Francisco Ayala, Fernández Campo, José Luis López Vázquez... ¿cómo estamos tratando a nuestros mayores?

¿Cómo es ser viejo hoy? ¿En qué ha cambiado el papel de nuestros mayores? ¿En qué ha mejorado y empeorado?

-         Los sociólogos han observado que, ahora, la vejez puede dividirse en dos fases: el “retiro activo” y la ancianidad. Por retiro activo cabe entender esa edad intermedia en que asisten la salud, la seguridad financiera, un círculo social, etc. Ahora mismo constituye, además, un mercado privilegiado para sectores como el ocio y la salud. Los adelantos médicos tienden a afianzar este “retiro activo” cada vez durante más años, sobre todo en el caso de las mujeres. Las posibilidades de ocio cada vez se abren más, aunque también se ha criticado esa “condena a la actividad” por la que, de no estar muy activos, parecería que la vida de los viejos no tiene sentido.  

-         También se ha afirmado que, el carácter reverencial, de experiencia que merece acatamiento y obediencia, que han merecido los ancianos desde tiempo inmemorial con el establecimiento de jerarquías en que ellos figuraban en lo alto de la pirámide, está cambiando en otro tipo de autoridad. Ahora es una autoridad más blanda, más espiritual, basada en el apoyo activo que puede ofrecer la persona mayor a la familia, por ejemplo en su papel como abuelo. Papel que no sólo puede resultar fundamental y positivo en la armazón afectiva del nieto sino que puede ser inestimable como ayuda para unos padres que, con frecuencia, disponen de menos tiempo y recursos que ese abuelo cuya figura cobra una doble vertiente operativa y simbólica.

-         En España, en pocos años y por primera vez en la historia, va a generalizarse una figura hasta ahora muy poco conocida: el anciano de familia desestructurada, el anciano divorciado, el anciano con gran formación académica.

-         ¿Cómo se está viviendo la vejez hoy? En primer lugar, es cierto que las personas mayores no marcan ya las palabras de la tribu. El canon absoluto es la adolescencia, que marca las tendencias de los mercados y, por tanto, de los demás grupos sociales. La condición de los niños como bien escaso ha contribuido a ponerlos en valor y redefinir en su favor las relaciones intrafamiliares.

-         Con todo, una reciente encuesta del Pew Center arroja datos sorprendentes sobre el proceso de envejecer. Lo que uno espera de la vejez cuando no es viejo está muy lejos de lo que uno siente de verdad cuando es viejo. Esa distancia va incrementándose cada vez más. Y es especialmente relevante que, en cuestiones negativas (soledad, enfermedad, depresión, pérdida de memoria, incapacidad de conducir…), los que no son viejos esperan encontrarlas al llegar a la vejez en un margen amplísimo de distancia a como de verdad se experimentan al llegar a una edad avanzada, que es mucho menor de lo esperado. Al mismo tiempo, sin embargo, los ancianos experimentan menos de los beneficios de la ancianidad que esperaban de jóvenes (tiempo con la familia, viajar más, tiempo para hobbies, etc).

-         Con todo, parece, cada vez más, que nunca se es demasiado viejo para sentirse joven, e incluso que, cuanto más viejo es uno, más joven se siente, en términos relativos. Hasta los treinta años, se considera que una persona es vieja a los 60; luego se aplaza hasta los 70; a partir de los 65, la gente considera que la vejez comienza con 74. Y sólo un tercio de los que tienen 75 años se considera a sí mismo viejo.

-         ¿Son felices los ancianos? Sólo el uno por ciento de los mayores de 85 años afirma que su vida es peor de lo que esperaban. Y es que, a esa edad avanzada, siguen experimentando las cosas buenas asociadas a la vejez –más familia, respeto, seguridad financiera, tranquilidad- igual que cuando eran diez o veinte años más jóvenes. Así que sí, los ancianos son tan felices como los otros grupos de edad y, lo que es más importante, por los mismos motivos –salud, amigos, tranquilidad financiera- que indican esa felicidad en adultos no viejos.

-         La edad avanzada, además, no es sinónimo de inactividad. Diversos teóricos del arte y las letras han hablado del “old age style” o estilo de la vejez para referirse a las floraciones tardías del genio. Son muchos los casos en que una personalidad relevante ha logrado lo mejor justo antes de morir anciano: Cervantes, Goethe, Tolstoi, Miguel Ángel, Tiziano, Rubens, Juan Pablo II o Ronald Reagan.

-         ¿Cuáles son las quejas de las personas mayores que los más jóvenes podemos aliviar? En primer lugar, los ancianos sienten cada vez con más fuerza que hay un salto generacional entre ellos y nosotros. Y quieren sentirse cerca: no les gusta, por ejemplo, que se haya pasado de contarles las cosas a no contárselas “por no preocuparles”. Esa “conspiración de silencio” en sus propias casas les aliena. Y el respeto no debe confundirse con un trato excepcional: “sientes tus años en cómo tu hija vigila tus pasos, y ves tu enfermedad en los ojos ansiosos de tu hijo”. Tienen que saber que todavía pueden resultar útiles, hacer la vida mejor, a sus propios hijos.

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