Dos libros de Valentí Puig y Henri de Lubac plantan cara a los nuevos ensayos a favor del ateísmo

El testimonio de la ‘vuelta a la fe’ de Valentí Puig se erige en ‘una reflexión católica para el siglo XXI’, en tanto que una reedición de Henri de Lubac planta cara al abundante número de libros pro-ateos de estos últimos años.

-         ‘La fe de nuestros padres’, de Valentí Puig, se presenta como ‘una reflexión católica para el siglo XXI’. El libro es, al mismo tiempo, el testimonio personal y afectivo del ‘regreso a la fe’ y una concatenación de reflexiones en torno a ‘la necesidad de recuperar la fe y los valores universales de la Iglesia Católica en las agitadas sociedades postindustriales’.

-         Valentí Puig (Palma de Mallorca, 1949), periodista y escritor en castellano y catalán, al margen de su tribuna de opinión en ABC, tiene una obra diversa que abarca poemarios, libros de cuentos, novelas, ensayos políticos, ensayos literarios, biografías y diarios. Entre sus premios recibidos cabe destacar el Sant Joan de novela por La Gran Rutina y el de la Crítica por Maniobras Privadas.

-         Considerado uno de los pensadores eminentes de la derecha en el ámbito hispanohablante, Puig presentará su nuevo ensayo de corte político, Moderantismo, a lo largo de este otoño.

-         ‘La fe de nuestros padres’, que está conociendo repetidas ediciones y ha de ser traducido a otros idiomas, ha venido a coincidir, de modo no buscado por el autor aunque este se muestre satisfecho por ello, con el desembarco en librerías de libros pro-ateos como Christopher Hitchens, Michel Onfray, Sam Harris o Richard Dawkins.

-         A su vez, ‘La fe de nuestros padres’ se inscribe en esa tradición de libros de conversos, como ‘Cautivado por el gozo’, de C. S. Lewis, o ‘Dios existe, yo me lo encontré’, de André Frossard.

-         En su vuelta a la fe, Puig reconoce la influencia de Juan Pablo II y de un Benedicto XVI con una ‘inteligencia de dimensión agustiniana’. Postula la compatibilidad total, la suma de razón y fe, y también postula, en lo referente a la Iglesia y sus contingencias históricas, la humildad de aceptar ‘la música del órgano bello y también del desafinado’.

-         La civilización que no es sostenida por la fe no tiene futuro, según Puig. El autor llama la atención sobre el hecho de que, de dos generaciones a esta parte, el cristianismo se ha convertido ‘en un fantasma familiar que hay que mantener oculto en el armario’. ‘En cambio, todo lo que sea elegir a la carta, new age, gimnasio, yoga, aromaterapia, merece un subrayado positivo’.

-         Citando a Chesterton, Puig afirma que ‘el catolicismo salva al hombre de la degradante esclavitud de ser hijo de su época’. Así, en plena sintonía ideológica con el pontificado de Benedicto XVI, Puig dedica un capítulo íntegro a desacreditar el relativismo contemporáneo que asola particularmente Europa.

-         En palabras de Puig, ‘catolicismo y joie de vivre suman’, aportando la dimensión trascendente de nuestra naturaleza una amplificación de cualquier afán humano, como las relaciones entre fe, belleza y dolor, entre fe y libertad personal o la consideración de que la familia lo es ‘casi todo’, instancia de defensa del individuo y lugar de los necesarios vínculos y arraigos. ‘Hacer experimentos con la familia altera y debilita la naturaleza de las sociedades abiertas’.

-         Según el filósofo Miquel Porta Perales, ‘La fe de nuestros padres’ se erige en ‘un libro de provecho no sólo para los creyentes sino también para los agnósticos’.

-         Al margen de ‘La fe de nuestros padres’, otro libro, ‘El drama del humanismo ateo’, de Henri de Lubac, viene a chocar en las librerías con los libros pro-ateos. Puig está encargado de prologar la reedición de este clásico del pensamiento cristiano del siglo XX.

-         La huella del pensamiento de de Lubac, teólogo de inmensa obra, es fácilmente trazable en los distintos pontífices, de Juan XXIII a esta parte. El propio Juan Pablo II diría que ‘inclino mi cabeza ante el padre de Lubac’. Fue amigo personal de Benedicto XVI.

-         La obra del jesuita está escrita en un París ocupado aún por el nazismo. Es una crítica de consistencia contra el ateísmo plantado por el marxismo y las influencias del positivismo y de Nietzsche.

-         Según Puig, el drama del ateísmo se convertiría en tragedia con el advenimiento de totalitarismos posteriores a la obra de de Lubac. Como dice de Lubac: ‘No es verdad que el hombre no pueda organizar la tierra sin Dios. Lo cierto es que sin Dios no puede más que organizarla contra el hombre’.

-         Datado en los años cuarenta, el volumen de de Lubac puede resultar inspirador o profético o modélico en su actitud intelectual contra las corrientes ateístas de hoy, según Puig: el laicismo a ultranza como enemigo de la libertad, el hedonismo ‘de todo a cien’, las tentaciones demiúrgicas de la biotecnología como forma de nihilismo y el abandono no sólo de los ‘grandes relatos’ sino de las causas nobles, con la persona humana ya totalmente ‘deconstruida’. Frente a esto, de Lubac propone repasar la hondura de significado oculta en el estar hechos ‘a imagen y semejanza’ de Dios.

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