La ‘bomba’ de Villarejo sobre el 11-M: las escuchas a El Tunecino

La Policía grabó al coautor del atentado, no tradujo las conversaciones por falta de intérprete, el material desapareció y se sospecha que lo tiene el ex comisario

José Manuel Villarejo.
El ex comisario José Manuel Villarejo.

El mayor atentado en la historia de España, el del 11-M de 2004, ha servido a José Manuel Villarejo para lanzar un nuevo pulso al Estado. El ex comisario ha afirmado que la investigación sobre la masacre “se cerró en falso” y ha amenazado con contar toda la verdad del caso. Los servicios de información de la Policía Nacional sospechan que cuenta con material desaparecido hace 15 años.

El pasado lunes Villarejo aprovechó su nueva declaración ante la Audiencia Nacional, en la que se le preguntó por el espionaje al BBVA, para vincular a los servicios de información marroquíes con el atentado. Afirmó que una llamada desde Siria de un agente al servicio de Rabat sirvió para activar a la célula yihadista de Madrid.

El ex comisario, sin embargo, no aportó ningún tipo de prueba que demostrara esas afirmaciones, aunque aseguró tener material que, por lo menos, sembraría dudas sobre el cierre de las investigaciones. De hecho, dejó caer la existencia de “grabaciones telefónicas”, en su poder, que sustentarían sus acusaciones.

El papel de El Tunecino

Una vez conocidas las declaraciones de Villarejo ante el juez, en la Comisaría General de Información tienen claro que la estrategia del ex comisario es volver a sembrar las dudas sobre los preparativos del 11-M aprovechando las investigaciones previas al atentado y el historial de Serhane Ben Abdelmajid, alias El Tunecino.

El terrorista, coautor del atentado, es considerado una de las claves sin resolver del 11-M. Su suicidio en el piso de Leganés con otros miembros de la célula yihadista evitó que se le pudiese interrogar no solo por la preparación del atentado, sino por quién dio la orden de realizar aquella matanza.

El Tunecino, recuerdan al Confidencial Digital altos mandos policiales, llevaba en el radar de los servicios de información españoles desde el verano de 2003, cuando se tuvo constancia de su amistad con los autores de los atentados de mayo de ese mismo año en Casablanca (Marruecos), en los que murieron cuatro españoles tras el ataque a la Casa de España.

Esa “conexión” con los terroristas marroquíes propició que muchos defendieran la implicación de los servicios secretos de Marruecos con el atentado en Madrid. Pero, previamente al 11-M, “ya se le estaba investigando y tenía el teléfono pinchado”.

Pinchazos telefónicos sin traducir

En concreto, explican las fuentes consultadas, las investigaciones abiertas a los hermanos  Mouhannad y Moutaz Almallah Dabas “nos llevaron al Tunecino”, ya que se tenían los teléfonos de ambos hermanos intervenidos.

Estos mandos policiales confirman a ECD que El Tunecino hablaba, principalmente, con Mouhannad y, desde el minuto uno, se sospechó que podían estar tramando algo. Por ese motivo, “se ordenó grabar todas esas conversaciones”.

 

El problema, sin embargo, radicaba en la falta de medios por parte de la Unidad Central de Apoyo Logístico (UCAO) que investigaba a los Almallah y al Tunecino: “Teníamos todo el contenido grabado en cintas, pero no teníamos intérpretes que nos tradujeran esas grabaciones...”.

Cintas desaparecidas y PCs reseteados

Así las cosas, las grabaciones se obtenían en un reproductor Uher sin tener muy claro el contenido de las mismas. Y, paralelamente, se registraban por escrito todos los movimientos de los sospechosos. Una documentación que estaba en los ordenadores de los agentes que integraban la unidad.

Tras el atentado del 11-M, sin embargo, los acontecimientos se precipitaron: “Tras saber la Comisaría General de Información que estábamos investigando a aquellos hombres, se hicieron cargo de todo el material recopilado durante los últimos meses”.

Los agentes que pincharon los teléfonos de Mouhannad y Moutaz Almallah Dabas no volvieron a ver jamás las cintas, que tampoco figuraron como prueba durante el juicio: “Simplemente, desaparecieron”.

Aquellas grabaciones, sin embargo, no fueron las únicas en volatilizarse. Después del atentado, “se intervinieron los ordenadores por un supuesto virus informático. Y, al devolvérnoslos, todos los PCs habían sido reseteados”.

La conexión Villarejo

Cabe recordar que en el momento del atentado al frente de la Unidad Central de Apoyo Logístico se encontraba Enrique García-Castaño, uno de los comisarios más próximos a José Manuel Villarejo y que trabajó con él en investigaciones extraoficiales de las que ahora ambos están dando cuenta.

Las fuentes de la Comisaría General de Información consultadas por ECD ven “muy probable” que García-Castaño informara a Villarejo de todo lo ocurrido en la UCAO en los meses previos al atentado y también después, cuando desapareció todo el material sobre tres sospechosos principales.

Incluso, temen que el entonces responsable de la Unidad facilitara todos los informes y las grabaciones a Villarejo, que aún las mantendría en su poder: “Eso explicaría la amenaza que lanzó el pasado lunes”, concluyen.

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