Tensión en la frontera de Marruecos

Así viví el asalto de 800 subsaharianos en la valla de Melilla

El relato de un guardia civil que intervino en el operativo para impedir la entrada masiva de inmigrantes: “Llevaba una piedra en la mano...”

Guardia civil en la valla de Melilla.
Guardia civil en la valla de Melilla.

Los guardias civiles que trabajan en los pasos fronterizos con Marruecos están en el punto de mira después de la tragedia de la playa del Tarajal en Ceuta. Pese a ello, los agentes siguen evitando la entrada masiva de subsaharianos. Un uniformado, destinado en la valla de Melilla, relata cómo vivió el intento de asalto de 800 inmigrantes hace unas semanas.

Las reflexiones de este agente han sido facilitadas a El Confidencial Digital por la Asociación Unificada de la Guardia Civil, que quiere, con esta iniciativa, acercar el difícil día a día de los beneméritos en los puestos fronterizos con Marruecos.

Así lo aseguran fuentes de la asociación, que añaden: “El agente quiso escribir sus reflexiones de forma anónima. No quiere dar su nombre por temor a ser expedientado”.

En su relato, el guardia civil destinado en Melilla explica cómo vivió el intento de asalto por parte de 800 subsaharianos hace unas semanas. En concreto, comparte cómo les vio llegar desde lejos, cómo protegió el perímetro, sus intentos por detener a los inmigrantes, y sus sensaciones al acabar la jornada e irse a casa. Estos son los comentarios más llamativos:

--“Lo que tanto temías... Un grupo de 800 a un kilómetro. Dice uno de los camaristas: Joder, noche de rock and roll”.

--“Nos bajamos de los vehículos, nos preparamos, cascos, guantes, defensas, esas son nuestras armas frente a palos, piedras, botellas y lo peor, desesperación, hambre, necesidad...”

-- “Estoy sudando y hace frío, el olor a hoguera es lo primero que nos llega, sientes que el suelo tiembla, bajo la visera del casco […] Lluvia de piedras...

--“Los ves trepar, los ves saltar, una valla, la segunda, aguantamos, tengo uno enfrente, me mira, sus ojos son rojos, llenos de desesperación, me amenaza con una piedra, yo con la defensa, chilla, chillo... Mi experiencia me dice que no me va a tirar la piedra, estaría perdido, yo he de acercarme para reducirlo, ¿y si me la tira?”

-- “No dejamos de mirarnos a los ojos, nos retamos al mismo tiempo que nos tememos... Defensa a la rodilla, cae, me apoya un compañero, reducido, a por otro...”

--“Todo acaba... Hay heridos, tumbados por el cansancio, pero felices, lo han conseguido. De 800 han pasado un centenar. […] Me dirijo al que fue mi enemigo, le doy agua y algo de comer. Me mira agradecido”.

 

--“Llego a casa. Me meto en el baño. El uniforme manchado de sangre ajena, me ducho. Me dirijo al cuarto de los enanos, duermen como angelitos, los beso”.

--“Me meto en mi cama, mi mujer se vuelve. ¿Cómo ha ido la noche? Bien, como siempre... Se duerme... Yo no puedo, imágenes, imágenes y más imágenes. Tengo esa mirada clavada en mi mente. Perdona amigo, espero que entiendas mi trabajo como yo tu situación. El cansancio me vence...”.

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