El CESID pasó a ser el CNI

Las navidades que cambiaron la historia del servicio secreto español

Una central de espionaje extranjera mandó cestas de regalos a los altos cargos del Centro identificándoles por su auténtico nombre y cargo

Sede del CNI.
Sede del CNI.

La situación se produjo en las navidades de 1981, cuando el actual CNI se llamaba CESID y estaba dirigido por Emilio Alonso Manglano. Un grave fallo de seguridad, relacionado con el envío de regalos navideños, aceleró los cambios para convertir el Centro en un auténtico servicio de inteligencia.

Entonces, hace 34 años, el CESID carecía de una sede propia donde juntar a todas sus divisiones. Disponían de muchos pisos y chalets distribuidos por Madrid, mientras que la dirección estaba situada al comienzo del paseo de la Castellana, en un palacete compartido con el Ministerio del Interior.

Diez meses antes, un acontecimiento había resquebrajado el país, el intento de golpe de Estado iniciado con el asalto al Congreso de los Diputados por un grupo de guardias civiles comandados por el entonces teniente coronel Tejero.

En el CESID ya se sabía que algunos de sus agentes habían colaborado en el mismo, uno de los motivos por los que el presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, había decidido nombrar como director al teniente coronel Emilio Alonso Manglano.

Fallos graves de seguridad

Manglano era un reconocido demócrata y monárquico, alguien de fiar. No era general, como sus antecesores, sino solo teniente coronel, pero le daba igual porque nunca más se puso el uniforme: pensaba que había que convertir el servicio secreto militar en otro civil, algo que años después consiguió.

El nuevo director no tardó mucho tiempo en descubrir que los centenares de agentes que trabajaban a sus órdenes no cumplían requisitos de seguridad que se les habría exigido en cualquier otro servicio de inteligencia mínimamente serio.

Se llevó muchas sorpresas durante sus primeros meses al frente de “La Casa”, pero una de las más gordas tuvo lugar durante sus primeras Navidades en el cargo.

Un día, el coche oficial le dejó en la puerta de la sede del CESID en Castellana, y le llamó la atención que un camión de unos grandes almacenes estaba aparcado un poco más delante bajando cestas y cestas de Navidad. Le comentó al directivo que iba con él que los de Interior se iban a poner las botas en la Nochebuena de jamones y turrones.

Regalos para los jefes del CESID

Una hora después, Manglano tuvo que salir y, en la planta baja, se encontró con dos conserjes guardando las cestas de Navidad, que no eran para los policías y guardias civiles del ministerio del Interior, sino para ellos, para el CESID.

Alucinado, se acercó y empezó a leer las tarjetas que acompañaban a cada cesta. En todas aparecía el nombre y los dos apellidos de sus agentes, acompañado del cargo que ostentaban en el Centro. El director entró en furia, mandó guardar todas las cestas y no repartirlas.

 

Después convocó una reunión con todos los jefes y les planteó qué tipo de agentes eran cuando un servicio de inteligencia extranjero, que es el que había remitido los regalos, conocía su auténtica identidad y hasta el cargo que ostentaban. Ordenó devolverlos y nunca más aceptarlos. Desde ese año, las Navidades en el CESID y después en el CNI son mucho más discretas.

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