Las denuncias contra las sectas aumentaron durante la pandemia

Durante el aislamiento se han incrementado el número de organizaciones sectarias y también los abandonos y acusaciones contra estas

Miguel Rosendo, jefe de la secta religiosa conocida como "Miguelianos" | Europa Press
Miguel Rosendo, líder de la secta religiosa conocida como "Miguelianos" | Europa Press

La Real Academia Española muestra tres definiciones distintas para secta. La primera es una doctrina religiosa que se aleja de lo ortodoxo, la segunda es el conjunto de seguidores de una secta, y la tercera es “Comunidad cerrada, que promueve o aparenta promover fines de carácter espiritual, en la que los maestros ejercen un poder absoluto sobre los adeptos”. Este tercer tipo es el que ha crecido con más fuerza con el Covid-19, que ha alejado a las personas que viven generalmente solas de sus familiares y les ha llevado a un aislamiento que se ha traducido en temor, estrés y desasosiego, los cuales son el caldo de cultivo perfecto para el reclutamiento de una secta coercitiva.

Aunque si bien esto es contrastable, no se puede decir a ciencia cierta que el número de sectas coercitivas haya aumentado. Según comentaba la Inspectora Jefa experta en sectas destructivas de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional a ECD, una de las máximas entendidas sobre este tipo de grupos, la pandemia “facilita que se puedan buscar ayuda de formas alternativas o que se sea más proclive a poder recibir un mensaje que pueda calar en las personas por la mayor debilidad”.

Y es que el miedo a caer en una secta coercitiva puede generar un cierto alarmismo. La inspectora se muestra reacia a esto: “No todo contacto es una secta destructiva. Es importante visibilizarlas, pero tampoco hay que tener miedo. Para saber que es una secta destructiva (o coercitiva) se tienen que dar un comportamiento y unas técnicas que buscan, a partir del engaño manipular la personalidad de las personas para convertirlas en una herramienta del propio grupo”.

Más allá del hecho de la captación, las sectas generan una relación de dependencia en los captados, lo que implica mayor dificultad a la hora de salir. Incluso, indica la inspectora, “existen muchos casos donde al salir no quieren presentar denuncias, ya sea por temor, por vergüenza…”. Pero denunciar no es la única forma de ayudar a terminar con las sectas: “Hay casos en los que hemos podido acceder a víctimas que nos facilitan información o nos ponen en conocimiento de posibles sectas destructivas sin presentar denuncias”.

En la idea de la manipulación ahonda también Myrna García, presidenta de la Red de apoyo a víctimas de sectas: “inician creando estereotipos en contra de distintos grupos, incluso en contra de sus ideales. De esta forma fomentan en las personas sentimientos y emociones que ellos utilizan y manipulan”. Añade que esto se da por periodos: “En primer lugar llega el periodo de la simpatía, luego capturan la confianza de las personas, y una vez lo consiguen forman grupos de líderes que promueven sus ideales, con un plan ya premeditado”.

El punto de la pandemia es especialmente interesante a la hora de hablar de determinadas sectas, ya que se ha producido una doble vertiente. Si bien las sectas que tenían soporte en redes sociales y que ya funcionaban por internet se han visto reforzadas por las consecuencias psicológicas que el confinamiento ha tenido en los que serían sus nuevos adeptos, aquellas que se basaban en el contacto directo entre personas para llevar a cabo el adoctrinamiento se han visto debilitadas por la imposibilidad de reunión de sus miembrosMiguel Perlado, fundador de la Asociación para la Investigación del Abuso Psicológico (AIIAP) y miembro del Comité Científico de la Federación de la Federación Europea de Centros de Información sobre sectas (FECRIS) se pronunciaba al respecto: “Conozco gente que se conectaba a las reuniones telemáticas y pasaba del ordenador, saltándose algunas de las normas de las sectas”. Esto generó cambios en las organizaciones “Las propias sectas se han tenido que reinventar, redoblando sus esfuerzos en canales digitales para no perder sus miembros”.

Aun así, Perlado insiste en que ahora se ha de pensar en el “efecto desconfinamiento”: “los nuevos formatos de las sectas actualmente se encaminan a un discurso verde, de contacto con la naturaleza, “la diosa madre naturaleza”. Habrá que estar atentos a esas propuestas de contacto con la naturaleza, permacultura, organización de vidas comunitarias…”. Entiende que el desconfinamiento llevará de nuevo a una necesidad de contacto físico e interpresonal que permitirá que las sectas también aprovechen ese tirón.

Pero, por supuesto lo más importante es ayudar a la disminución de la captación. Ante esto, Perlado se mostró muy crítico con las medidas actuales: “Existen dispositivos jurídicos que podrían ser aprovechados y que a día de hoy no lo están siendo”. Incide en que no se lucha generalmente contra las sectas por ser difíciles de concretar, pero indica que “la lucha no es contra las sectas, sino pro personas. Debemos centrarnos en la persona, ya que grupos siempre habrá, la pregunta es: ¿Cómo podemos robustecer a las personas, cómo podemos darles criterios más sólidos para contrarrestar la influencia?”.      

 

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