Cómo detectar yihadistas en las cárceles: obligan a cumplir el Ramadán, desprecio a las funcionarias

Personal de Prisiones de toda España va recibir cursos dirigidos a detectar procesos de radicalización entre reclusos musulmanes

Cárcel de Alcalá de Henares (Meco).
Cárcel de Alcalá de Henares (Meco).

Las investigaciones tras los atentados yihadistas en Barcelona y Cambrils de agosto de 2017 revelaron que el imán y líder de la célula terrorista, Abdelbaki es Satty, pasó cuatro años en la cárcel de Castellón para cumplir una condena por tráfico de drogas.

Ha habido diversas versiones sobre si Es Satty se radicalizó durante su estancia en prisión. En todo caso, se puso de relieve la importancia de controlar las actividades de captación para la Yihad que algunos presos islamistas radicales realizan en las cárceles sobre otros internos musulmanes, de forma que delincuentes comunes de religión islámica se convierten durante su paso en prisión en fanáticos con planes de atentar cuando consigan la libertad.

El problema de las cárceles como lugar de radicalización y captación de nuevos yihadistas preocupa a Instituciones Penitenciarias. En los últimos años ha aprobado varias directrices e instrucciones para que los psicólogos de las prisiones, y los funcionarios en general, vigilen de cerca si algún preso empieza a dar muestras de que se está deslizando hacia posturas fanáticas y partidarias de utilizar el terrorismo contra los “infieles”.

Sin embargo, en más de una ocasión distintos sindicatos de prisiones han denunciado que cuentan con una escasa formación específica para cumplir esa función de vigilar y detectar signos de radicalización, para evitar que presos comunes se conviertan en potenciales terroristas.

Confidencial Digital ha podido saber que a partir de septiembre se van a celebrar unos cursos precisamente para formar a los funcionarios de prisiones ante este fenómeno.

Impulso de la Comisión Europea

Los cursos se enmarcan en dos proyectos (con los nombres DERAD y Training AID) a través de los cuales la Dirección General de Justicia de la Comisión Europea, con el impulso del Ministerio de Justicia de Italia, pretende compartir mecanismos de actuación en las cárceles para frenar la expansión del yihadismo.

La Comisión Europea ha buscado algunos socios para poner en marcha este proyecto en cada país. Por ejemplo, en Alemania cuenta con la colaboración de la academia federal de policía.

En España, en el proyecto participan la Universidad de Granada y la Fundación Euroárabe de Altos Estudios. Desde septiembre y hasta diciembre van a celebrar una serie de cursos por toda España, en los que impartirán las lecciones funcionarios de prisiones ya expertos en tratar con presos yihadistas, seleccionados por el sindicato ACAIP.

El primer seminario, que durará un día entero, tendrá lugar en Barcelona en la primera quincena de septiembre. A cada seminario se podrán apuntar hasta 30 funcionarios, que recibirán instrucciones en sesiones presenciales, y que se complementarán con formación online.

Tras Barcelona, habrá cursos en Pontevedra, Madrid, Palencia, Villena (Alicante), Bilbao, Melilla y Málaga, hasta finales de este año 2018. En total, esperan formar a más de 200 funcionarios.

 

Signos y pistas para aumentar la observación

En los últimos años, los funcionarios de prisiones en contacto con presos que se han ido convirtiendo al yihadismo han ido detectando algunos patrones, algunos signos que indican que un preso que no era yihadista se está radicalizando.

Por ejemplo, hay internos que muestran cambios conductuales repentinos, como que empiezan a mostrar desprecio o superioridad hacia las mujeres, dirigiéndose de forma altiva a las funcionarias; otros comienzan a evitar las compañías de no musulmanes e incluso también los desprecian; incluso se ha observado que algunos, convertidos ya en líderes, obligan a otros presos musulmanes de la cárcel a respetar la práctica del Ramadán.

ECD ha podido contactar con uno de los técnicos de prisiones que impartirá estos cursos de ACAIP. Este experto señala, en primer lugar, que en esos cursos se dejará claro que “no existe una varita mágica para detectar el proceso de radicalización de un recluso”, pero que sí es posible formarse y prestar más atención a un conjunto amplio de señales.

Líderes carcelarios, cambios en las rutinas...

