Sentencia del Tribunal Supremo

“Con el debido respeto y subordinación, estoy hasta los cojones de que me moleste”

Un cabo de la Guardia Civil, condenado a seis meses de suspensión de empleo y sueldo por negarse a cumplir las órdenes de su sargento, que estaba de vacaciones

Un superior es un superior, incluso cuando éste está de vacaciones y visita el cuartel vestido de paisano. Esas es al menos la conclusión de una reciente sentencia del Tribunal Supremo, que ha condenado a un cabo primero de la Guardia Civil por “desobediencia grave”.


La decisión de la Sala Militar del Tribunal Militar se ha dado a conocer recientemente, pero los hechos tuvieron lugar en agosto de 2012. En plena temporada de vacaciones, el comandante del puesto de Calañas (Huelva), un sargento, se encontraba disfrutando de sus días de descanso. Un cabo primero ocupaba eventualmente la jefatura del puesto.

Una mañana, el sargento de vacaciones se presentó –vestido de paisano- en el cuartel para consultar su correo electrónico. Al llegar comprobó que había atestados sin finalizar, correspondencia sin abrir y tareas inacabadas.

Al comprobar el estado de dichos asuntos, ordenó a un agente que se encontraba en el puesto que redactase una orden para ser colgada en el tablón de información. En ella se especificaba que, por su mandato, se debían finalizar las diligencias en el mismo turno que estas fueron iniciadas. Pidió que esta orden se trasmitiese telefónicamente al cabo primero, que no se encontraba en el cuartel en ese momento.

“Estoy hasta los cojones de que se me moleste”

Apenas unos minutos después, el cabo primero devolvió la llamada a su sargento. Según recoge la sentencia del Tribunal Supremo, le dijo: “"con su debido respeto y subordinación, estoy hasta los cojones de que me molesten por su culpa, usted está de vacaciones, así que no se meta más en el Puesto, no tiene por qué ver el cuadrante ni aparecer por la oficina, ni decirme nada más, el Comandante del Puesto soy yo ahora, así que si me vuelve a molestar y decir cosas a través de mis subordinados, voy a dar cuenta suya”. Y a continuación colgó la llamada.

Esa misma noche, el sargento volvió al puesto de Calañas para mantener una conversación con el cabo. Le pidió que pasara a su despacho, pero este se negó. “Yo no tengo porqué entrar a hablar contigo, eso llamas al Teniente y se lo cuentas a él ¿me oyes?, llamas al Teniente y se lo cuentas a él, que me tienes hasta los cojones, imbécil, tú estás de vacaciones, no sé qué coño tienes que meter en nada so capullo, ¡será payaso¡”.

La escena fue presenciada por cuatro agentes de la Guardia Civil y por personal civil ajeno al cuerpo. El sargento denunció a sus superiores la actitud de su subordinado, al que se le abrió un expediente disciplinario por una falta grave de desobediencia e indisciplina.

El Director General de la Guardia Civil le impuso una sanción de seis meses y un día de suspensión de empleo, que fue recurrida ante el Tribunal Militar Central, y posteriormente ante el Supremo, donde se ratificó la decisión.


 

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