Cursos de adaptación a Cataluña para los guardias civiles destinados a la zona

Asisten a unas jornadas de ambientación en las que psicólogos y agentes de Información les trasladan la problemática especial de la comunidad

Guardias civiles increpados por independentistas en Cataluña.
Guardias civiles increpados por independentistas en Cataluña.

Para la Guardia Civil, el año 2017 representó un punto de inflexión en la situación que viven los agentes en Cataluña. En torno al referéndum del 1 de octubre, pero ya desde meses antes, sus instalaciones y sus agentes comenzaron a ser objeto de campañas de acoso por parte del independentismo más radical, que directamente pretendía expulsar un cuerpo que considera “fuerza de ocupación”.

Comenzaron las manifestaciones de protesta ante casas cuartel, los episodios de lanzamiento de pintura, de huevos, e incluso de un pequeño artefacto pirotécnico contra esas instalaciones, junto con pintadas con el lema “¡Que se vayan!”, y casos que afectaban más directamente a la vida personal de los guardias civiles

Marchas y caceroladas

Por ejemplo, las marchas nocturnas de independentistas ante los cuarteles, muchas veces repicando cacerolas, provocaron reacciones de miedo y ansiedad en familiares de los guardias: algunos decidieron enviar sus cónyuges e hijos fuera de Cataluña, para que no sufrieran esta presión ambiental.

También hubo reproches de profesores contra los hijos de algunos agentes, entre otros en un instituto de Sant Andreu de la Barca tras el 1-O. Un periódico independentista identificó en un grupo scout a los dos hijos del teniente coronel que dirigía las investigaciones sobre el 1-O, por lo que dicho mando tuvo que sacar a sus hijos de dicha asociación.

Rechazo social

Son algunos ejemplos, de un número mayor de casos de rechazo social en Cataluña, que a algunos veteranos de los “años de plomo” de ETA les despiertan recuerdos de la presión ambiental que ejerció el entorno proetarra en el País Vasco y Navarra contra los miembros de la Benemérita, de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas.

Confidencial Digital ha podido saber que el cambio de actitud de una parte de la población de Cataluña hacia la Guardia Civil, producido sobre todo a partir de 2017, ha provocado que los mandos del cuerpo en esa comunidad tomen medidas para preparar a los nuevos agentes que comienzan a trabajar allí.

“Jornadas de ambientación”

Según las fuentes consultadas por ECD, en el año 2018 se empezaron a impartir unas charlas dirigidas a los guardias que, o bien llegan a Cataluña tras ingresar en el cuerpo, o bien son trasladados a este destino desde otro punto de España.

Los mandos las denominan “jornadas de ambientación”, y el Gobierno de Pedro Sánchez ha explicado algunos detalles de las mismas en una respuesta a una pregunta parlamentaria de Ciudadanos a cuenta de algún episodio de acoso a las Fuerzas de Seguridad del Estado en Cataluña, según ha podido comprobar Confidencial Digital.

 

Dichas jornadas de ambientación, “dirigidas al personal destinado y de nuevo ingreso”, las organizan de forma conjunta el Servicio de Psicología y el Grupo o Servicio de Información de la Guardia Civil, la unidad dedicada a la lucha antiterrorista, dedicada también a controlar de forma discreta los movimientos del independentismo para alcanzar la secesión de forma ilegal.

Objetivo: explicar la problemática de Cataluña

Fuentes internas del Instituto Armado en Cataluña explican a ECD que estas jornadas de ambientación, puestas en marcha hace unos meses, en 2018, se centran sobre todo en “poner en antecedentes” a los agentes que llegan a las distintas unidades de la Zona de Cataluña y en explicarles la problemática especial que el independentismo supone en el trabajo y en la vida diaria de los guardias civiles respecto a otros destinos.

Cabe recordar, por ejemplo, que los militares españoles que van a ser desplegados en una misión internacional reciben, antes de llegar, formación específica para conocer las costumbres y características sociales de la población local, y se les dan consejos para garantizar su seguridad y no provocar roces con los habitantes de la zona. Guardando las distancias entre una misión militar a una zona en conflicto y la llegada de guardias civiles a Cataluña, el enfoque es similar, en el sentido de preparar a los efectivos ante las peculiaridades locales del destino.

La presión independentista no desaparece

La presión callejera contra la Guardia Civil se rebajó de forma notable en Cataluña pasados unos meses del referéndum del 1-O y de las cargas policiales que soliviantaron a los independentistas.

Por eso, en los últimos meses el cuerpo ha recuperado la festividad del Día del Pilar, celebrada el 12 de octubre en la Comandancia de Sant Andreu de la Barca, e incluso ha organizado sin incidentes un homenaje a los caídos por España en Travessera de Gracia, la calle de Barcelona en la que se encuentra el edificio principal del cuerpo en la capital de Cataluña.

Ambiente enrarecido

Con todo, el ambiente continúa enrarecido, y periódicamente se producen nuevos casos de protestas ante instalaciones de la Guardia Civil, como ocurrió en marzo de 2018 tras unos registros de la Benemérita en el Palau de la Generalitat. O, más recientemente, el 4 de octubre de 2018, cuando unas 400 personas rodearon la casa cuartel de Calella al grito de “¡Torturadores!” y “¡Fuera las fuerzas de ocupación!”.

Además de poner en marcha estas jornadas de ambientación para los agentes que llegan a Cataluña, los mandos de la Zona han adoptado otras medidas “para garantizar la integridad de las instalaciones así como la de las personas residentes”, según explica el Gobierno en la respuesta a la pregunta parlamentaria a Ciudadanos; aunque no ofrece más detalles de estas medidas de protección de la Guardia Civil en Cataluña.

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