En primer lugar, se recomienda buscar a los internos musulmanes más influyentes, ver si hay determinados reclusos que atraen a otros presos y si ejercen sobre ellos un cierto liderazgo social en el colectivo. En ese caso, puede dar pie a que esa relación derive en un adoctrinamiento de carácter yihadista del “líder” hacia los otros presos que se acercan a él.

Y es que el proceso de radicalización de los yihadistas, también en las cárceles, suele ser personal, no grupal. De ahí que tenga tanta importancia el observar detalles de las relaciones personales que mantienen esos presos que demuestran influencia.

En segundo lugar, hay una serie de signos que a priori pasarían desapercibidos, pero que detectados por funcionarios formados en la materia pueden revelar la radicalización de un interno en un centro penitenciario.

Por ejemplo, explica el experto consultado por ECD, “si vienen a comunicar con el preso personas diferentes a las habituales, si esa persona o personas viene a ver a otros presos, o va a otras cárceles...”. Eso podría servir para identificar a posibles captadores que, a través de las visitas, trate de reclutar a presos musulmanes para la “guerra santa”.

También es importante fijarse en la correspondencia postal, y ver si también se producen cambios significativos, o si un grupo de internos comienzan a recibir correspondencia de una misma persona o colectivo. Aunque finalmente no tenía relación con el yihadismo, hace un par de años en una cárcel valenciana se detectó que varios presos de origen árabe y magrebí, y musulmanes, escribían a un apartado de correos concreto.

Tras investigar, los funcionarios de prisiones comprobaron que el contacto postal era con una ONG a cargo de un belga que se hacía pasar por abogado, y que en realidad trataba de estafar a los presos. Pero, explican las fuentes consultadas, lo mismo podría haber sido un imán radical carteándose con varios internos de una misma prisión.

Por supuesto, también es clave fijarse en las prácticas religiosas, si se pronto un preso da muestras de un cierto fanatismo; en la alimentación que hace; y en otros factores conductuales. Eso sí, apunta este funcionario de prisiones, sin pasar la línea que separa una simple conversión a una vida más acorde con los preceptos del Islam del salto a albergar planes terroristas: “Tener libros religiosos en la celda, u orar cinco veces al día, no es ser un radical”.

Diferencias con los terroristas de ETA

En cualquier caso, los cursos que impartirá ACAIP tratará de aportar la visión práctica y amplia sobre la radicalización yihadista en las prisiones que algunos funcionarios echan en falta que imparta la propia administración.

Los cursos intensivos tendrán distintos módulos, por ejemplo sobre legislación penitenciaria. También se explicará en ellos las diferencias importantes que obligan a reorientar la vigilancia respecto a lo aprendido sobre otros terroristas, como los de ETA y el GRAPO: “Esos sí tienen una estructura interna, una organización”, como por ejemplo el autodenominado Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK), que imparte directrices a los presos de ETA, mientras que los yihadistas y quienes se acercan a ellos y se radicalizan no forman un colectivo como tal, y por lo tanto es más difícil establecer pautas comunes.

Una de las dificultades, precisamente, es que aunque hay elementos que aportan pistas, cada proceso de radicalización es distinto. “Unos se radicalizan por contacto individual, otros están predispuestos por el desencanto personal que tienen...”.

La experiencia acumulada en Europa

Los cursos también pretende aportar y compartir la experiencia que se ha ido registrando en cárceles españolas y de toda Europa con este tipo de internos desde los años 2003, 2004, 2005, cuando la población reclusa relacionada con el yihadismo empezó a ser relevante.

Se han apuntado numerosos signos, en muchas ocasiones detectados por los psicólogos de las cárceles: internos que tienen tendencia a la conducta violenta, que puede ser aprovechada por ideólogos yihadistas; presos con rasgos psicopáticos y de impulsividad conductual; los que muestran tener un objetivo a atacar...

En todo caso, desde ACAIP lamentan la falta de medios y de coordinación entre administraciones para convertir todos esos datos en información útil para detectar yihadistas. “Se pretende tener una red de inteligencia penitenciaria en las cárceles, pero sin formar a los funcionarios, sin compartir información de la Policía, la Guardia Civil y el CNI, ni siquiera entre distintas prisiones”.

De ahí que estos cursos traten de ser un primer paso para aumentar los conocimientos de los funcionarios para comprender mejor al colectivo de unos 200 presos relacionados con el yihadismo, y los aproximadamente 70 que, en la actualidad, se encuentran bajo un régimen especial de vigilancia establecido por Instituciones Penitenciarias para los presos que muestran indicios de radicalización.

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