Le salvó la aparición de un imán, que le dio un beso en la cabeza, signo de amistad.

Síndrome de estrés postraumático

Regresó a España en el avión en el que el ministro de Defensa, Federico Trillo, y el director del CNI, Jorge Dezcallar, acudieron para repatriar los cadáveres. En el aeropuerto de Torrejón asistió al tremendo espectáculo del desembarco de los féretros y los honores que recibían en la misma pista. Se quedó dentro del aparato, para que nadie le viera, hasta que todos desaparecieron.

El espía quedó destrozado. Durante años le tuvieron aislado para que se recuperara, algo que no ha podido hacer completamente. Tenía el síndrome de estrés postraumático. Terminó abandonando el CNI. Acompañado de su familia, actualmente vive en Valencia, donde estudia en la universidad y ha sido elegido presidente de la Asociación de Víctimas contra el Terrorismo.

Hoy da un nuevo paso por la recuperación. Presidirá en Valencia las jornadas anuales de la asociación acompañado por Félix Sanz, quien de esta forma ha querido reconocer la contribución de sus agentes a la lucha contra el terrorismo.

No son los únicos espías asesinados por grupos terroristas, pero la muerte de los siete agentes hace 15 años supuso un cataclismo para “La Casa”.

 


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