Los etarras sacaron los ojos con destornilladores a los tres gallegos desaparecidos en Francia mientras les decían “a cantar”

Mikel Lejarza, El Lobo, desvela decenas de secretos en el libro de memorias que sale mañana: acompañó dinero de los Pujol a un banco de Andorra

José Humberto Fouz, Jorge Juan García y Fernando Quiroga.
José Humberto Fouz, Jorge Juan García y Fernando Quiroga.

Los tres jóvenes gallegos desaparecidos en Francia tras ser confundidos por ETA con policías, fueron torturados por los etarras: les sacaron los ojos con destornilladores mientras les gritaban “a cantar, a cantar”. Sus cuerpos todavía no han aparecido.

Es una de las revelaciones que contiene el libro “Yo confieso. 45 años de espía”, que mañana sale a la venta, y que ofrece las memorias de Mikel Lejarza, El Lobo, el espía más importante de la historia de España.

Desarticula la cúpula de ETA

A mediados de los años 70, Lejarza se infiltró en la banda, llegó a estar en la dirección como responsable de logística, y su actividad e informaciones permitieron la detención de la cúpula de ETA y hasta 200 detenciones posteriormente.

Escrito junto con Fernando Rueda, considerado el mayor especialista en materia de espionaje, El Lobo cuenta, en primera persona, su vida como agente de los servicios policiales españoles, desde la entrada en ETA, en 1974, hasta su trabajo posterior como “agente negro”, es decir, alguien que cobra de los servicios de información pero no aparece en la lista de agentes, de modo que, si es detenido, el servicio puede negar cualquier relación con él.

A ver una película

El 24 de marzo de 1973, tres jóvenes coruñeses, José Humberto Fouz, Jorge Juan García y Fernando Quiroga, residentes entonces en Irún, pasaron a Francia para, entre otras cosas, ver allí la película “El último tango en París”. No se volvió a saber de ellos.

Un informe elaborado por el Gobierno Vasco y la Cátedra de Derechos Humanos y Poderes Públicos de la UPV/EHU, presentado el 24 de marzo del año pasado, precisamente al cumplirse 45 años de la desaparición, confirma que los tres fueron secuestrados y asesinados por ETA.

No reconocían que eran ‘txakurras’

El Lobo cuenta que, cuando llevaba solo tres meses infiltrado, estaba con unos cuantos etarras durante las fiestas de San Juan de Luz. Dos de ellos, que habían bebido, empezaron a presumir de que habían “pillado a tres policías, que luego decían que no eran policías, pero bueno. Estaban en el bar ‘Hendayais’ y los calamos al momento. Tuvimos un follón con ellos, venían de chulitos. Los cogimos a la salida del bar, nos los llevamos a la plaza y después a un caserío a las afueras de Bayona. Ahí les metimos una paliza de la leche y, como no quería reconocer que era ‘txakurras’, les sacamos los ojos en vivo”.

“Cuando el Viejo (Tomás Pérez Revilla) les estaba sacando los ojos con el destornillador chillaban como bestias. Y no veas, al final les decíamos: ‘A cantar, a cantar’, y cantaban por peteneras”.

“Luego los echamos al agujero de los malditos”, concluyeron los etarras su relato en presencia de Lejarza.

 

Dinero de Pujol a Andorra

Tras romper con los servicios de información (el CESID), Lejarza montó un equipo propio de investigación y para realizar trabajos delicados, como fue, entre otros, el caso del espionaje al Conde de Godó, dueño de La Vanguardia, operación en la que El Lobo fue detenido.

El Lobo desvela también detalles de la operación del Gobierno de Felipe González para impedir que Antena 3 acabara en manos del banquero Mario Conde, y cómo logró que se quedara con la radio y la televisión Jesús de Polanco, presidente de Prisa.

Cuanta en el libro que un miembro de su equipo se lió “con una de las amantes del hijo mayor de Pujol”, a la que Pujol Ferrusola había entregado 500 millones de pesetas para ingresarlos en una cuenta de ella, en la Banca Privada d’Andorra. Ella le hacía el trabajo de llevarle los dineros. Le acompañaron a hacer el ingreso.

“En la entidad bancaria -dice- nos largaron que Rafael Vera también tenía cuentas, aunque él lo negó rotundamente después, y nadie lo sabría mejor que él. Utilizaban ese banco los Pujol y los del Gobierno, casualidades de la vida. Yo confieso también que tuve una cuenta en el Crèdit Andorrà, donde más tarde Godó me pasaba dinero desde Suiza”.

Matar a El Lobo

Mikel Lejarza sigue temiendo por su vida, a pesar de que ETA haya anunciado el abandono de las armas. Incluso ahora más que antes. La banda empapeló en su día el País Vasco de carteles con su cara y su nombre y el lema: “El pueblo vasco nunca perdona”. Dice que “la organización tiene una bala para El Lobo precisamente por eso, porque el pueblo nunca perdona”.

Recuerda lo que ocurrió tras la disolución del IRA, en Irlanda del Norte. Años después, agentes británicos que habían estado infiltrados en la organización, acusados por tanto de traidores, y que hacían su vida con cierta tranquilidad, fueron asesinados con escopetas de caza. “Que lo van a intentar conmigo, lo tengo más claro que el agua. De esta forma, se quitaría el problema el Gobierno y se quitaría el problema el servicio (el CNI)”.

Por eso, mantiene las medidas de seguridad de siempre. No se sabe dónde vive. Se muda de domicilio. Se hizo una operación de cambio de cara y nunca se le ha visto con su nueva imagen. Va armado. Y hace prácticas de tiro. “Con todos los años que tengo, mantengo una puntería que te mueres. Cada vez que voy a la iglesia bendigo la pistola para que no tenga que utilizarla nunca”.

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